martes, 22 de julio de 2014

IN/OUT


Con el fallecimiento de
Doña Márgara Garza Sada de Fernández, México pierde,
a nivel de patronazgo cultural, un elemento irremplazable.
Que en paz descanse.

Hace una semana expresé la esperanza de que los comentarios que hacía no fueran mal interpretados, como tampoco espero lo sean los que siguen a continuación, aunque para las alturas del partido en que me encuentro, lo mismo me debería dar si me consideran grosero, ignorante que inhumano.
Inhumano, es, por cierto y de acuerdo a definición del diccionario, todo aquello falto de humanidad, y lo que yo encuentro en la exposición que se presenta en el museo MARCO, inaugurada el pasado 11 del presente, bajo tal encabezado, es precisamente lo contrario, una humanidad, representada por sus productores simbólicos, preocupada por su actuación en este único mundo que conocemos y que compartimos con otros tantos miles de seres vivos. Quiero decir, de Inhumano la muestra a la que aludo no tiene nada, por el contrario, presenta una serie de piezas a través de las cuales podemos conocer distintas versiones de cómo el grupo de productores seleccionados interpreta la relación o relaciones entre el hombre y su entorno natural.
Ah! Pero no es este inhumano del que habla la exposición sino del otro, el in-humano, y aunque no sé si semánticamente haya alguna diferencia, tipográficamente sí que la hay y por tanto debemos leer en in-humano algo así como la oposición entre el hombre y la naturaleza, o su extrañamiento, y por tanto, las obras que se presentan como expresiones del pensamiento, de la reflexión, que provoca esta situación.
Me he detenido en estas anotaciones -que son un tanto ociosas- debido a que hoy día no basta con presentar una exposición colectiva bajo un mismo tema, sino que tal colección de obras debe servir de vehículo para otras tantas ideas que propone el curador de la exposición. Luego entonces lo que hay que aprender a leer y apreciar son las exposiciones completas y no las obras individuales, tal y como uno juzga un libro por su contenido y no por las palabras empleadas para escribirlo.



Si esta el la situación –y estoy de acuerdo si se piensa que es pura fantasía personal- entones, desgraciadamente, lo que falla en este caso es la exposición y no las piezas que la componen. Me explico. El tema de las relaciones (incluso si se quiere pensar en la simple y llana oposición) del hombre con la naturaleza, con los diversos entornos que ocupa, explota y condena, es tan basto, tiene raíces tan profundas y consecuencias tan importantes, que difícilmente se agota en una muestra, por más variada y amplia que sea. Es uno de esos temas que como hemos visto ha ido ganando prioridad y sin duda, se volverá central en cualquier discusión a nivel local, nacional e internacional, en el los próximos años, por lo que todo o casi todo lo que implique o roce cualquier aspecto en que esté involucrada esta relación, puede ser referido al tema del desastre ecológico en que nos encontramos, al calentamiento global, el maltrato a los animales, los alimentos transgénicos, el hacinamiento de las ciudades, el desplazamiento del campo y las selvas por las zonas urbanas, el cambio climático, etc.
Y esto es lo que nos presenta la muestra a la que aludo, los 17 productores que en ella participan, mal que bien han hecho su trabajo, cada cual teniendo en mente una problemática particular, la que a ellos en lo personal les preocupa pero que no forzosamente coincide con la de la exposición. Yo me pregunto ¿qué tiene que ver un trabajo como el de Claudia López Terroso con las fotografías de Alec Soth?, más aún ¿qué tiene que ver Joseph Beuys en esta muestra? Su acto shamánico, si así se la ha de llamar, en I like America and America Likes Me (1974) está tan lejos de las intenciones y búsquedas de los demás productores como yo de la luna.


A veces a pesar de que todo quepa en un jarrito, no significa que el contenido vaya a ser preservado correctamente. Esta es la tercer exhibición en MARCO que se puede asociar al mismo tema (Meso-cosmos y Ruta mística), no está mal, el estado de salud del planeta lo amerita, pero empiezan a ser repetitivas y pueden llegar a ser hasta aburridas.

Publicado originalmente en Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com


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