Hay exposiciones que dan la impresión de
resistirse a ser comentadas, que van deslizándose por las orillas, saltando de
esquina a esquina hasta que logran pasar desapercibidas por más que uno esté
esperando el momento adecuado para echarles mano.
Tal
es la sensación que me queda de la muestra Parental,
inaugurada en el espacio de la Alianza Francesa, Valle, hace ya más de un mes,
en el lejano 21 de agosto. Que si la Bienal FEMSA reclamaba una conclusión, que
si la lluvia nos mantenía a distancia, que si otras muestras parecían más
importantes e interesantes, por una u otra razón, no había podido visitar la
galería, mucho menos comentar lo presentado.
Tanto
interés por hablar de esta muestra, aun antes de conocerla, se debía, en primer
lugar, a que se trata de un grupo de fotógrafos locales reunidos en el llamado
Colectivo Tr3ce; el tema también tenía que ver con mi interés, o mejor dicho
que se presentara una muestra colectiva bajo un mismo tema, me pareció
interesante; y, en seguida, que el colectivo había sometido su trabajo al ojo crítico
de Juan José Herrera, convirtiéndose así en el curador de la exposición
(desconozco si Juan José es o no miembro del colectivo; puedo suponer que lo
sea pues sólo hay trabajos de 12 integrantes, por lo que, lo lógico, sería que
el miembro número trece fuera él). En síntesis, una exposición de fotógrafos
locales curada por un fotógrafo igualmente local, en uno de los mejores
espacios que hay en la ciudad para la exhibición de fotografía, ¿cómo no tener
la tentación de hincarle el diente a tanta “localidad”?
Trabajar
en grupo, pareja, con los cuates, asociaciones, colectivos o como quiera
llamársele tiene sus ventajas pero también sus riesgos, uno de ellos es que
todos acaben pareciéndose tanto formalmente como en cuanto al tratamiento de los
temas, máxime cuando hay uno sólo de estos. Creo que podemos ver tal efecto o
consecuencia en esta exhibición. Otro podría ser la connivencia de los compañeros,
es decir, que el grupo te arrope simplemente por ser miembro de él, y no por los
resultados que entregues. Ventajas, son muchas las que se pueden obtener, el
aprender a compartir y trabajar en grupo, y si el nivel de exigencia va
elevándose conforme se consolida el grupo, y la crítica y la autocrítica es
sincera y bien intencionada, se vuelve una costumbre, se hace hábito, el someter
al escrutinio de otros trabajos de calidad. Este es uno de los beneficios que
se obtienen de esa actividad tan rara que se llama “tallerear” (rara no porque
sea extraña sino porque casi nunca se realiza con la disciplina, rigor y
duración que demanda).
En cualquier
caso, ventajas o desventajas, tiene que llegar un momento en el que, como todo
en la vida, te tengas que despedir de los pares para seguir por tu propia
cuenta. Si la agrupación es sana y en
realidad te ayudó volverás una y otra vez, salirte de ella, no quiere decir
romper con los lazos que los unen, exactamente tal y como sucede en una
familia.
Ahora bien, quiero
suponer que Herrera ha sido lo suficientemente exigente como para reducir la
participación en la muestra a una imagen por miembro. En tal sentido qué bueno
que así haya sido pues es evidente que se trata, en la mayoría de los casos, de
una práctica aun en desarrollo, tanto si consideramos estas fotografías
formalmente, como por su contenido (hay que hacer la aclaración que entre los
12 expositores hay uno que presenta un vídeo, Yussel Estrada, trabajado con los
temas de las otros once miembros).
He dicho hace
un momento que me parece hubo cierta “contaminación” en el tratamiento del
tema. Y es que salvo el trabajo de Nora Gómez, que por cierto es un
autorretrato y ella el contacto del grupo, todas las demás imágenes nos ofrecen
un acercamiento, ni siquiera nostálgico al mundo de la familia, sino más bien
triste, en el que priva la soledad, la enfermedad
o el abandono. Flaco favor le hacen a la familia, ninguna de ellas, al parecer,
termina su ciclo felizmente, satisfecha y venturosa.
Como podrá
deducirse, Parental, no es la gran
exposición, los miembros del colectivo que la presenta, no son, ni con mucho,
los mejores fotógrafos de la ciudad, pero da gusto saber y constatar que hay
quienes desde otras trincheras, sin pretensiones grandilocuentes, y con mayor
humildad, se están preparando para lograrlo.
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