Sin mucho aspaviento o más bien con bastante
discreción, el pasado 19 del presente se
abrió al público el Salón de la Fotografía 2012 en la Cineteca-Fototeca del
Centro de las Artes en el parque Fundidora. Y no es para más, o esa es la
primera lectura, la que salta a la vista, al recorrer el Salón y constatar que
de 111 propuestas que se recibieron, sólo 4 productores fueron seleccionados,
por lo que la exhibición se reduce a 40 fotografías que corresponden —me
imagino ya que no se da ninguna orientación al respecto—, a los proyectos con
que participaron los 4 seleccionados (cada cual con una cantidad distinta, así
por ejemplo Juan José Herrera, quien fue distinguido con el premio de
adquisición, presenta 3 retratos, en tanto que Armando O. Márquez Arroyo expone
18 imágenes).
Así las cosas,
esta primera lectura bien pudiera dar lugar a exigir una mayor rendición de
cuentas, pues resulta difícil creer que de 111 suspirantes menos del 4% pudo
pasar por el cedazo del jurado —que se curó en salud con la cédula de sala que
escribiera José Luis Cuevas. Por suerte la sangre no llegó al río, no como en
el caso de quienes, en julio de este mismo año, pretendían revertir el
veredicto dado en la llamada Reseña
de la Casa de la Cultura, o si llegó fue a través de las redes sociales a las que, por fortuna, no tengo acceso. Ya fuera por falta de interés, por no caer en vanas disputas, o porque realmente no había nada que protestar, la verdad es que todo mundo, al parecer, ha quedado satisfecho con lo hecho y lo mostrado.
Más allá de esta primera y sorpresiva lectura, sorpresiva porque al haber más producción de imágenes se
supondría que habrían, no sólo más participantes, sino que entre ese tsunami de
imágenes en que nos sumergimos todos los días, se encontrarían algunas de mayor
calidad e interés. Falsa ilusión, esta ubicua generación de imágenes no supone
absolutamente nada (sólo que seguirán produciéndose), ni que habrá más
participantes, ni que se tendrá mayor conciencia de lo que se hace, mejor
preparación, que se generarán mejores proyectos, etc.
Casi como
consecuencia de lo anterior, segundo error de lectura: Aquellos que cumplen con
los requisitos y participan en una convocatoria, es porque están seguros de su
trabajo, es decir, que tienen un conocimiento y una cultura, fotográfica en
este caso, que les permite medir su propio quehacer y saber hasta qué punto
pueden ser competitivos. Las descripciones que se dan acerca de la naturaleza y
contenido de los envíos (ver la citada cédula de sala, pero también las notas
que cubrieron las ruedas de prensa respectivas) echan por tierra cualquier
suposición al respecto; tener la posibilidad de producir una imagen no es
garantía de que sepas cómo hacerlo, para qué o por qué.
Por último.
¿En qué lugar se dice que de 100 tiros 100 den en el centro de la diana? Quiero
decir, ¿qué nos ha llevado a creer que hay tan buena fotografía en el estado
que de un concurso en el que participan 111 productores, ya no digamos 100
deben quedar seleccionados, pero, vamos, al menos sí unos 60? La verdad, y este
Salón es una prueba de ella, es que este es, muy probablemente, el nivel que
tiene actualmente la producción de imágenes fotográficas en Nuevo León, el
nivel que a los ojos de un jurado de otras latitudes alcanzan a tener las
fotografías concursantes (incluso, para mí y por lo visto, cuatro son muchos).
A nadie debe sorprender entonces esta situación ¿por qué habría de ser
diferente? A menos que aceptemos como verdadera o válida esa primera impresión
que causa el Salón, podríamos pensar que nuestros alcances son otros,
superiores, que merecen mejor calificación.
Hacer
fotografía, como hacer música o arquitectura, hacerlo bien, con ideas, con
intenciones, con conocimientos, supone mucho más que contar con una cámara, o
peor aún, con un teléfono; el que estos aditamentos, estas máquinas abran la
posibilidad de producir un sin fin de imágenes, de ninguna manera quiere decir
que se esté haciendo buena fotografía. Si de todos los que a diario accionan un
obturador para hacerse de una imagen, salieran uno o dos buenos por generación,
estaríamos en jauja y no en Nuevo León.
Publicado originalmente en Milenio Diario.
Ver también www.artes2010.wordpress.com
Imagen: www.conarte.org.mx