Jean Brueghel. La visión. De la serie de alegorías sonde los 5 sentidos. 1617-18
Quizás no exista ningún otro pensamiento tan valorado y
complejo como el de la libertad. Su aplicación y uso tiene múltiples
implicaciones individuales o grupales, morales, jurídicas, políticas y
filosóficas. Es un derecho, pero también una responsabilidad. En su nombre,
bien lo sabemos, se han cometido toda clase de atrocidades, como también de
actos que engrandecen al hombre como especie.
Asociada a él
está la idea del libre albedrío, también con extensiones de tipo religioso,
ético, psicológico, legal y hasta científico. De manera simple y apretada el
libre albedrío es la creencia según la cual los humanos somos capaces de elegir
y tomar nuestras propias decisiones. Como se sabe, sobre su existencia se
encuentra abierto un debate permanente entre quienes la defienden como parte
esencial e inalienable del hombre, y quienes creen que, en realidad, no tienen
nada de libres las decisiones que tomamos, sino que se encuentran
condicionadas, dependen, de una gran cantidad de factores sobre los que el
individuo no tiene control alguno.
Hace una
semana afirme que el arte era nuestra última fantasía respecto al libre
albedrío, ahora trataré de explicar por qué.
Jean Brueghel. Alberto Magno visita la galería de Apeles. .c.1628
Aunque no lo
admitamos así, cada vez estamos más consientes de que nuestra vida cotidiana y
todo lo que sucede en ella, depende no de nuestras decisiones sino por lo que
otros ya han optado por nosotros; el ejemplo más sencillo que se me ocurre en
este momento, es el de la moda, y más grave aún, el de los medios de comunicación
que deciden qué temas son los que importa tratar y discutir. En estos casos, a
pesar de que en apariencia uno es el que toma la decisión, no se cae en cuenta de
que el número de posibles elecciones está definido de antemano y que cualquiera
que sea la decisión, conducirá a lo ya definido. Reparar en esta situación
contribuye, junto con otras tantas variables, a crear el clima de desencanto
que caracteriza a nuestra sociedad actual.
Mientras que los
terrenos económico, laboral, político y hasta social, dependen de fuerzas cada
vez más alejadas de nosotros, el del arte da la impresión de escapar de esta
situación y permitir, y hasta cultivar, la entera libertad creativa del
individuo. Antes de continuar, viene al caso que hagamos tres anotaciones. La
primera de ellas indica que habrá que distinguir entre la producción de
aficionados y la de los profesionales. Segunda, que existe una cierta idea general
que se ha extendido sobre lo que es o debe ser el arte. Y, tercera, que los
objetos al ser considerados más como mercancía que como puro “arte”, dependen
principalmente de su cotización, no de su apreciación.
David Teniers. El archiduque Leopoldo Guillermo visita su galería de pinturas. 1651
Si reunimos
estos tres apuntes, nos será más claro ver por qué conviene creer en la
práctica de las artes como el campo ilimitado de la libertad individual, ya que
de esta manera es más sencillo distinguir, separar, discriminar la práctica
profesional de la amateur; sostener una idea general de arte, que incluso se
alimente o fortalezca de sus “enemigos”; y mantener dinámico, a la par de
cualquier otro, al mercado del arte. De ser esto verdad, entonces el campo del arte estaría tan sobre- determinado como
cualquier otro; de manera simplificada diríamos que la supuesta libertad de creación únicamente aparecería
dentro de las practicas profesionales, y de entre estas en las que se acercaran
más a la idea general de arte, que a su vez serían las que mayor cotización
alcanzan en el mercado.
No caigamos en
la ilusión de que mi capacidad de elección está a salvo si en lugar de pintar
un cielo azul lo hago de café o si en un retrato decido poner tres en lugar de
dos ojos. Elegir uno u otro color nada tiene que ver con lo que se ha planteado
aquí, sí en cambio con la decisión de pintar un paisaje con cielo café o un
retrato con tres ojos, esa decisión es la que está condicionada, acotada por
los tres apuntes que hemos hecho, y así lo ha estado desde que nos bajamos del
árbol.
No veamos
estas líneas como un atentado contra la sagrada libertad que tanto nos ha
costado ganar. Hay que entenderlas como otra manera de problematizar el mismo
tema, como un medio para hacernos de otras herramientas que nos permitan
comprender mejor la naturaleza de eso que llamamos Arte.
Publicado originalmente por Milenio Diario.
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: www.kingsacademy.com; www.puzzleando.com; www.jdiezarnal.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario