Con las líneas que siguen se cierra el mini-ciclo iniciado
hace quince días dedicado a la comprensión de uno de los fenómenos más complejos del quehacer humano,
aquel que conocemos bajo la denominación Arte. Obviamente con estos textos, Arte, Libertad y el de hoy, no pretendo satisfacer ni colmar el tema; no
creo que a través de ellos nos hayamos acercado un poco más al entendimiento
que requiere hoy día tal fenómeno, aunque sí espero, por lo menos, haber
inquietado a alguien o llamado su atención, de ser así cobra sentido este
diálogo que busco sostener con cada uno de los lectores, semana a semana.
Hablo de
fenómeno y no de Arte a secas, para tratar de comprender como es que ciertos
objetos se convierten o asumen el valor Arte, y para hacerlo es necesario ir
más allá del objeto, no basta con desarmarlo, sino que hay que ubicarlo en
distintos contextos y condiciones hasta encontrar aquella o aquellas en las que
mejor parece se lleva a cabo el fenómeno, estos es, en la(s) que un objeto
cualquiera deviene en arte.
Como fenómeno
que es, como producto del quehacer humano, el arte se encuentra históricamente
situado y socialmente determinado. Ningún objeto, material o inmaterial, escapa
de estas dos dimensiones.
Hoy día decir
que entre arte y sociedad existe una íntima relación, o que el arte depende de
su sociedad, e incluso que es un reflejo de ella, ha dejado de ser tema de
discusión, es decir se da por un hecho. Pero si bien todos estamos de acuerdo
con lo anterior (o casi todos), lo que no está muy claro, o en donde no todos
coincidimos es en cuáles son los mecanismos, los procesos, la trama a través de
la cual se manifiesta o se ejecuta esta relación.
Al decir que
el fenómeno que llamamos Arte se encuentra históricamente situado, lo que se
quiere dar a entender es que esos objetos dependen de lo que en ese momento de
la historia se conoce, se acepta, se hace. No existen objetos contemporáneos
primitivos, como tampoco los hay que se adelanten a su tiempo como tantas veces
se ha dicho. Socialmente determinado significa que son las diversas dinámicas
sociales las que específicamente definen qué y cómo ha de ser el objeto de
arte; debe ser obvio que ese qué y cómo, no son los mismos a lo largo de la
historia, sino que mudan conforme pasa el tiempo y las sociedades se
transforman.
La semana
anterior afirmé que la decisión de pintar un retrato con dos o tres ojos, no
tiene nada que ver con el cuestionamiento del libre albedrío. Y así es, esa
decisión pertenece al ámbito del individuo y es tan fuerte y se encuentra tan enraizada
en nosotros que nos causa la ilusión de libertad, incluso hay quienes creen que
sin esa libertad no sería posible la “existencia del arte”. A lo que se refiere
la determinación social del arte, no es a lo que el individuo decide o deja de
hacer, sino a su interacción social, su participación en una dinámica social
particular en la que se desempeña como arquitecto, contador, comerciante o
“artista”; todos y cada uno de ellos está determinado en su quehacer
fundamental por su sociedad, y más allá de ella, por el momento histórico en el
que le ha tocado vivir. ¿Después de haber pintado la serie de los Lirios
Acuáticos, porqué Monet no proclamó la pintura abstracta o informalista? Simple
y sencillamente porque ni social, ni históricamente, era posible hacerlo. ¿En
algún momento Monet sintió que su libre albedrio corría algún riesgo? No lo
creo. Todo lo contrario, tan libre se sintió de pintar lo que quiso, que llevó
(junto con otros por supuesto) a la pintura hasta el borde mismo de la
Modernidad.
Todo lo
anterior no es más que una pequeña rendija por la que podemos mirar al interior
de este fenómeno, y constatar que lo verdaderamente complejo, como se ha dicho,
se encuentra en dar con esa correa de transmisión a través de la que se pasa
del terreno puramente social al individual. Esta “correa de transmisión” no es
la misma en todo momento y sociedad, es más, hay que estar conscientes de que
hoy pueden participar como medios de esa correa procesos y/o normativas, que
ayer o mañana, ni serán los mismos, ni su influencia se sentirá de igual forma.
Esto es lo que hace fascinante el estudio del arte, lo que lo convierte en
fenómeno digno de analizar y en buen tema de conversación.
Publicado originalmente en Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: www.sobremalaga.com; www.coca-cola-art.com
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