(Imagen: www.rancholasvoces.blogspot.com)
jueves, 30 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.26)
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.25)
(Imagen: www.perrosdemexico.com.mx)
martes, 28 de septiembre de 2010
Tres actos y un museo
Primer acto
Motivados por el primer centenario de la fundación del municipio de San Pedro, Garza García, el entonces alcalde del lugar, Raúl Rangel Hinojosa, animado por Don Francisco Zertuche, se lanzó a la aventura de abrir un museo, así nació El Centenario hace 28 años, o sea, en 1982. Si no me equivoco, debió ser el primero o uno de los primeros museos municipales en Nuevo León, y de los primeros museos de sitio en el país. Un museo de sitio es aquel que se levanta en un lugar específico, es decir, en el sitio en que vivió, murió, se llevó a cabo, ocurrió, se rindió, se casó, se encarceló, a un personaje relevante para la historia local, regional o nacional, o tuvo efecto un hecho de igual importancia; así, el museo de sitio se convierte en un recordatorio permanente de lo ocurrido o de quiénes han hecho grande el lugar y/o país, así como en historia viva para sus vecinos y atractivo turístico para los que no son nativos. En el caso de El Centenario no es exacta esta descripción pues está más bien dedicado a ser el museo de historia del municipio, sin embargo, desde su inicio se destinó una antigua construcción para recrear una casa habitación típica sí no del municipio sí del noreste, por lo que además de conocer episodios de la historia san petrina, uno visitaba la cocina, la recámara, la sala de una casa del siglo XIX o principios del XX. El acondicionamiento de una salita de la misma casa permitía se llevaran a cabo exposiciones temporales, con lo que el funcionamiento del museo estaba completo y cumplía con su función.
Segundo acto
El pasado día 24 de este mes patrio, se inauguró la exposición Hace 90 millones de años… ¿y San Pedro?, tiene como sede la ampliación que durante un par de años ha venido construyéndose en El Centenario, el cual, según han declarado las autoridades municipales creció al doble en todo sentido, no sólo cuenta ahora con más salas para muestras temporales, sino también de exposición permanente, bodega, servicios, área para talleres y la posibilidad de seguir creciendo en el futuro. La ampliación se debió tanto a las gestiones del propio municipio y su anterior alcalde, del incansable Dn. Francisco Zertuche y una importante aportación del CONACULTA a través de su programa de apoyo para la infraestructura cultural del los estados.Como se sabe la muestra con que abrió al público consta de 50 ejemplares de peces fosilizados, ejemplo, precisamente, de aquellos que nadaban por los mares que cubrían estas tierras hace 90 millones de años.
Tercer acto
Cuesta trabajo imaginar, aún en este momento, que uno de los que fueran llamados municipios modelo del país, con una población en su mayoría con educación superior, con un ingreso per capita de los más altos del país, con un contacto con el extranjero frecuente e intenso ya sea por cuestiones laborales, comerciales y financieras, familiares o simplemente por esparcimiento, no cuente con un museo a la altura de su imagen y pobladores. Con las colecciones que aquí existen se podrían armar no uno sino dos o tres museos de arte, arte moderno y/o contemporáneo y cómo se ve hasta de historia natural.La apertura de esta ampliación de El Centenario hay que verla con buenos ojos, hay que aplaudirla y apoyarla en lo posible. No obstante, también hay que señalar otros aspectos que no son tan venturosos, como por ejemplo el que aún después de dos años de estar cerrado, sólo se abran al público las salas en que se presentan los fósiles, cuando en verdad lo importante es todo lo demás; que temas como la museografía y el montaje no hayan estado a la altura del acontecimiento; que se vea esta muestra como palanca para promover la creación de un museo de historia natural en la nave Lewis del Parque Fundidora en lugar de ser una auténtica aportación al conocimiento de la historia del municipio.
Hagamos votos por un brillante futuro para El Centenario, para que abra todas sus puertas lo antes posible, porque proponga un estimulante programa de exposiciones temporales y para que algún día sea considerado el antecedente más importante del gran museo que se merece San Pedro.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
lunes, 27 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.24)
Ayer mismo hablábamos del crecimiento de las ciudades en México como un fenómeno característico de lo acontecido los últimos 200 años; no obstante este no ha sido privativo de nuestro país y aún en las metropolis centrales se ha manifestado esta explosiva expansión de las áreas habitacionales (proceso llamado conurbación, forma eufemística para decir que un núcleo urbano va devorando las áreas suburbanas o rurales vecinas). En estos países la expansión se debe, casi por igual, a una mayor concentración de las poblaciones nativas, como por las oleadas de inmigrantes que llegan hasta ellas en busca de mejores oportunidades de vida. El proceso de inmigración hacia las áreas metropolitanas ha generado, a su vez, que importantes áreas o amplios terrenos se vayan "nacionalizando", esto es, que vayan apareciendo zonas o barrios chinos, vietnamitas, cubanos, mexicanos, etc. Es el caso de la ciudad de Los Angeles cuyo perfil vemos aquí en una muy buena fotografía de Eriberto Oriol. La masiva presencia de mexicanos radicados en zonas expansivas de esta ciudad norteamericana, pone en jaque, por supuesto, al concepto de nación como un espacio geográfico común para todos sus miembros, pero quizás lo más interesante es la aparición de prácticas de creatividad que se nutren de aportaciones diversas, pero que son independientes, autónomas de todas ellas. Estas prácticas y los productos, conductas e identidades que nacen de ellas, son con toda probabilidad el mejor ejemplo contemporáneo de lo que en los Estados Unidos un día, hace años, fue bautizado como el Melting Pot; o sea, esta es una excelente oportunidad para estudiar de cerca un proceso que quizás en los próximos 200 años se vaya a convertir en la norma de vida, no de México sino del mundo entero.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.23)
Al irnos acercando al final de estas entregas dedicadas al Bicentenerio de la Independencia de México, vale la pena preguntarnos por cuál podría ser o cuáles podrían ser las imágenes que mejor reflejaran al país después de estos 200 años; no quiero caer en la burda tentación de presentar una imagen de la violencia que se vive, que si bien es grave, no creo deba reclamar este derecho, es decir, no creo que esa sea la imagen o imágenes que estamos buscando.
A lo largo de este tiempo, en la misma proporción en que fueron avanzando los años, hubo otros procesos que corrieron en paralelo, el de poner al día al país fue uno de ellos y aunque en estos 200 años ese poner al día se ha llenado con distintos significados, podríamos decir que en todos o casi todos, por ello se ha entendido acercarlo lo más posible al modelo que nos presentan otros países que de entrada son considerados si no superiores, sí con un grado de adelanto (social, político, económico, educativo, etc.) que nos gustaría tener. Dos líneas de esta idea convergen en el ejemplo que aquí presentamos, una de ellas el crecimiento de las ciudades (que se convirtió de sueño en pesadilla), la otra, la política social, entre cuyas acciones se encuentra la construcción de vivienda popular. La fotografía que encabeza estas líneas tomada del proyecto de Livia Corona intitulado Dos millones de casas para México, 2007, nos expone con toda objetivdad y crudeza, esta terrible convergencia. A través de ella vemos la amenaza que para el entorno natural representa este crecimiento inmoderado de la construcción y por otro la ínfima calidad de vida a la que se condena a los pobre futuros habitantes de estos panales. Esta es una de esas imágenes que nos hablan de cómo es el pais después de 200 años, puesto que lo que vemos no pertenece ni a una ciudad, ni a un estado, es un fenómeno que se multiplica y se seguirá multiplicando por todo el páis. Es una imagen sobre la cual todos deberíamos reflexionar en este Bicentenario.
sábado, 25 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.22)
Si de princesas vamos hablar, entonces me permito presentar a mi favorita, una verdadera y noble joven mujer mexicana que en su Ensueño (1931) vislumbra un México mejor.
Difícilmente podríamos señalar como mejor a una u otra fotografía de Manuel Alvarez Bravo (1902-2002), su capacidad, sensibilidad, práctica y experiencia le permitieron producir imágenes realmente memorables, pero en esta se sintetiza una buena parte de esas muchas otras cualidades que encontramos en el resto de sus trabajos. Creo que como en pocas imágenes, el manejo formal que se hace en esta es tan afortunado, va tan de la mano con el contenido de la fotografía que sus múltiples significados brotan de ella natural y espontáneamente, no hay, no puede haber duda de lo que se observa y lo que significa, y eso se debe gracias, única y exclusivamente, a las formas vistas, aprehendidas y preservadas por Dn. Manuel en esta plata sobre gelatina.
Joven aún, tan sólo un poco mayor que la chica que aquí vemos, Manuel Alvarez Bravo, en este momento se encuentra en un país en vías de su construcción, Abelardo Rodríguez prepara el ascenso de Lázaro Cárdenas a la presidencia y las expectativas de quien sostiene, como sobre una columna griega, su rostro, son las de todo un país que busca, sueña con su futuro.
No ceo que la presencia, la creación de imágenes como esta, en un momento en particular sea fruto de la casualidad o la mera capacidad individual, si aparecen, como aparecieron muchas otras de esta misma tesitura en aquellos años, es porque el zeitgeist, por ponerlo en estos términos, se materializaba en obras como estas. Así que cuando volvamos a pensar en las princesas y emperatrices del país, más que pensar en las frustraciones históricas, las imágenes religiosas, las ricas suspirantes, pensemos en estas otras que logran ser el reflejo de toda una época.
Difícilmente podríamos señalar como mejor a una u otra fotografía de Manuel Alvarez Bravo (1902-2002), su capacidad, sensibilidad, práctica y experiencia le permitieron producir imágenes realmente memorables, pero en esta se sintetiza una buena parte de esas muchas otras cualidades que encontramos en el resto de sus trabajos. Creo que como en pocas imágenes, el manejo formal que se hace en esta es tan afortunado, va tan de la mano con el contenido de la fotografía que sus múltiples significados brotan de ella natural y espontáneamente, no hay, no puede haber duda de lo que se observa y lo que significa, y eso se debe gracias, única y exclusivamente, a las formas vistas, aprehendidas y preservadas por Dn. Manuel en esta plata sobre gelatina.
Joven aún, tan sólo un poco mayor que la chica que aquí vemos, Manuel Alvarez Bravo, en este momento se encuentra en un país en vías de su construcción, Abelardo Rodríguez prepara el ascenso de Lázaro Cárdenas a la presidencia y las expectativas de quien sostiene, como sobre una columna griega, su rostro, son las de todo un país que busca, sueña con su futuro.
No ceo que la presencia, la creación de imágenes como esta, en un momento en particular sea fruto de la casualidad o la mera capacidad individual, si aparecen, como aparecieron muchas otras de esta misma tesitura en aquellos años, es porque el zeitgeist, por ponerlo en estos términos, se materializaba en obras como estas. Así que cuando volvamos a pensar en las princesas y emperatrices del país, más que pensar en las frustraciones históricas, las imágenes religiosas, las ricas suspirantes, pensemos en estas otras que logran ser el reflejo de toda una época.
viernes, 24 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.21)
En la entrega de ayer, presenté a la depuesta y locuaz emperatriz Carlota Amalia, y dije que en el imaginario mexicano simboliza un tipo de vida que muchas adolescentes -y no tan adolescentes- de nuestro país harían hasta lo imposible por vivir de esa manera, como miembros dilectos de la aristocracia, lo que sea que signifique eso hoy día. La sola idea de un modelo real -de realeza- como rector de un sector de la juventud nacional puede parece exagerado o francamente fantasioso, por eso es que cité el trabajo de Daniela Rossell (1973) como ejemplo exacto de estas observaciones. La serie Ricas y famosas, de la que forma parte la imagen que aquí presentamos, Ultima cena, 2002, es una prueba no sólo de que hay chicas que viven en medio de un lujo ramplón, provinciano y kitschoso, sino que se viven como si de verdad pertenecieran a alguna casa real de luengo abolengo.
Si he de ser honesto debo decir que no soy exactamente fanático de esta serie, especialmente porque no me son muy claras las intenciones de la fotógrafa, hasta podría pensar en una especie de ardid a fin de convertirse si no en rica, por lo menos sí en famosa. No obstante, entiendo que esta especie de candidez que hay en todos y cada uno de los casos que se fotografió, la preparación que estás jovenes hicieron de sí mismas para posar ante la cámara, la mirada que siempre dirigen a quien las haría famosas, pues ricas ya lo eran, me indica que por más inocente que haya sido el trato entre modelo y fotógrafa, las imágenes hablan por sí mismas y como dice el dicho el que tenga ojos que las vea y el que tenga un dedo de frente las entienda, es decir, las imágenes tienen su vida y significado propio independientemente de intenciones o no de Rossell, quien además, después de esta serie, ha demostrado seguir con seriedad y aplomo su carrera siempre bordeando este otro mundo que coexiste con los de los demás.
Emperatrices, princesas y reinas, forman la constelación real de nuestro país y si nos fijamos con atención, cuando hablamos de estos temas o empleamos estos títulos nobiliarios, no forzosamente nos estamos refiriendo a las herederas de Carlota Amalia.
jueves, 23 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.20)
Hace una cuantas entregas me referí al desafortunado y frustrado emperador Maximiliano de Habsburgo y su vano empeño de formar un imperio en tierras mexicanas. Ahora presento aquí una fotografía de quien fuera su consorte, la emperatriz María Carlota Amalia (1840-1927). Para variar desconozco la autoría de la imagen pero es probable que se debe al estudio de Cruces y Campa o bien sea de Julio de María y Campos quien actuaba como el fotógrafo mexicano oficial de su marido, e incluso, del impuntual Aubert. Al margen de las muchas historias que se cuentan de la locura de la emperatriz, si se debió o no a su repentina y trágica viudez, si desde niña ya presentaba desequilibrios emocionales o que de plano fue empujada a la locura por el veneno que le diera una herbolaria seguidora de Juárez, lo interesante de esta mujer y su breve paso por nuestro país es que convirtió en realidad pasajera el sueño de muchos y muchas y no sólo de aquel momento, sino hasta de la actualidad. Quiero decir, Carlota Amalia actúa, en el imagnario de nuestra sociedad, como el ejemplo de una historia de amor que toda adolescente quisiera vivir, o de la vida en la realeza a la que toda joven mexicana tiene, si tiene con qué, derecho a vivir, ¿no acaso el slogan de una exclusiva tienda departamental de nuestro paìs, dice algo asi como que por fin las princesas mexicanas ya cuentan con su palacio; no acaso así se exhiben las retratadas de Daniela Rossell ? La liviandad y superficialidad con que se tratan estos temas hacen que sea más fácil identificarse con Carlota que con la Corregidora por ejemplo. Por otra parte, tal y como lo muestran las Carte de visite de la época, ni duda cabe que la corte que seguía a la emperatriz y ella mismo definieron un estilo, de vida y de moda, que se impuso en nuestro país a lo largo del siglo XIX. Visto así me parece que los efectos del Segundo Imperio de los mexicanos, tuvo y tiene otras consecuencias que las señaladas por la historia tradicional.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.19)
Prosiguiendo con nuestra galería de héroes nacionales abordados por nuestros artistas, toca el turno al general Venustiano Carraza (1859-1920), el Barón de Cuatro Ciénegas. En realidad esta entrega debería haberse llamado algo así como el misterioso caso de los retratos perdidos, pues mi intención al presentar a Carranza no era a través de esta fotografía, que entre paréntesis ha sido empleada como modelo o copia de muchas otras representaciones, incluidas pinturas, exactamente como el caso que tratamos. La idea pues, era exhibir un retrato del presidente Carranza pintado hace años por Vlady (1920-2005) que se encuentra, si no me equivoco y no se ha movido de lugar, en las bodegas de la delegación regional del INAH en el Museo del Obispado, en Monterrey, N.L. La pintura, a su vez, está inspirada en una fotografía que curiosamente ya no encuentro por ningún lado. Sucede que esta fotografía a la que me refiero fue obtenida en el momento exacto en que la luz solar se refleja en uno de los espejuelo de Dn. Venustiano, dejándolo -en aparencia y sólo en la apariencia de la fotografía- ciego de un ojo, o de plano tuerto (hay un video que circula en youtube.com en el que se muestra a Carranza en distintas actividades, la última toma reproduce exactamente el efecto del que hablo y que debió haberse repetido un sinnúmero de veces dado el tipo de lentes y las actividades al aire libre de su portador). Por su parte Vlady, valiéndose de esa imagen y su desconcertante efecto, pinta a un Venustiano Carranza más cercano a Polifemo que a uno de los grandes generales revolucionarios de nuestro país. No es, por tanto, difícil imaginar porqué pintura y fotografía han dejado de circular, pues así como Orozco nos entregó visiones poco ortodoxas de Hidalgo y Juárez, entre otros, así Vlady convirtió en cíclope a Carranza, que si nos acordamos de las descripción de estos seres y de cómo se dio la historia del coahuilense en la post-revolución y su trágico desenlace, quizás no haya tenido nada de casual que Vlady se inspirara en tal fotografía y realizara una pintura tan peculiar, sobretodo tratándose de un encargo, pero ya sabemos cómo es que se las gastan, cuando quieren, los artistas.
martes, 21 de septiembre de 2010
La patria es primero
Jorge González Camarena. Alegoría de la patria. 1962
En torno a los años ochenta del siglo pasado, mucho de lo que sabíamos sobre la historia y demás ciencias y disciplinas sociales, entró en una profunda crisis. Para ser más precisos, lo que se empezó a transformar fueron las metodologías, los procesos, los instrumentos, los enfoques, las teorías, por lo que a partir de los cambios experimentados hubo necesidad de revisar, de someter a nuevos escrutinios, todo lo que sabíamos respecto a nosotros mismos, la interacción con los otros, con las demás especies y la naturaleza.
A la tradicional historia del arte, se le empezó no sólo a cuestionar sino a desplazar a favor de enfoques más abiertos, eclécticos y preocupados no sólo por el pasado en sí, sino por los efectos de éste en la sociedad contemporánea. Fueron surgiendo así los departamentos de Estudios Visuales y/o Estudios Culturales, que rápidamente ganaron adeptos y aportaron novedosas interpretaciones y explicaciones a buena parte de lo que sabíamos respecto a la generación o producción de imágenes a través del tiempo.
Toda esta larga introducción no es más que una justificación para comentar la muestra Imágenes de la patria, inaugurada el pasado día 15 en el Museo del Noreste (MUNE), basada en el libro del mismo nombre del historiador Enrique Florescano publicado originalmente en el 2005. Uno de los puntos de partida de los Estudios Visuales es el no detenerse en la producción artística de imágenes sino, por el contrario, asumir que toda imagen por el simple hecho de haber entrado en circulación y ser consumida, tiene un efecto similar, si no es que mayor, al de las artísticas por lo que si queremos conocer la manera en que nos relacionamos y nos afectan hemos de considerar a todo el vasto y variopinto universo de las imágenes. Una idea similar a la que da sustento a esta exposición.Se trata, en resumen, de presentar algunas de las imágenes más representativas que han dado vida a un concepto, de un inicio, tan evanescente como lo es el de patria. Es decir, estudiar cómo es que las imágenes han traducido en sus propios términos, la idea de patria, y al hacerlo qué le han aportado o qué influencia han tenido en su concepción. Pero más importante aún es cómo operan esas imágenes al tener una circulación social, en este caso, qué tienen que ver las imágenes en exposición y muchas otras, con la idea que tenemos de la patria, hasta dónde es posible deslindar sus efectos de la concepción popular, general, de este concepto.
Teniendo presentes estas ideas es fácil entender, por ejemplo, la importancia de ilustraciones en libros como el México a través de los siglos (1887-1889), o los trabajos de Claudio Linati, Aurelio Casas, Casimiro Castro, Santiago Hernández, “Osuna” o Constantino Escalante. Soy de la opinión de que son sus obras y las de muchos otros suyos nombre son desconocidos por el momento, las primeras responsables de nuestras ideas sobre la patria posiblemente más que los trabajos de un Diego Rivera, Orozco o Siqueriros, sin negar que también ellos influyeron y han influido en este mismo sentido, aunque en un público más restringido.
Tal y como he comentado hasta aquí, la exposición cumple, es acertada, pero me pregunto ¿no será esta más bien una muestra para especialistas; para quienes tienen un gusto o interés particular por esta clase de imágenes? ¿Qué pasa con las demás personas que llegan al museo con la idea de ver las imágenes de la patria y en su lugar se encuentran con estampitas, páginas de libros y periódicos descoloridos?
Por otra parte, tal y como se reconoce en la misma exposición, el algún momento de nuestra historia hubo un corte entre los que crecimos con estas imágenes y quienes ayunos de ellas difícilmente conciben la idea de patria. Mostrar este cambio quizás hubiera estado más cerca de las expectativas del público en general e incluso es posible que hubiera ayudado a entender de mejor manera la propuesta de la muestra. Pero este período es particularmente pobre en la exposición y se limita a presentar algunas obras que recrean lo ya visto.
Quizás, por desgracia, estemos ante un caso similar al del cine en donde el libro siempre es mejor que la película.
Publicado originalmente por Milenio Diario.
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
lunes, 20 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.18)
Hace unos días, en plena ebullición patriotera, presenté el mural dedicado a Hidalgo en el palacio de Gobierno del estado de Jalisco en Guadalajara, pintado por José Clemente Orozco (1883-1949) y apunté un par de ideas respecto al atractivo que tiene para mi. Siguiendo con esta galería de héroes patrios y su representación a través de la pintura, escultura o fotografía, traigo ahora este enorme retrato del presidente Juárez, pintado también por Orozco en el Museo Nacional de Historia en Chapultepec, en 1948, un año antes de su muerte. Ya había hecho mención a esta obra en otra ocasión, al hablar de las representaciones del frustrado emperador Maximiliano de Habsburgo, precisamente mortal enemigo de Juárez; aquí se le ve, como toda la obra de Orizco, caricaturizado y amortajado en la parte inferior del mural, donde yace sobre las cabezas de los monárquicos nacionales que le prometieron el oro y el moro. Más como en el caso de Hidalgo, no es la historia en sí, ni su relación con Maximiliano, lo que me interesa de esta obra, es la interpretación que hizo el pintor del héroe nacional. Todo mundo sabe de los inicios de Orozco en las artes visuales, de su paso como caricaturista en los periódicos de la Revolución y cómo fue que se mantuvo esta vena en buena parte de su trabajo. Véase por ejemplo la representación que hace de la iglesia en este mismo mural en el extremo derecho, más que mostruoso personaje, una burla y fina ironía sobre los apetitos inmoderados de la institución. Así, con la misma óptica vio a Juárez, esta enorme cabeza flotante sobre una nube de fuego no puede ser más que una visión aterradora de a quien se admira pero también se teme, quizás no se trate del personaje, pero sí de lo que hemos convertido, del tratamiento que le damos a su legado, su nombre, e incluso su imagen. Una lección que debiéramos tener siempre presente cuando de héroes nacionales se trata.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Asi fue, así es México (entrega No.17)
El pasado jueves 16 de este mes nos dejó la escultora mexicana Helen Escobedo (1934), ni qué decir lo mucho que siento su deceso. Aquí una replica de su Corredor Blanco de 1969 cuando participaba con muchos otros en el famoso Salón Independiente, una respuesta altamente creativa, propositiva, crítica y opuesta a las políticas públicas de ese momento, principalmente después de los suceso del '68. Con Helen se va uno más de una lúcida generación que le dio a nuestro país, justo en el momento en el que lo requería, un arte moderno que si bien se inspiraba en los movimientos internacionales, muy pronto déjaría ver su ortiginalidad y alcances. La escultura de Helen creció con estas ideas máxime después de haber cursado sus estudios superiores en escultura en Londrés, Ingaterra, pero también se mantuvo atenta a otras influencias, entre ellas, las de las culturas nativas de nuestro paìs, que le enseñaron el sentido de la sencilles y majestuosidad de las formas de perfil simple, nítido y elegante. Pero al monolito que hay en algunas de sus piezas, le opuso la ligereza de la transparencia, como ella misma lo decía sus esculturas permitían ver a través de ellas. De esta manera llevó su exploración por la creación volumétricaa partir de un principio muy simple el espacio ocupado y su interacción con el desplazado o vacio y como gracias a ella, surge un nuevo volumen más que sólido virtual, pero igual de efectivo e inspirador que el real.
Con Helen, pues, se va una parte más de esa generación de la Ruptura que a pesar de los pesares logró cambiar el rostro del arte en México para ponerlo, junto al resto del pais, en el camino de la Modernidad.
sábado, 18 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.16)
Hace unos días presentábamos en este mismo espacio a Desire Charnay y hablábamos de cómo es que se internó por las selvas del sur para fotografiar las ruinas de Uxmal o Mitla, y de cuál debe haber sido su asombro al contemplar las soberbias ruinas que se negaban a ser devoradas por la jungla y el paso del tiempo. Más que los vestigios arqueológicos, importantes a no dudarlo, me interesan estos episodios por la reacción de debió haber causado en los exploradores el encontrarse con estos rastros de civilizaciones que ni siquiera se habrían podido imaginar. Parecido pero no igual es el caso de Hugo Brehme (1882-1954) quien, entre otras, fotografió la pirámide de la serpiente emplumada en el sitio arqueológico de Xochicalco en el el estado de Morelos. Para cuando Brehme hizo estas imágenes, en torno a 1910, el sitio no sólo era bien conocido sino que se encontraba en el lamentable estado que observamos en la imagen, no por los efectos del paso del tiempo sino por el saqueo que las tropas francesas habían hecho del lugar en busca de material para la construcción de una hacienda cercana, por lo que si alguna sorpresa le causo al fotógrafo alemán debió haber sido la rapiña e ignorancia de quienes habían estado destruyendo consciente y sistemáticamente el legando del pasado. Por su parte, Hugo Brehme no se destacó especialmente por su material arqueológico aunque sí es de gran importancia como lo vemos en esta foto, si lo conocemos y reconocemos el valor de su trabajo se debe más bien a su intensa labor durante la Revolución, sus hermosas imágenes de los volcanes y los libros que sobre México en Europa siendo los primeros en llevar impresas fotografías de nuestro país. Si me interesa pensar en las reacciones de estos pioneros es porque son escenas que no se repetirán y lo más que conoceremos de ellas son, precisamente, las fotografías que tomaron para dejar testimonio de lo que sus asombrados ojos veían.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.15)
¿Qué sucedió al día siguiente del grito de Dolores? Obviamente nuestro país no amaneció envuelto de inmediato en una guerra que culminaría con la declaración de su independencia de la corona española, como en todo hubo un proceso que al ir desarrollándose permitió aclarar dudas, contestar preguntas, plantear cuestionamientos, definir ideas, imaginar soluciones, soñar con el futuros y cobrar conciencia de lo que se estaba haciendo. Y en este proceso, como en todo, las dos partes, esto es los mexicanos independentistas y los peninsulares y sus aliados monárquicos pasan exactamente por los mismos estadíos, recorren las mismas etapas, se sujetan a idénticas situaciones, es decir, el proceso gracias al cual ganamos nuestra independencia, se vivió, simultáneamente, de dos maneras, ni una mejor que la otra, simplemente opuestas.
Por eso me gusta esta imagen del cura Hidalgo que se encuentra en la escalera principal del palacio de gobiernos de Guadalajara, Jalisco, pintada entre 1937 y 1939 por José Clemente Orozco (1883-1949). Me gusta porque presenta un padre de la patria medio ido, medio ebrio con la lucha incendiaria que estaba inicando, un Hidalgo, quizás medio místico, en trance, teniendo visiones de a dónde llegaría su lucha 200 años después. Un Hidalgo que levanta el puño amenazante y acerca la flamigera tea a todo lo conocido pues para Orozco, en su visión trágica de la vida, no hay más rendención y nueva vida que la que se levanta de sus cenizas. Quizás este es el mensaje de Hidalgo y demás independentistas, un mensaje que por desconocido no se cumplió y en lugar de haber empezado de nuevo, quisimos hacerlo sobre unas bases que aún hoy continúan desmoronándose.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.14)
En la imagen vemos la ceremonia de inauguración de la Columna de la Independencia el 16 de septiembre de 1910, hace exactamente 100 años. No voy hablar de la ausencia de este tipo de monumento en los festejos de este día, porque ni caso tiene. Sí, en cambio, apuntaré alguna que otra idea respecto a esta imagen. Apareció tal y como la vemos, junto con una veintena más de fotografías del mismo evento, en la Crónica oficial de las fiestas del primer centenario de la Independencia de México, de Gerardo García, Impresa en México por losTallere del Museo Nacional, en 1911. Desgraciadamente no sabemos (¿no sé?) quién es el autor de esta imagen o de todas las que aparecen en la Crónica, aunque como en otras obras que se publicaron con el mismo fin, como el Album México en el Centenario de su Independca de Eugenio Espino Barros, es sabido que intervenían distintos fotógrafos, o se hacía uso de su material para la edición de estos libros, aunque la obra se imprimiera bajo un sólo nombre. (Prometí no hacer comentarios de este tipo, pero ¿qué libros de fotografía se imprimieron este año con motivo del bicentenario? Seguramente en diciembre o a lo largo del próximo año, conoceremos algunas publicaciones del CONACULTA con los festejos de ayer en la noche y la parada militar de hoy, pero fuera de ahí....).
Uno de los aspectos que resultan iteresantes respecto a esta imagen es el México que nos presenta. Evdentemente hay 100 años de diferencia entre esa glorieta de la Columna de la Indepencia y la actual glorieta del Ángel. La distancia entre uno y otro monumento es la distancia entre un México sumido en la más atroz de las dictadras y otro sumido en los errores e intereses de su propia estulticia; entre ambos hay una sociedad, un pueblo y una historia, que sin duda merecerían un mejor destino y no tan corta distancia entre el pasado y el presente recientes.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.13)
Por lo general se dice que nuestro espíritu nacionalista surge del ideario de los gobiernos que siguen del triunfo de la Revolución, empezando con Alvaro Obregón y su famoso ministro de educación pública, José Vasconcelos, y que de ahí fue abrazado como bandera única del quehacer político, social y cultural de nuestro paìs. Como en tantos otros casos de nuestra historia patria, lo anterior es sólo parcialmente cierto, pues ese ánimo nacionalista tiene su origen en las Guerras de Reforma y se consolida en el régimen de Díaz, por lo que, al término de la lucha armada, lo que se hizo no fue más que recibir una herencia que se venía cultivando tiemp atrás, actualizarla y ajustarla a las necesidades de un nuevo siglo y gobierno. Son varias las acciones y programas puestos en marcha por Parfirio Díaz y su gabinete a través de las que se fue fortaleciendo la idea de nación, de nación distintiva, independiente, con ídenticos derechos y obligaciones que cualquier otra en el mundo. Desde el pago puntual de la deuda exterior con los Estados Unidos, y la búsqueda de alianzas trasatlánticas para no depender de una sola potencia, hasta el ejemplo que aquí presentamos, el renombrado inventario de bienes eclesiásticos del poder federal solicitado por el entonces súperministro de Hacienda José Yves Limantour, al no menos famoso Guillermo Kahlo (1871-1941), quien viajó, principalmente por los estados del centro y sur del país, entre 1904 y 1908, para fotografiar templos, conventos y capillas de la época virreinal y princpios del XIX. La imagen que aqui ofrecemos corresponde al altar mayor de la iglesia de San Francisco Javier, en Tepotzotlan, Edo. de México, hoy Museo Nacional del Virreinato. Imágenes como las hechas por Kahlo a través de las cuales mostraba la dignidad, monumentalidad y belleza de estas construcciones (algunas de las cuales se encontraban casi en ruinas) fueron sembrando en el corazón de los mexicanos un orgullo por su pasado, por sus raíces e historia, como nunca antes se había dado, o por lo menos no de esta manera y menos aún reforzada con representaciones que ponían a la vista lo grandioso de ese pasado. Es pues, en acciones como esta, donde tiene su origen el espiritu nacionalista que algún día nos distinguió.
martes, 14 de septiembre de 2010
Primer mundo y resto del mundo
Ahora que estamos a unas horas de cumplir la fecha que nos hará bicentenarios, revisar y analizar la muestra que aquí se comenta, puede ser un buen ejercicio que nos de la perspectiva necesaria para comprender, más allá de la retórica institucional, qué significa ser independiente.
Nos hemos de referir, pues, a la exhibición Foster+Partners abierta hace unos días al público en el MARCO. En ella, se presentan los 227 proyectos que desde 1967 ha llevado a cabo esta firma en más de 20 países. Además se han montado las maquetas de obras como las masivas torres del HSBC en Hong Kong, el patio central del Museo Británico, el palacio de la opera en Dallas, la Universidad Libre de Berlín, el rascacielos de la fundación Hearst en Nueva York, etc. Los trabajos exhibidos van de la construcción de nuevos elementos, al diseño urbano, pasando por la intervención sobre edificios y sitios históricos, e incluso por el famoso Puente del Milenio en la capital inglesa.
Hay exposiciones que te dejan un mal sabor de boca, otras, por el contrario, te alegran la mañana, la tarde o la noche según haya sido la hora de visita, unas pocas te provocan indiferencia. Y de vez en vez te topas con exhibiciones como esta de las que sales, lo menos, con la boca abierta y lleno de preguntas sobre qué es lo que has visto, cuál es su naturaleza, cuáles sus consecuencias.No voy a hablar de arquitectura, ni quiero, ni puedo, espero que haya arquitectos, mejor preparados que yo, que desmenucen, analicen, cuestionen, esta aplastante exhibición de un mundo que no es nuestro mundo, que pertenece a otra dimensión a la que no tenemos acceso. Sí quiero comentar, en cambio, sobre estas características.
Es evidente que como otras grandes firmas internacionales de arquitectos de su estatura su trabajo está destinado a satisfacer necesidades de construcción que no son, ni siquiera las extraordinarias, ya no digamos las regulares, de una sociedad cualquiera; se trata, según lo entiendo, de necesidades en las que se conjuga un número importante de variables que hacen posible la creación de este tipo de arquitectura. En primer lugar interviene la existencia de una tecnología de construcción que permite llevar a cabo estos proyectos; aunado a ella va la presencia en el mercado de los materiales que hacen posible se construya tal y como está proyectado por el arquitecto. Debe existir, por otra parte, la voluntad de sacar adelante el proyecto por la simple y sencilla razón de que se sabe, se está consciente de que lo que se haga será parte de la historia; de que levantar tal o cual edificio, mejorar tal construcción, renovar y regenerar una zona, son acciones que repercuten en muchas otras áreas de la vida de una ciudad. Y, principalmente, se requiere de los fondos económicos que hacen posible todo lo demás, sin ellos y en demasía, lo otro no funciona o no funciona al 100%, como debiera.
Estos trabajos de Foster y sus asociados pertenecen al primer mundo no por su espectacularidad (que la tienen sin duda) sino por la confluencia de estas y otras variables, pues son las ideas y su aplicación las que distinguen al primero del resto del mundo. Ideas sobre la sustentabilidad, el cuidado del medio ambiente, el respeto a la cultura e historia del lugar, la certeza sobre el futuro, las consideraciones sobre los usuarios, son sólo algunas de estas ideas que están en la base de estos trabajos.
Ser del y construir el primer mundo no es cuestión de edificios, aeropuertos, rascacielos o terminales de tren o del metro, es estar en posesión de una cultura arquitectónica que te facilite la toma de decisiones cuando de construir, intervenir o diseñar se trata, incluso cuando lo que se busca es sólo invertir. Hablamos de una cultura que comparten los arquitectos con los habitantes de una ciudad, con sus estudiantes, futuros edificadores de su correspondiente ciudad.
Convencido de que no es sólo una cuestión de dinero, salgo de la exposición preguntándome si en esta ciudad alguna vez será posible contar con una arquitectura como la practicada por Foster+Partners, y no como la de ahora que sólo empobrece nuestro horizonte.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también www.artes2010.wordpress.com
lunes, 13 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.12)
Sin duda 1985 será una fecha que difícilmente se olvidará en la historia, en la memoría, en el imaginario de todos los mexicanos. En septiembre de ese año dos terribles terremotos devastaron parte de la Ciudad de México y sacaron a la superficie de la sociedad mexicana una serie de temas que hasta ese momento permanecían bajo el subsuelo que ahora se abría como si fuera la mismísima boca del infierno. Los terremotos fueron terribles y cobraron un elevado número de víctimas, pero con ello nos percatamos de las malas prácticas de construcción que por años se habían seguido en esta ciudad, de lo mal preparados que autoridades y ciudadanos estabamos para enfrentar desgracias como esta, de la delación del gobierno para ofrecer una respuesta adecuada e inmediata para cumplir con las expectativas de los damnificados. Pero también salió a la superficie la capacidad de organización de la sociedad civil, la solidaridad de todo el país, el auxilio de todo el mundo y posiblemente lo más importante, se vio tal cual el rostro de unos gobernantes incapaces e inútiles ante este tipo de sitiaciones.
Imágenes como esta de Pedro Meyer, el hotel Riazor sobre Calzada de Tlalpan, pasaron a formar parte de nuestro imaginario contemporáneo. Quizás debiéramos ubicar en esta fecha y suceso el principio de la postmodernidad para México. Una imagen de este tipo nos habla de lo superficial y poco sólida que era la idea de unidad nacional bajo unos valores y principios que entraron en franca crisis con estos terremotos, sacudieron sí la tierra, pero tambièn la seguridad de un México que quedaba en el pasado y avisaban de uno nuevo que se levantaba de sus propios escombros y que aún está tratando de construirse nuevamente.
domingo, 12 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.11)
A lo largo de estas entregas ha sido mi propósito ir presentando a aquellos hombres que a lo largo del siglo XIX y principios del XX visitaron nuestro paìs, cámara en mano, seducidos por las más diversas razones pero siempre en busca de lo desconocido en el sentido de encontrar nuevos territorios (geográficos, culturales, espiritulaes) por conocer, estudiar y difundir, gracias a los cuales se fueron recuperando muchos de los sitios, costumbres, trabajos de los que hoy gozamos. Desde quienes imbuidos por el espìritu del Romanticismo huían de una Europa que consideraban ya decadente, hasta quienes en empresas netamente colonialistas se adentraron en los territorios más inhóspitos en busca de ricos yacimientos de recursos natuarles que explorar.
En esta ocasión presentamos al Francés Desiré Charnay (1828-1915) explorador y arquéologo que desde los Estados Unidos se adentró en nuestro país en tres ocasiones, primero en 1857 por una corta temporada pues la Guerra de Reforma lo obligó a retirarse, tres años después por un período más amplio y finalmente de 1880 al 82. En sus tres viajes se concentró principalmente en la zona maya, pero también incursionó hacia el sur en la región del Itsmo de Tehuantepec. Aquí presentamos esta extrardinaria toma de 1860 del Gran Palacio de Mitla y su patio central, en Oaxaca. La obra de Charnay, tanto la arqueológica, sus notas, como sus fotografías ha sido recogida en múltiples publicaciones, desde la orginal en 1863 Cites et ruines americaines, hasta nuestros días incluso, ya que provee de una valiosísima información que nos permite retroceder en el tiempo y comprender no sólo el estado en que se encontraban los restos de las ciudades antiguas de México en el siglo XIX, sino la inmensa sorpresa que debió haber provocado el enfrentrarse con la magestuosidad, belleza y misterio, de estas construcciones, cuando nada o casi nada se sabía de ellas.
sábado, 11 de septiembre de 2010
Asi fue, así es México (entrega No.10)
Sin que esta fuera realmente la intención, quizo la fortuna que inmediatamente después de presentar al Diego Rivera europeo, ahora traiga hasta estas líneas al Octavio Paz (1914-1998) internacional. Y digo que es mera casualidad porque me imagino que Paz hubiera deseado ser expuesto como el reverso de la medalla de Diego Rivera, es más muchos de sus textos dedicados al arte moderno mexicano fueron punzantes dardos en contra del maestro del cubismo. Y es probable que a Rivera tampoco le hubiera molestado ser la antípoda de Paz, pues a diferencia del premio Nobel de literatura del `90, entregado en apariencia a sólo "poetar" el muralista, bien se sabe, siempre estuvo a favor de un arte al servicio de la revolución.
El hermoso retrato de Paz que aquí ofrecemos, de Juan Rodrigo Llaguno (1964), nos deja ver a un confiando, seguro y bien plantado escritor en la plenitud de su edad y capacidades físicas e intelectuales que con gusto observa los gestos de Llaguno para poder ser retratado.
A pesar de la oposición ideológica que separó a Rivera y Paz, no cabe duda que uno y otro se entregaron generosamente a su tarea y con ello al enriquecimiento de la cultura en nuestro país. A Diego le debemos metros y metros cuadrados en que expuso una parte de la visión que su generación se quiso hacer sobre nuestra historia y cómo legarla al futuro. Paz con sus textos, reflexiones y críticas sobre la estética del arte moderno en su versión nacional, nos regaló la otra mitad de esa misma visión del pasado mexicano y sus implicaciones en el presente. Entre ambos crean una de las ramas más sólidas de la cultura mexicana de nuestros tiempos.
viernes, 10 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.9)
El personaje que aparece en la fotografía de la derecha, por si aún no lo reconocen, es Diego Rivera (1886-1957) en una parada durante su primer estancia en Europa en 1907. En aquella ocasión primeramente arribó a España en dónde abrevó de los pintores más importantes del Modernismo penínsular. No obstante, España le quedaría chica al enorme (literal y físicamente) Rivera y en 1909 decide marchar a París, ya para entonces la meca del arte contemporáneo. Un año durará allá para regresar a México en el momento en que estaba a punto de iniciar el movimiento que depondría, en primer instancia, al viejo dictador Porfirio Díaz. Regresará al viejo continente, ahora si directo a París, en 1911 y no volverá a su paìs natal hasta pasados 10 años. Mucho es lo que aprendió y desarrolló Diego Rivera en esta larga década, se podría decir que estaba decantando las ideas y propositos que haría realidad a su retorno a México. Sin despreciar, por supuesto, esto último, quiero pensar que Rivera ocupó estos años en convertirse en uno de los exponente más importantes que tuvo el arte moderno a nivel internacional. Quiero ver a Diego no sólo como el aprendiz del Cubismo, sino como aquel que una vez que asimila la lección es capaz de transformarla y llevarla a otro nivel, me parece que eso fue lo que realizó todos estos años en Europa, y que al igual que Picasso y Braque, una vez que desentrañó y explotó a su límite los secretos de este movimiento, lo dejó y se dispuso, mejor armado, a buscar nuevos horizontes. Es el momento en que realiza su famoso viaje a Italia, la última prueba para asegurarse de que estaba listo para regresar a su paìs y desde aquí iniciar una revolución artística y cultural infinitamente más importante que el Cubismo, simple y sencillamente por estar involucrado en los temas más sensibles de la sociedad de ese momento, y al decir de la sociedad me refiero no a la de México en particular, sino a la mundial. Este es el Diego que nos debe servir de mejor ejemplo, de un mexicano que se supo imponer globalmente.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.8)
A pesar de los múltiples y muy graves problemas por los que atraviesa y ha atravezado nuestro país, es innegable que ha ido sufriendo transformaciones profundas que, para bien y para mal, lo convierten y lo acercan a otras naciones ya plenamente occidentalizadas. Uno de esos cambios que además como casi todos, es irreversible, es la trasformación de la vida cotidiana conforme las ciudades van creciendo. Pensar en las ciudades como la muestra más clara del bienestar de un pueblo ya no es un sueño moderno, sino una pesadilla contemporánea. Prácticamente incontenible y falto de cualquier tipo de programación y planeación el crecimiento de las ciudad se asemeja más a un cáncer que a los ideales de un McAdam (1756.1836), Haussmann (1809-1891) o Sant Elia (1888-1916), y si tan terrible visión resulta de lo material, es mucho peor en lo humano, en lo social. La imagen que aquí presentamos de Pablo Ortiz-Monasterio (1952), Bacha, de 1989, no deja mucho lugar para la imaginación, la gran urbe ha invadido los espacios otrora íntimos desdibujando las fronteras entre lo público y lo privado, de esta manera asistimos a las escenas más grotescas y bizarras con tan sólo caminar por la ciudad o sentarse a la espera del transporte público. Esta fata de distinción entre uno y otro mundo lleva, por igual, a apropiarse del espacio comunitario, que a socializar las entrañas del individuo, a exponerlas ante los demás. Y si esta acción a la que nos orilla la vida en la ciudad es altamente criticable entre los ricos y famosos, es lamentable entre los más necesitados de un espacio en el que pudieran desarrollarse lo mejor posible.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.7)
Uno de los activos más valiosos que puede tener cualquier país son sus supervivientes nativos, verdaderas reservas de una historia original que, a pesar de todos los avatares históricos por los que puedan pasar, dan sentido al presente y enraizan, como si fueran cimientos, al futuro. Desgraciadamente el elemento nativo fue combatido en el pasado, abandonado a su suerte después, condenado a desaparecer en el presente, quedar como vestigio en el futuro. Los procesos de globalización y occidentalización, materiales e ideológicos, tienden a ir reduciendo las opciones de desarrollo autónomo al que puedan aspirar estos grupos, y en su lugar los empujan a una desigual integración en la que siempre terminan ocupando la base de la pirámide social, hasta que terminan fundiéndose con el lumpen o los estratos más bajos del proletariado urbano o rural, tal y como lo podemos ver en las migraciones a las que se ven obligados por su propia supervivencia.
Por tal razón es que resulta doblemente valiosa la visita que en el pasado hicieran a nuestro país una serie de sabios europeos, pues por una parte llamaron la atención sobre el valor, necesidad de reconocimiento y atención de los grupos nativos, y, por otra, porque en su afán de estudio cargaban hasta con la pesada, incómoda e impráctica cámara fotográfica, nos legaron imágenes como la que aparece en esta entrega. Karl Lumnholtz (1851-1922) fue uno de estos sabios que visitó y amó a nuestro país y nativos de 1890 a 1910, tiempo que le bastó para recorrer nuestro noroeste y convivir con grupos como los Coras, Pimas, Tepehuanes, Tarahumaras y por supuesto los Huicholes. Esta imagen representa a un grupo de shamanes Huicholes y debe estar fechada a mediados de lo década de los 90's del siglo XIX.
Meditar sobre lo que significa este grupo, la sabiduría que cada uno de estos persobajes ha acumulado, y la seriedad con que toman su papel frente a la cámara de Lumholtz, representa lo que hemos perdido con su marginación y, lo que es peor, con su lenta extinción.
martes, 7 de septiembre de 2010
En la feria
El pasado fin de semana se llevó a cabo la Zona Maco en su versión regiomontana, puesto que también se realiza en la Ciudad de México; o lo que es lo mismo, tuvo efecto, aquí en la ciudad, la única Feria de Arte Contemporáneo que se realiza en el país. Es más, esta es la única feria de arte que se hace en México como tal y eso que se trata de una tendencia mundial, hay un circuito internacional y se compite, turística, económica y culturalmente, por ver qué ciudad es la que tiene la mejor y más grande feria de todas, en donde mejor quiere decir la que atrae a los galeristas más famosos con sus artistas mejor ranqueados; a la crítica más influyente; y por supuesto, a los compradores más gordos.
El fenómeno de las ferias es contemporáneo y se distingue de otro tipo de eventos como pueden ser las bienales por su finalidad claramente comercial. Es importante, al momento de valorar la experiencia, no perder de vista esta característica y su finalidad: la feria —esta o cualquiera— consiste en la reunión de un puñado de galerías que por el lapso de unos cuantos días, ofrecen al público, simultáneamente, la obra que habitualmente manejan. Dependiendo de la fama del evento será el número e importancia de las galerías, artistas expuestos y compradores.
Hay que agregar que esta versión de la Zona Maco, tiene como sede un hotel, quien generosamente facilita las habitaciones de tres o más pisos para que funcionen como espacios de exhibición, no importa si se trata de la cama, el recibidor, o el baño.
Dado el momento que vive el país y más nuestra ciudad, creo que todos deseamos que eventos como este no sólo sean todo lo exitosos que merecen sino que se multiplicaran y fueran elementos determinantes para el desarrollo de ciudades como esta que algún día se atrevió a pensar que podría ser inteligente. Pero esto mismo nos obliga a hacer por lo menos un de observaciones que no tienen ningún otro fin que el de contribuir modestamente a que cada día tengamos más y mejores eventos.
Entiendo que tratándose de cuestiones comerciales resulta complicado saber exactamente qué es lo que cada galería o expositor va a presentar. Entiendo, igualmente, que el mismo costo tiene traer hasta Monterrey a los más destacados productores que se maneja que a los que no se les pone igual atención, o a los que se cree venderán más por ser nativos o estar relacionados por alguna razón con la ciudad. En este sentido, desde mi punto de vista, hubo pocas o ninguna novedad. Claro que destacan, por ejemplo, los trabajos de Iñaqui Bonillas o los de Maria Fernanda Barrero en Alternativa Once, las fotografías de gran formato que presentó Luis Adelantado y sobre todo los productores que se exhibieron en Perugi Contemporanea, los más frescos e interesantes de todo lo que se trajo. Así que en este sentido yo esperaría que se hiciera un mejor esfuerzo por exhibir verdaderamente a los “big-shots” a fin de atraer más público y por supuesto coleccionistas.
Mi siguiente observación tiene que ver con el espacio o con la sede o como se quiera ver. Es sabido que este tipo de intervenciones son como que muy novedosas y harto modernas, pero repetir la misma fórmula no parece lo más acertado dado que ya se sabía de los problemas que representa la circulación de los visitantes por pasillos y escaleras del hotel, y no se diga dentro de cada cuarto que no está diseñado para recibir, ya no a multitudes, sino a más de una docena de personas simultáneamente. Si esto incomoda, es una limitante para la presentación de los trabajos, muchos de los cuales requieren de espacio y distancia para ser apreciados correctamente. Incluso la estreches de espacio, que puede funcionar para la intimidad, se convierte en un obstáculo para los galeros que tienen que estar comerciando, ahora sí que en medio de la plaza pública.
No pongo en duda ni devaluó el enorme esfuerzo que ha de significar organizar y realizar un evento como este; espero hayan logrado sus metas, tanto los organizadores como las galerías que se atrevieron a llegar hasta acá. Ahora es el momento de dar un paso adelante y poner a la feria de arte contemporáneo de Monterrey, en otro nivel.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
lunes, 6 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.6)
Todo país guarda en algún lugar de sus ciudades, lo mismo las grandes que las más pequeñas, una muestra de su pasado, no del material que puede o no ser sostenido y valorado adecuadamente, sino del no tangible, del que se hace presente en cierto tipo de costumbres, hábitos, formas de interacción social, creencias. Personas, conductas y objetos de uso diario se convierten en correas de transmisión entre el presente y una historia que nunca fue contada pero que es el tejido real, vivo, del ayer. La fotografía, desde su aparición, han jugado un papel determinante en la preservación de ese pasado sin mucho más que hacer que simplemente registrarlo y mostrarlo, hacerlo evidente a los demás, al presente y a quienes en el fututo quieran conocerlo a pesar de no reconocerlo en sus propia realidad. En México, aún fotógrafos tradicionalmente más preocupados por el formalismo, son tentandos de vez en vez para incluir en su quehacer este tipo de temática, tal y como sería el caso de Lázaro Blanco (1938) de quien presentamos aquí un ejemplo de su más reciente exposición Temporarios. Y es que es difícil no hacerlo en las ciudades de este país en las que a la vuelta de cada esquina, a la mitad de cualquier calzada, en la sombra de los járdines o en las afueras de las factorías, está aguardando una imagen de ese pasado que no termina de irse por más que la modernidad de las ciudades haga todo lo posible por irlo empujando fuera de cuadro.
domingo, 5 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.5)
Una de esas historias por las que es difícil pronunciarse es la de Maximiliano de Habsburgo (1832-1867), quien mediante engaños aceptó inocentemente encabezar el Segundo Imperio Mexicano que tuvo fugaz pero intensa vida, de 1863 a 1867, llorado aún, aunque no se crea, por los más recalcitrantes conservadores.
Salvo un mural de Orozco (Chapultepec) y otro de Rivera (Palacio Nacional), no hay muchas otras representaciones de Maximiliano en el arte moderno mexicano, curiosamente, quien más se ocupó de este triste personaje fue Edouard Manet (1832-1883) quien realizó por lo menos tres versiones de su fusilamiento en el cerro de las Canpanas, en Queretaro, probablemente inspirado en un fotomontaje que circuló ampliamente por Europa y que el impresionista convirtió en una versión franco-mexicana de los Fusilamientos del 3 de mayo (1814) de Francisco de Goya.
El fotomontaje del fusilamiento del pretenso emperador de los mexicanos, tiene la siguiente historia. François Aubert (1829-1906) quien llegó a México casi de la mano de la corte real, en 1864, se convirtió en algo así como el fotógrafo oficioso de Maximiliano. El día en que éste finalmente fue fusilado, el fotógrafo "oficial" no se encontraba presente por lo que tuvo que conformarse con documentar el hecho con imágenes como la que aquí presentamos (el cadáver de Maximiliano antes de ser embarcado a Europa) o la más famosa de ellas, la de la camisa ensangrentada y perforada por los impactos de bala que recibiera el frustrado emperador del pelotón de fusilamiento. Además, es muy probable que el propio Aubert relizara la composición trucada que hizo llegar a los editores del viejo contienente quienes la convirtieron rápidamente, en un best seller.
Si nuestros productores plásticos no se han ocupado de la figura de Maximiliano, por lo menos sí contamos con los trabajos de Aubert y una historia que relata una de las primeras falsificaciones de la fotografía documental o de guerra.
Salvo un mural de Orozco (Chapultepec) y otro de Rivera (Palacio Nacional), no hay muchas otras representaciones de Maximiliano en el arte moderno mexicano, curiosamente, quien más se ocupó de este triste personaje fue Edouard Manet (1832-1883) quien realizó por lo menos tres versiones de su fusilamiento en el cerro de las Canpanas, en Queretaro, probablemente inspirado en un fotomontaje que circuló ampliamente por Europa y que el impresionista convirtió en una versión franco-mexicana de los Fusilamientos del 3 de mayo (1814) de Francisco de Goya.
El fotomontaje del fusilamiento del pretenso emperador de los mexicanos, tiene la siguiente historia. François Aubert (1829-1906) quien llegó a México casi de la mano de la corte real, en 1864, se convirtió en algo así como el fotógrafo oficioso de Maximiliano. El día en que éste finalmente fue fusilado, el fotógrafo "oficial" no se encontraba presente por lo que tuvo que conformarse con documentar el hecho con imágenes como la que aquí presentamos (el cadáver de Maximiliano antes de ser embarcado a Europa) o la más famosa de ellas, la de la camisa ensangrentada y perforada por los impactos de bala que recibiera el frustrado emperador del pelotón de fusilamiento. Además, es muy probable que el propio Aubert relizara la composición trucada que hizo llegar a los editores del viejo contienente quienes la convirtieron rápidamente, en un best seller.
Si nuestros productores plásticos no se han ocupado de la figura de Maximiliano, por lo menos sí contamos con los trabajos de Aubert y una historia que relata una de las primeras falsificaciones de la fotografía documental o de guerra.
sábado, 4 de septiembre de 2010
Así fue, así es México (entrega No.4)
Ni falta hace insistir en el papel fundamental que juegan los productores de objetos de arte en la formación de la conciencia de un país. Los muralistas lo hicieron en su momento para México, posteriormente los miembros de la Ruptura en el '68, y en la contemporaneidad figuras como la de Adolfo Patiño (1954-2005) a quien presentamos aquí en uno de sus múltiples autorretratos. También conocido como Adolfotógrafo es muy probable que haya sido uno de los primeros productores totales de este país y uno de los primeros en recurrir a la fotografía no para convertirse en fotógrafo en el sentido tradicional del oficio, sino como un medio más a su alcance para expresar la amplia variedad de intereses e inquietudes que siempre expresó en su trabajo. No obstante, haría mención a un par de núcleos alderredor de los cuales giró buena parte de su obra. El primero de ellos fue señalar una y otra vez, que la labor del productor está relacionada más con las ideas que con habilidades manuales específicas (a pesar de que si hubo un productor en ese momento que ponía especial atención a lo técnico y buen acabado de la obra lo fue él) y en este sentido debemos verlo como un precursor o como quien fue al parejo de otros productores conceptualistas de México. Y el segundo de estos núcleos, fue la crítica que siempre ejerció en contra de los santones del arte y la cultura de este país. Las ideas que debe manejar el productor, las que debe saber expresar, a las que debe dar prioridad, son, en el caso de muchas de sus piezas, aquellas que tienen que ver con una visión irónica, sarcástica, mordiente y despiadada en contra de esos íconos que contra viento y marea la posición oficial trata de imponer como representantes del arte mexicano del pasado, del presente y del futuro. Y, curiosamente, al mismo tiempo Patiño se mostraba respetuoso, tolerante y fraterno con las muestras más entreñables de la cultura popular y/o massmediatica, de la que muchas veces supo nutrirse para realizar la suya propia. Sin ser una exageración, de eso estoy seguro, el arte mexicano de este momento no sería lo mismo sin haber recibido la fresca y vivificante influencia del pensamiento y obra de Adolfo Patiño.
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