Quiero tratar, aunque sea superficialmente, dos temas
relacionados entre sí. En común tienen el centenario del inicio de la Gran
Guerra o Primera Guerra Mundial (28 de julio de 1914) mismo que, como no habrá
pasado desapercibido, se conmemoró hace unos días.
El simple hecho de
señalar que entre este momento y aquellos acontecimientos median 100 años, los
hace aparecer como algo no sólo verdaderamente viejo, sino muy lejano a nuestra
cotidianidad. La verdad, más bien, y desde mi modo de ver, parece que es
exactamente al revés, es decir lo sucedido hace 100 años en Europa ni es viejo,
ni extraño a lo que pasa hoy día.
La Gran Guerra fue,
como episodio bélico, única en tanto que nunca se había visto algo semejante,
ni en su tiempo, ni 100 años después. Y eso que la califica tan bien, lo
inédito, lo extraordinario, lo nunca antes concebido, su novedad en pocas
palabras, es lo que la convierte en una manifestación del espíritu no sólo de
su época sino de todo el siglo XX. No hay campo del conocimiento, de la
producción y la tecnología, de las humanidades, del arte, de la sociedad y su
gobierno, que esos primeros 20 años del siglo no hayan tocado con el mismo
espíritu, el de lo nunca antes visto. Tomemos en cuenta que para 1914 ya se
había pintado las Señoritas de Avignon
(1907), Kandinski había abierto las puertas de la abstracción (1910), el Dadaísmo
había iniciado (1916) lo mismo que el Cubismo (1907) y el Futurismo (1909), la
Revolución Rusa iniciaría en el ‘17, siete años después de la nuestra, y en el ’18,
año en que cesan las hostilidades, el mundo viviría una muestra de lo que puede
ser una plaga moderna con la Gripe Española que mató a más personas que la
misma guerra.
Soy incapaz de agregar
algo más a lo expuesto por Susan Sontag sobre la fotografía de guerra (Ante el dolor de los demás, 2003), lo
que sí puedo decir es que si hubiera que seleccionar algún momento en que la
fotografía se convirtió verdaderamente en un instrumento democrático (popular
ya lo era desde su aparición en 1839), muy probablemente escogería este del que
venimos hablando, 1914, la Primera Guerra Mundial. Aunque, como se sabe, la
tendencia a implementar cámaras más sencillas de emplear y de llevar, de
hacerlas portátiles, venía de tiempo atrás, fue ahora que terminan por imponerse
sus ventajas, a lo que en mucho contribuyó la aparición, precisamente en 1914,
de la cámara Leica. El oportunismo de George Eastman lo llevó a lanzar el
modelo que llegó a conocerse como la cámara del soldado, del cual vendió,
literalmente, millones (sin hablar de su participación en el desarrollo de la
fotografía aérea). A su iniciativa le siguieron otras armadoras, como su
competidora, la Ansco, que tuvo un éxito similar con sus modelos para el frente
de batalla. Si puede afirmarse que la Gran Guerra puso en manos de cada soldado
(francés, americano, alemán, ruso o australiano) una cámara fotográfica, lo
mismo puede decirse respecto a la circulación de imágenes, nunca antes habían
ido y venido tantas fotografías como a partir de estos eventos pues no sólo los
diarios y las revistas demandaban más fotografías que mostraran los sucesos
bélicos, sino también las familias y amistades de los combatientes; era la
novedad.
De hace 100 años a la
fecha ¿entendemos mejor el arte que a lo largo de este lapso se ha producido;
reconocemos la herencia e influencia que sigue ejerciendo aquella mítica vanguardia?
Y si la novedad sorprendió a todos ¿qué hemos hecho para salir bien librados
del asombro?, ¿o es que 100 años no son suficientes para asimilar tanto
cambio?, ¿o ni con 100 años somos capaces de aprender y aprehender de y lo que
ha sucedido a partir de entonces?
Imaginemos cuántas imágenes fotográficas
(dejando incluso fuera a las digitales) se han generado a lo largo de 100 años,
¿entendemos mejor la imagen y sus efectos?, ¿han servido de algo, además del empleo
primario de informar?, ¿la democratización en la producción de fotografías nos
ha llevado a la tiranía de la imagen?
Aunque luctuoso, el centenario de la Primera
Guerra Mundial, también debe recordarnos que nuestra cultura viene directamente
de lo que ahí se hizo y se dijo, somos, como tantas otras cosas, su
consecuencia.
Publicado originalmente en Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: www.taringa.net
www.jotdown.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario