Para estas cosas del lenguaje soy verdaderamente malo, pero,
si no me equivoco, desde la primaria me enseñaron que no es lo mismo hablar,
dirigirse, a los demás empleando la 3ra persona del singular Usted, que la
segunda, Tu. El usted es una fórmula de respeto, que implica distancia social
(económica, familiar, educativa) y poca o nula amistad. Esta distinción no
aplica para algunos países de centro y Sudamérica, Costa Rica, Colombia,
Venezuela, en donde el usted se emplea como si fuera el tuteo mexicano.
Me sirve esta
distinción para introducir mi comentario a la exposición Cuídese mucho de la productora Sophie Calle, inaugurada el pasado
11 de abril en el MARCO. Ya que toda la muestra está basada en un mensaje
electrónico (e-mail) que así concluye, me parece pertinente aclarar que hay una
gran diferencia entre cerrar una misiva de este tipo diciendo “Cuídate mucho”
que usando la tercera persona, “Cuídese mucho. Si se lee la despedida o el
resto de la carta de acuerdo a una u otra persona el significado puede ser muy
diferente.
Como es
posible ya sepan, la exposición fue concebida a partir de un correo electrónico
recibido por Calle en donde su amante X decide poner fin, romper, su relación
con ella. Este texto (que por cierto no recuerdo haberlo visto en francés) lo
distribuyó entre 107 mujeres seleccionadas por su profesión o algún tipo de
habilidad, y les solicitó lo contestaran por ella, lo actuaran, lo interpretaran,
lo descifraran. El resultado del ejercicio, son las fotografías, videos y
transcripciones que se muestran en la exposición.
Sin duda se
trata de una extraordinaria muestra, llena de sugerencias y un ejemplo para
todos aquellos que creen que el reconocimiento se puede obtener de la noche a
la mañana. Si hoy Sophie Calle puede llevar a cabo estos proyectos se debe a
que atrás de ella hay por lo menos tres décadas de trabajo.
Cuídese mucho, como experiencia
museográfica es espectacular pues se han dispuesto todos los medios al alcance
de cualquier museo para montarla, fotografías, videos, dioramas, proyecciones,
etc. Sólo le echaría en cara que no se haya traducido al español la mayor parte
del material que aquí se exhibe. Cierto que Monterrey es una ciudad con un
segmento de su población muy cosmopolita,
que no sólo domina el inglés sino dos o tres idiomas más; pero otros segmentos,
a los que pertenece el gran público, carecen de tan importante herramienta como
para interactuar correctamente con la muestra; qué pena que se tengan que
perder de esta experiencia a la que quizás tendrían mucho que aportar.
El trabajo de
Calle, este y otros que he tenido oportunidad de conocer, me parecen
interesantes, retadores, con una gran capacidad de desarrollo creativo, pero
igualmente me dan la impresión de que al borrar la tenue línea que divide lo
público de lo privado, abre una puerta que difícilmente se puede volver a
cerrar o permite una discriminación más fina entre distintas manifestaciones.
¿Qué diferencia hay entre hacer público el e-mail de Calle y la última peda que
subo al Face-Book, o con las fotos de mi cumpleaños en el club social de moda?
La diferencia es lo que sigue, el desarrollo del proyecto, de acuerdo, pero si
todos tuvieran los medios que la Calle sí tiene, ¿quisiéramos ver las 380
wacareadas que siguieron al día siguiente de mi festejo con mis compas? Quizás
haya quien diga que podría ser interesante, a mí, la verdad, no me interesa en
lo más mínimo.
Hace un
momento apunté que es una pena que una buena parte del público no tenga acceso
al contenido de esta exposición y que con eso quizás se pierden valiosas
aportaciones. Las 107 mujeres seleccionadas por Calle son brillantes
profesionistas, exitosas bailarinas, tiradoras, etc., pero ¿qué pasa con los
miles de mujeres que viven una situación semejante y no puede comunicárselo ni
a su propia familia a menos que arriesguen su vida?, ¿con las que después de
una golpiza son abandonadas?, ¿con las que son amenazadas económicamente en
caso de buscar una separación?, ¿quién habla por ellas, quién les da voz, quién
las ayuda a pasar su propio duelo?
También, creo,
fue en la primaria donde me enseñaron a distinguir entre lo singular y lo
universal; que el valor de lo individual, cuando lo había, consistía en que
representaba lo universal. Qué pena que hayamos olvidado tan sencillas
lecciones.
Publicado originalmente en Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario