Tal y como se explica, para quienes están familiarizados con
la literatura de ficción científica y/o sus derivados del cine y la televisión,
no tiene ninguna sorpresa o contradicción el extraño título de la exhibición
que se presenta en MARCO a partir del 24 de mayo: El mañana ya estuvo aqui.
Se trata,
posiblemente, de una de las mejores muestras que en los últimos años ha tenido
el Museo, y a pesar de que mantengo con ella un par de observaciones que me
llevan a cuestionar su resultado, no se puede negar que tras ella hay una
sólida investigación y la elaboración de una nueva lectura sobre el trabajo de
ciertos artistas que, como también se dice en las cédulas de la muestra, toman
al pasado y su indagación como material o punto de partida para su obra.
Habría que
destacar, así mismo, la experiencia que ya va acumulando el MARCO en el montaje
de esta clase de exposiciones y aunque en esta ocasión la museografía no lleva
el crédito de su personal (se le da a la curadora de la exhibición, Julieta
González), sí se puede decir que sin su concurso y ese conocimiento que ya
poseen, la exhibición no estaría tan bien presentada.
Simplificado
al máximo El mañana ya estuvo aquí,
presenta un conjunto de piezas contemporáneas
(la mayoría de ellas instalaciones con
video) que de una u otra manera abordan
temas que durante la segunda mitad del
siglo XX tuvieron más que nada relevancia socio-política, temas que, además, llegaron a ser abordados por algunos artistas del momento (la guerra fría, la amenaza nuclear, la carrera espacial, la planificación urbana, etc.)
Hasta ahí todo bien, son éstos trabajos interesantes que nos permiten ver cómo se pueden interpretar o re-elaborar las preocupaciones de nuestros padres o abuelos. No obstante, la exhibición no se detiene ahí sino que, tal y como lo justifican, a fin de contextualizar las obras actuales, a su lado han dispuesto trabajos del pasado, Tamayo, Dubuffet, Agam, Sakai, Moore, Goeritz, etc., piezas, en las
que, según esto, también van implícitos aquellos temas. Si así como está la muestra trato de leerla teniendo
presente su propósito, no entiendo que
tiene que hacer la obra del siglo XX en
ella pues en realidad no aporta nada, es
decir no funciona como variable contextualizadora de las más contemporáneas.
Al margen de
si es o no requisito que en toda exposición que organice el Museo Tamayo (de
donde viene esta) se tengan que incluir piezas de su propia colección, creo que
estamos ante dos muestras que al intentar unirlas, hicieron una sola mayormente
confusa, o, si se prefiere, menos accesible para el público general.
Una de estas muestras
sería la que comentamos en un principio, obras contemporáneas con temas tratados
en el pasado o con preocupaciones que fueron elaboradas por artistas del
pasado, y otra muy diferente la que mostrara cuáles fueron las concepciones que
los productores del siglo XX tuvieron del futuro, entonces, ahí sí, tendría
sentido presentar a Tamayo y sus visiones del cosmos, los proyectos urbanos de
Le Corbusier, las investigaciones con computadora de Felguérez, o el cinetismo
de los sudamericanos, Soto, Cruz Diez, Le Parc, etc.; y en esta otra versión,
quizás como epílogo, sí incluir lo que productores de este momento ven respecto
a lo que abordaron aquellos.
Entiendo bien
que se trata de dos exposiciones diferentes, pero más que eso, que se trata de
dos visiones de cómo organizar una exhibición ya sea de este tipo o la más
sencilla de ellas: Se trabaja a partir de las piezas que se van sumando y
haciendo aparecer la idea que guía su selección, o se trabaja teniendo como
arranque un discurso, una serie de conceptos ya elaborados e
investigados que ahora han de ser ilustrados por esta o aquella pieza. Una no
es mejor que la otra, todo depende de qué lado de la carreta quieres poner a
los bueyes, atrás para que empujen o delante para que jalen, en medio ni para
atrás ni para adelante.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com