Cuando supe de la inauguración de la XI Bienal Monterrey
FEMSA (agosto 14) en las salas del Centro de las Artes en el Parque Fundidora,
mi primer impulso fue dedicarle dos columnas, puesto que desde hace dos bienios
han tomado el esquema de invitar productores extranjeros, lo que hace que en un
espacio tan breve como este sea complicado abordar un tema con tantas y tan
ricas aristas. Después de visitar la exposición, me arrepentí y llegué a pensar
que una sola entrega era más que suficiente. Recuperado de la primera
impresión, regreso a la idea de las dos partes, pues como sea hay mucho qué
decir.
Creo que por
primera vez me enfrento a una exhibición que no sé cómo abordar, no alcanzo a
comprender, y no veo cómo explicar. Trataré de tocar un par de puntos que me
parecen más relevantes sin profundizar en ellos, de hacerlo ni en dos, tres o
más partes tendría espacio suficiente para terminar con mis observaciones.
Es evidente
que el Centro de las Artes ha hecho una cuantiosa inversión en su equipamiento
museográfico, razón por la cual, es lógico, no quiera modificarlo en demasía.
El problema es que su inmovilidad, su configuración permanente, se convierte en
un obstáculo que algunas veces será
fácil sortear, otras, como en la Bienal FEMSA, no. Desde mi punto de vista, la
exposición, sobretodo en la sala que no es la de la Fototeca-Cineteca, más
parece una invitación a la estética del caos que a conocer la selección de
piezas que la conforman. Limitantes que, quiero entender, también imposibilitaron
que todos los artistas invitados se puedan presentar juntos, lo que, incluso,
hubiera contribuido a una mejor comprensión de su propuesta. Así que de preguntarme
(lo que nunca sucederá) si creo que el espacio es adecuado para la exhibición
de esta muestra, mi respuesta sería que de mantenerse el mismo equipamiento en
su actual emplazamiento, no lo es.
Siempre que se
trata de eventos de este tipo, en los que hay uno o varios ganadores, me
abstengo de hablar sobre lo premiado porque sé muy bien que tal distinción
depende de una amplia variedad de razones y que de formarse otro jurado otro
sería el resultado. Lo que sí creo poder decir, es que en este caso, la muestra
de piezas seleccionadas me deja una sensación de déjà vu, es decir, no encuentro en lo visto (aunque debo insistir
en que por el arreglo museográfico me cuesta trabajo hacerme de una idea global
de todas las piezas como conjunto, como el Salón que, supuestamente, deben
formar), algo lo suficientemente poderoso, incisivo o retador, como para
vislumbrar, por ahí, lo que se está produciendo de nuevo en el país y que sea
distinto a lo ya visto años atrás. Incluso el muy gracioso ropero de David
Garza no deja de ser nieto de la escultura que hace años Antoni Tàpies propuso
como homenaje a Picasso en una plaza pública de Barcelona.
Y lo mismo se podría
decir de la goma enorme de Sebastián Beltrán, la cinta métrica de Alejandro
Equihua, el “Gego” de María García Ibáñez, o las esculturas suaves de Héctor
Velázquez, y como si el arte mexicano no estuviera saturado de autos
VolksWagen, de “bochitos”, aquí le suman uno más, el de Gustavo Villegas. No es
que esperara ver novedades o espectaculares innovaciones, pero sí algo
diferente, incluso el video que en otras ocasiones es muy rico, ahora se ha
limitado a un par de ellos, que de no haber participado nada habría sucedido.
La fotografía
que, siendo en su mayoría de interés y más propositiva que lo que se ve en
otros medios, no llega a ser convincente, salvo el trabajo presentado por Juan
Rodrigo Llaguno. Con todo, se salvan de la quemazón, Melba Arellano, Pablo
López Luz, Oswaldo Ruiz y Alejandro Cartagena. Una nómina, como se ve, mucho
más nutrida que la de la pintura, el dibujo o la escultura.
Quiero pensar
que este lánguido resultado sólo en parte es imputable al jurado, más bien,
creo yo, se debe al envío recibido. En la exposición se montaron 65 obras de 40
productores, es fácil imaginar cómo estarán las tres mil y pico que no fueron
seleccionadas. Estas cantidades y la impresión que me llevó de lo expuesto, es
lo que entre otras razones, me llevó a decidir escribir, siempre sí, una
segunda parte del mismo evento. Espero contar con su paciencia y comprensión.
Publicado originalmente en Milenio Diario.
Ver también www.artes2010.wordpress.com