miércoles, 31 de octubre de 2012

M.A.B. 1

 
Tentaciones en casa de Antonio de 1970 abre la serie que inicio esta semana, sumándome, como ya lo decía ayer, a uno de los  muchos homenajes que mereció, merece y merecerá esta gran fotógrafo mexicano que fue Don Manuel Álvarez Bravo. Como en otras ocasiones, me abstendré de hacer cualquier comentario, ya que soy firme creyente de que una imagen habla más que 100 palabras (o el número que fuere), porque ya está bastante contaminado el espacio virtual con textos, sonidos e imágenes de todo tipo (acertados y fallidos), y porque los trabajos que aquí subiremos, como todos los de Dn. Manuel, no necesitan de ningún aval o explicación para presentarse, hablan por sí mismos.
 
 

martes, 30 de octubre de 2012

Un fotógrafo al acecho



Casi me da pena intitular así estas líneas, si lo he hecho es porque este es el nombre que le han dado a la más reciente exposición homenaje a Don Manuel Álvarez Bravo en el parisino museo del Jeu de Paume, inaugurado con una amplia retrospectiva de 152 fotografías, el pasado 16 de este octubre. En realidad había estado buscando una excusa no tanto para hablar de esta muestra —que no conozco—, sino del trabajo, la obra de Álvarez Bravo y que mejor que en el contexto de uno más de los muchos y más que merecidos homenajes que se le han rendido, le rinden y con toda seguridad le seguirán rindiendo.
 Me parece malo el título porque me genera la imagen de Dn. Manuel como si de un cazador furtivo se tratara, como si en verdad hubiera estado cámara en mano esperando que algo sucediera para accionar su obturador. Lo que sucede es que el titulo resulta muy francés y lo pone en deuda con Henri Cartier-Bresson con quien compartió las salas de nuestro palacio de las Bellas Artes allá por 1932, o las paredes de la Julian Levy Gallery de Manhattan, en trío con Walker Evans, tan sólo tres años después. Creo que si hay una antítesis del mal habido momento decisivo de su colega francés, es precisamente su trabajo. Si aquel recorta y preserva lo accidental, lo fugaz y momentáneo, Álvarez Bravo hace lo contrario, sus imágenes nos trasmiten lo eterno, lo permanente, lo que sigue y seguirá ahí mucho tiempo, aún después que se haya ido la propia fotografía.
   Si deseaba hablar de la obra de Dn. Manuel, no ha sido  tanto para mencionar las imágenes que todos conocemos y celebramos, hemos visto una y otra vez a Los agachados, La hija del danzante, al Sr. de Papantla, el Retrato de lo eterno, a La buena fama durmiendo, sus Venus y retratos de Frida, Diego,  Eisenstein, Tamayo, Breton, sus autorretratos, y tantas  otras, que han sido comentadas y analizadas por especialistas de todas partes, han servido e inspirado a poetas, novelistas, músicos y otros tantos, muchos, fotógrafos. Me gustaría, por tanto, no hablar de eso, sino tratar de contestar qué es lo que hace que el trabajo de este hombre sea tan importante y/o trascendente, que hay en él que le permitió en vida y le sigue permitiendo convertirse en paradigma de la fotografía moderna y contemporánea.
   Líneas atrás ya mencionaba algo respecto a los motivos que aborda y que tienen esa extraña cualidad de reflejar, de mostrar, lo eterno, no importa que se trate de los Salineros o del Can de mar —dónde aparecen acciones que se están dando en el tiempo—, estamos seguros de que ahí permanecen, el perro sigue buscando su diaria ración recorriendo la playa, y que la sal seguirá saliendo del cernido que hagan de ella estos u otros idénticos trabajadores. Pero si ver en lo cotidiano y eventual una muestra de lo permanente, del presente infinito, es importante, creo que en la obra de Álvarez Bravo hay algo más, algo que, precisamente, las convierte sí en todo lo dicho, pero además, y eso es lo que nos ha traído hasta aquí, en fotografías modélicas.
 Veo en estos trabajos, como en muy pocos otros, el exacto balance, la correspondencia necesaria y justa, entre aspectos formales y de contenido, el qué se dice y cómo se dice en un maridaje casi perfecto, de ahí la claridad, la contundencia, lo rotundo de sus imágenes. Pero esta manera de proceder que incluso deriva en los estilos, en Álvarez Bravo no se detiene ahí, pues lejos estamos de poder hablar de la existencia de un estilo, de su estilo, y, sin embargo, sí que lo tiene, sólo que hay que rastrearlo en cada fotografía; en cada imagen que seleccionó e imprimió, volvió a inventar un estilo, su estilo, el de esa imagen y el de ella en el conjunto, y el del conjunto  en una trayectoria tan basta y  rica como la que él tuvo.
   Para salvar la pena que me provoca el título sostenido para estas líneas, permítanme concluir diciendo que es posible pensar en Dn. Manuel Álvarez Bravo como un fotógrafo al acecho del estilo.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario.
(Imagen: El peluquero, 1924. www.manuelalvarezbravo.org)
 

lunes, 29 de octubre de 2012

Mal y a destiempo VI


 
Ulises Bernal. La serenidad de los sentidos. s/f

Al llegar al término de esta serie, creo necesario y oportuno aclarar algunos puntos. En primer lugar, en efecto las piezas que por aquí han desfilado esta semana jamás hubieran sido seleccionadas por mi en otras circunstancias o momento. El título de la serie Mal y a destiempo, lo único que indica es que las entiendo, me las explico, como fuera de lugar. De ninguna manera ha sido mi deseo ofender a nadie y mucho pretender que existan obras y juicios superiores. Al contrario, si han sido recogidas en esta página ha sido por algo, aún así sea su valor modélico o ejemplar para estas ideas, es decir, reconozco que la creación de cualquier imagen cumple con un amplio abanico de funciones y roles, que interactúa con motivos e intereses que incluso pueden escaparse a sus autores, y que por tanto, han de ser, antes que juzgadas rápido y mal y a destiempo, en su justa dimensión.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Mal y a destiempo I

La serie que iniciaré esta semana quizás nunca pensé la llevaría a cabo. Y es que tratando de dar continuidad a la entrada de ayer, me encuentro con que no hay más qué decir, no porque no pueda analizar, discutir, polemizar respecto a lo inaugurado, no porque no tenga nada que decir sobre la obra de Enrique Canales, sino porque francamente no creo que a nadie más le importe el tema mientas puedan seguir medrando con él. Así que lo único que me queda es esa sensación de que soy el del mal gusto, el ignorante, el ardido, por lo que pensé ¿por qué no dedicar entonces  esta semana a la presentación de aquellas obras que no me gustan, que por una u otra razón las aprecio como malas y a destiempo? Creanme que a pesar de todo y de lo mucho con lo que uno se puede topar, es muy difícil seleccionar, imágenes en este caso, de lo que no te gusta. Porque una cosa es esa y otra que no comprendas el valor que pueda tener de una u otra manera. Así pues, va la prueba y en esta especie de selección invertida o en negativo, incluyo este primer trabajo de John Schuetz, LUD TRIP, 2010-2011. En lo sucesivo no daré mayores explicaciones sobre el porqué aparecen aquí ciertas piezas, su apreciación, finalmente, siempre será la que en verdad importe.
 

martes, 23 de octubre de 2012

Espejismos

 

Seguimos inaugurando mal y fuera de tiempo. Me refiero a lo que se supone, o por lo menos así se anuncia, es el legado del Alcalde de San Pedro, la llamada Plaza Banderas y la reconstrucción total del Centro Cultural Plaza Fátima. Me prometí no insistir en el tema. Si lo menciono es porque no escucho ninguna otra voz que lo comente —ni siquiera a favor— y por creer que no es justo que cada cambio de gobierno se emplee el mismo argumento (“los que vienen sí tienen experiencia; hay qué darles el beneficio de la duda, etc.”) no sólo para alentar fantasías sino para tapar lo que de hecho, ya desde ahora se está haciendo mal.

     A otra cosa pues. Sería interesante conocer la historia de Plaza Fátima, desde los restaurantes que ahí existieron hasta el flamante edificio que hoy ocupa un costado de la plaza, una buena tarea para el cronista del municipio que sin duda cuenta con todo lo necesario para ofrecérnosla. Desde que se transformó en Centro Cultural, que si no me equivoco dependió primeramente de la Sra. Carolina Viesca de Sada, y a su cargo estuvo Silvia Zapata, me ha parecido uno de los espacios más importantes para toda la ciudad. Hoy, con las  transformaciones que le han hecho, será, tal vez no el mejor, pero sí el más nuevo y con mayor potencial.  Desgraciadamente aún no se puede conocer en su totalidad, pues únicamente se abrió un par de salas, pero por lo que se alcanza a ver, el resto estará, sin duda, a la altura de lo que ya se puede visitar. Otra cosa será su operación, vocación y vinculación con la comunidad, pero eso de seguro pronto lo conoceremos.

     Por lo pronto, en ese par de salas se inauguró la exhibición intitulada El paraíso de Canales. Selección de obra. Según entiendo, por lo aparecido en los medios, se trata de una muestra proporcionada por su familia de piezas que conservaron para su propio acervo. Las obras, no podía ser de otra manera, son estupendas y su conjunto ofrece la ventaja de mostrar trabajos tempranos como su mítica cabeza de caballo de 1950, o el Abrazo de Cortés y la Malinche, S/f, hasta Piel de camión del 2003, y una muy buena selección de sus trabajos escultóricos en vidrio.

     Aplaudo sinceramente toda presentación del quehacer de Canales, pero con cada una de ellas se diluye la posibilidad de llevar a cabo una gran exposición dedicada a la exploración de todas las etapas de su quehacer. Enrique fue principalmente un pensador y sus ideas, sus expectativas, sus teorías, por lo menos sobre lo que era el arte, están en su obra y esas son las que deberíamos estar estudiado y mostrando ahora.

     Hasta donde sé, Canales sostenía interlocutores por cada tema que le interesó y ocupó en vida, en el campo del arte, entre otros, los principales fueron José González Quijano (QPD), Jorge García Murillo como teórico y promotor, Guillermo Sepúlveda como promotor y experto, y Mauricio Fernández, como coleccionista, amigo y conocedor. Con ellos pasó largas y fecundas veladas discutiendo, comentando, analizando, proponiendo, temas y acciones relacionadas con esta pasión que tenía por el arte. Son ellos, creo, los que deberían estar armando esa muestra en honor a este auténtico orgullo regiomontano, pero es una tarea que no se hace en un mes, ni en seis, requiere horas de trabajo, de reuniones, de preparación, para que así la siguiente vez que nos inviten a visitar el paraíso de Canales sea en verdad la tierra que conquistó y no sólo un espejismo ofrecido a cambio del aplauso fácil y rápido.

     Regreso a la Plaza Banderas y al exterior de este inmueble, ¿qué necesidad se tenía por abrir ambos espacio si no estaban plenamente terminados? ¿Por qué no esperar si se estaban haciendo bien las cosas; no habría dejado un mejor sabor de boca, ver que priva la paciencia y el sentido común?, ¿por qué no decirlo en lugar de hacer como que todo está bien cuando no es así?

     Mal empieza la semana, dicen, para el que ahorcan el lunes.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario.


lunes, 22 de octubre de 2012

Del librero, 6

 
 
Terminamos esta serie con otro libro que tampoco se encuentra en línea con los primeros que presentamos, pero que ha sido igual de influyente que el de Talbot o quizás hasta más, y si bien no está ilustrado a mano, sí que basa su contenido en la ilustración de las fotografías tomadas por su autor con la finalidad de mostrar sus ideas, su argumento, respecto al tema que aborda. Me estoy refiriendo al Hotel Palenque de Robert Smithson. Se trata de un pequeño librito ilustrado con las imágenes fotográficas que Smithson tomara de esta construcción que en 1969 se encontraba aún a medio terminar, o mejor dicho, que se había dejado de construir en ese momento no por concluida, sino por falta de recursos. En ese año Smithson viajó a la península junto con su compañera, la también artista conceptual, Nancy Holt y la galera neoyorkina Virginia Dwan. De esa experiencia, intitulada Yucatan is Elswhere, su autor armó una conferencia que presentó en 1972 en la facultad de arquitectura de la Universidad de Utah. La importancia de todo este periplo consiste, al margen de la que pueda tener para la historia del arte conceptual, en que es un ejemplo de cómo fue que la fotografía fue entrando y ganando posición en el mundo del arte, primero como registro simple de lo acontecido, luego como documento, finalmente como obra independiente. De la manera en que fue concebida, producida, manejada y puesta en circulación en ese momento ha dependido, en buena medida, la manera en que se ha desarrollado la  concepción de la fotografía en la contemporaneidad.
 

domingo, 21 de octubre de 2012

Del librero, 5

 
No se trata propiamente de un libro ilustrado como los que hemos presentado hasta ahora, pero de que es único en su tipo y que fue el primero de una larga fila que le siguió y que aún le sigue los pasos, el Pencil of the Nature de William Henry Fox Talbot, uno de los dos padres de la fotográfica, es el ejemplo de este día. El libro fue impreso por la editorial Longman, Brown, Green G Longman en Londrés en seis tomos entre 1844 y 1846. La edición contenía 24 imágenes en Calotipo tomadas por el propio Talbot y pegadas, cada una a mano, en las ediciones correspondientes. El texto relata las incidencias y pasos seguidos por el inglés en la creación de sus imágenes, así como una serie de consejos prácticos respecto a cómo se podían obtener y manejar. Su importancia radica, además, en haber empleado al libro como el medio para dar a conocer sus trabajos y logros en la tarea de fijar imágenes, mucho antes que pensar en exposiciones u otros medios para difundirlos. Culturas y tradiciones diferentes, no cabe duda, a uno y otro lado del Canal de la Mancha.
 

sábado, 20 de octubre de 2012

Del librero, 4

No podría haber mayor coincidencia si afirmara que de los ilustradores de libros, uno de los más famosos lo es Gustavo Doré (1832-1883). Creo que no hay prácticamente persona letrada que no conozca alguno de sus trabajos ya sea de los que ejecutó, por ejemplo para la Biblia, el Quijote de la Mancha, La Divina comedia, el Paraíso Perdido, o los cuentos de Edgar Allan Poe, como el El Cuervo, del que aquí presentamos una de sus láminas de la edición de 1884. El estilo de Doré es naturalista, directo, pero con la suficiente fuerza y dramatismo como para agregar emoción y nuevas expectativas a la narración literaria. Tales efectos los maneja a partir de una hábil representación de luces y sombras contrastantes que al ser impresas en blanco y negro, o mejor dicho mediante el tono continuo, acentúa su belleza y contenido. Pocas veces se ha logrado una conjunción tal entre el lenguaje escrito y el visual, o se ha logrado tal identificación, es decir que la imagen te remita de inmediato al texto.
 
 

viernes, 19 de octubre de 2012

Del librero, 3

 
Uno de los míticos libros ilustrados de la Modernidad, el Noa Noa de Paul Gaugin, preparado entre 1893 y 94 e impreso al año siguiente, 1895, en París por el impresor Louis Roy. El pequeño librito, del que existen diversas versiones, está compuesto por textos del propio Gauguin y algunos poemas del simbolista Charles Murice, así como por xilografías realizadas e impresas por el pintor francés en su primera versión. El Noa Noa también es conocido como La Isla Feliz pero más que ser enteramente autobiográfico relata las experiencias del pintor en un mundo inexistente, quizás una de las muchas fantasías que Gauguin creyó vivir en el remoto archipiélago de Tahíti, o como algunos otros han sugerido, que francamente robó de otros textos. Como sea este libro es, sin duda, una de las primeras experiencia de lo que un siglo más tarde llamaríamos el Libro de Artista, de ahí, entre otros aspectos, su importancia.
 

jueves, 18 de octubre de 2012

Del librero, 2

 
Si hemos de hablar de libros miniados o ilustrados en general no es posible dejar de mencionar a una de las más famosas Biblias, la llamada de Gutemberg o de 42 líneas lo que permite identificarla de otros ejemplares también impresos en esta época pero que tienen menos líneas. Gutemberg preparó las planchas para la impresión de esta obra entre 1454 y 1455 para ser impresas en la ciudad de Maguncia en la Alemania del siglo XV, la de Carlos V por supuesto, pero también la de Lutero. En la actualidad se conocen entre 47 y 48 ejemplares de los que se tiene certeza fueron producidos por el famoso impresor. Y aunque no se trata de una obra que sobresalga por sus ilustraciones sí destaca por haber sido la segunda obra en ser impresa con tacos móviles (la primera realmente fue un misal, el Misal de Constaza impreso en 1449), lo  que en muy poco tiempo se convirtió en una de las revoluciones intelectuales más importantes en la construcción de la Modernidad.
 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Del librero, 1

 
Una hermosa página de los Evangelios ilustrados por T'oros Roslin en 1256, un monje armenio formado entre la tradición bizantina y las del cercano y lejano oriente pues no puede dejar de verse en este y otros tantos trabajos la influencia de las pinturas persa y china que debió conocer y haber estudiado concienzudamente. Con este ilustrador de manuscritos miniados queremos dar inicio a la serie que nos ocupará esta semana y que dedicaremos a los libros ilustrados en general, tanto como soporte, como obras en sí mismos, o simplemente como difusores de otros trabajos relacionados con las artes visuales.
 
(Imagen: www.getty.edu)

martes, 16 de octubre de 2012

De libros

 
Henri Labrouste. Biblioteca Nacional de Francia. Sala Oval, site Richelieu. 1868
  
Ya que el viernes pasado fue inaugurada la vigésimo segunda Feria Internacional de Libro, Monterrey, 2012, dedicada a la memoria de Carlos Fuentes, sería bueno divagar un poco entre libros, recuerdos y encuentros. Por ejemplo hace 22 años, que en la ciudad se abriera una Feria del Libro, daba la impresión, a unos, de la más arriesgada de las empresas, a otros de encontrar el paraíso en la tierra; ambos extremos motivados por la misma situación: parecía que una ciudad como esta no leía ni le interesaba hacerlo, por lo que las librerías de la ciudad se dedicaban a la venta de libros de texto o de superación personal (no hablo mal de ellas, sólo de cuál era su oferta de ese entonces), así que ver de pronto incrementado el número de títulos, resultaba una bendición. Al recordar esa primer anualidad, debo mencionar que no siempre la ciudad había mostrado ese rostro y que hubo un librero, un gran hombre y un verdadero maestro, que por años entregó sus mejores esfuerzos para que la ciudad contara con una librería más que digna, me refiero, por supuesto, a Don Alfredo Gracia Vicente; con  él, en su librería, la Cosmos  primero, después Arte y   Libros, muchos de nuestros pintores de aquellos años conocieron, por vez primera, a los Impresionistas, los Expresionistas Abstractos, la Escuela de París y muchas otras.
A Carlos Fuentes lo he leído casi siempre, mi primer contacto con su obra fue, ¿cómo no podría haberlo sido?, La región más transparente, un libro casi inexpugnable para mi en aquello años por lo que tuve regresar una y otra vez a releerlo, lo mismo me sucedió con la Montaña Mágica de Thomas Mann aunque su relectura ha sido más bien por el placer que me causó desde la primera vez. Algo parecido sucedió también con Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, aunque ese me niego a volverlo a leer, no vaya ser que cambie de opinión, sobretodo después de ver lo que han hecho con él sus adaptaciones a películas y series televisivas.
Halando de ese tipo de adaptaciones menciono cuatro rápidamente, todas fueron originalmente libros, Civilización de Kenneth Clark, Cosmos de Carl Sagan, El ascenso del hombre de Jacob Bronowski, y El espejo enterrado del citado Carlos Fuentes.
Puesto que estoy hablando de escritores me gustaría recordar a tres de ellos que he tenido el gusto de conocer personalmente, a Fernando del Paso, Sergio Pitol y Marshall Macluhan, a los dos primeros en Europa, en donde también conocí por vez primera a José Luis Cuevas y Juan Soriano, y al tercero en Acapulco en un encuentro Internacional de comunicación organizado por Televisa si no me equivoco.
Me gustaría también sacar del baúl del recuerdo algunas bibliotecas que me hayan impresionado, ya por sus espacios, sus dimensiones, o por su contenido. La de mi padre por supuesto es la primera de ellas, ni de cerca se pareció a las que citaré a continuación, pero ella, en buena medida, formó mis intereses y gustos. Menciono enseguida la Biblioteca Nacional de Francia (en los edificios de 1868) y la del Centro Pompidou, la del Congreso en Washington, la del Colegio de Santa Cruz, en Valladolid, la antigua Biblioteca México en el Distrito Federal, y la de don Alfonso Rubio y Rubio aquí en Monterrey.
Si tuviera que citar libros que me hayan influido particularmente, no por su texto sino por sus ilustraciones pondría a la cabeza de todos ellos a los incunables que he tenido oportunidad de ver y manipular personalmente. Luego hablaría de una historia del vestido, libro del siglo XIX profusamente ilustrado y con todo tipo de ejemplos. Y una de las primeras ediciones, con pasta dura y toda la cosa, de la historia de la fotografía de Beaumont Newhall.
Como se ve, pocos temas como este de los libros, sus autores y contenidos, dan para conversar horas y horas sobre ellos, cosa que por desgracia, creo no se puede hacer sobre páginas visitadas de internet; por el bien de todos sigamos, pues, promoviendo el aprecio y la lectura de los libros.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario.
(Imagen: http://.es.wikipedia.com)
 



lunes, 15 de octubre de 2012

Járdines del arte (F)

 
Interesante para lo que venimos planteando es el título de esta pintura La perspectiva (1718) de Jean-Antoine Watteau (1684-1721). En primer instancia parece referirse a la de la propia pintura, es decir  el por qué vemos una construcción al fondo cruzando el estrecho pasaje que se abre entre los árboles. Pero también es la perspectiva que divide el mundo del placer, en primer plano, y el de la realidad más atrás. E incluso es la perspectiva que indica que todo lo que vemos aquí no tiene otro que fin de hacernos soñar con un mundo entregado a las alegrías y gustos de la vida, incluida, por supuesto, la propia pintura.
 

domingo, 14 de octubre de 2012

Járdines del Arte (E)

 
Sin duda una de las más deliciosas imágenes de la naturaleza domesticada que nos legó el Rococó. La interrupción del sueño (1750), se intitula esta extraordinaria pintura del francés Francois Boucher (1703-1770). Porque de eso se trata de una naturaleza que finalmente ha sido conquistada, lo cual incluye a la sensualidad y el sexo. Si el Iluminismo trajo la confianza en la ciencia y la razón, también puso a disposición de la sociedad dieciochesca toda la picardía y doble sentido necesarios no sólo para creer en el hedonismo permanente, sino para ganar la confianza necesaria que la burguesía necesitaba para su último y definitivo golpe a la nobleza decadente, torpe e incapaz de entender la nueva clase de goce sensual que se podía obtener con tan sólo mirar estas imágenes.
 
 

sábado, 13 de octubre de 2012

Járdines del Arte (D)

 
¿Qué mejor que un Concierto de flauta, para disfrutar del solaz descanso a la sombra de los árboles? A la sensualidad de la naturaleza, de la belleza y juventud de las damas, del disfrute del ocio, Jean-Baptiste Pater (1695-1736), le suma la de la música. La imagen, su composición y manejo temático no dejan mucho lugar para la duda, para darnos cuenta de que hay una clara alusión sexual en toda la escena. Sólo la etiqueta y la exagerada formalidad de la sociedad dieciochesca, así como su gusto por las insinuaciones fáciles, impiden que el pintor haga de esta escena una bacanal con desnudos.
 

viernes, 12 de octubre de 2012

Járdines del Arte (C)

 
Como se ve, la escena en que Cupido abandona a Psyque (c.1720) según la versión del francés Charles-Antoine Coypel (1694-1752), poco tiene de jardín, no obstante tiene deliciosos detalles que la asocian fácilmente con lo que hemos dicho para otras pinturas. Por ejemplo el enorme jarrón con rosas y geranios que se encuentra en el ángulo inferior izquierdo; los lujosos y pesados atuendos de Psyque que contrastan con la casi desnudez de Cupido; la columnata a la Bernini que se encuentra en un segundo plano y es casi virtual, como humo de alguna fumarola; la rapidez con que se pasa al lejano fondo, etc. Elementos entre simbólicos y decorativos hacen de este pasaje no sólo resultado de la imaginación, sino también una aspiración que busca contemporizar la historia, ficticia o no, a fin de verse reflejada en ella de manera permanente.
 

jueves, 11 de octubre de 2012

Járdines del Arte (B)

 
Para el Rococó la naturaleza se convierte en un parque, pero un parque muy peculiar, uno que a la vez que conserva lo rústico (lo que es propio del campo), a la vez no presenta inconveniente alguno (calor excesivo, tierra, insectos, inseguridad, etc.). Este Verano (1738) del francés Nicolás Lancret (1690-1743), es representativo de lo dicho, nótese la figura a la izquierda, un joven ata el trigo recién cosechado, a su lado una pareja de enamorados y más allá y ruidoso grupo baila en círculo tomados de la mano, toda la escena en medio de ¿un bosque?, ¿del campo? ¿qué sitio del campo? Y es que hay que reconocer que más que escenas naturalistas, lo que estás pinturas representan son símbolos caros para una sociedad que está en transformación.
 

miércoles, 10 de octubre de 2012

Járdines del Arte (A)

 
Desde mi perspectiva no hay nada más moderno que la pintura del Rococó francés. Fue este grupo de productores quienes revelaron de manera explícita, descarada incluso, la ficcionalidad de la pintura, y no sólo lo pusieron al descubierto sino que esa capacidad de crear realidades que no existen (por más que lo parecieran) la entregaron al servicio del placer. Por estas razones, esta semana la dedicaremos a recorrer los deliciosos paisajes del XVIII, buscando disfrutar con su presentación pero también entender porqué la pintura después del Rococó, no podía volver a ser esa seria y docta materia con que le quiso ver y entender. Empecemos pues, por deleitarnos con la escena de este grupo de jóvenes jugando a la Gallina Ciega, creado por Jean Honoré Fragonard (1732-1806), es como un sueño del que nadie quisiera despertar.
 

martes, 9 de octubre de 2012

En el jardín del arte

 
 

Hasta pena me da haber pensado título tan cursi para referirme a la más reciente exposición de la Galería Drexel, Flora expandida de Patrick Pettersson. Pero la verdad es que, más allá del título de la muestra, al contemplar su obra es inevitable dejar de imaginar, de pensar, no en el bosque o la selva, sino en su representación civilizada, es decir el jardín, el parque. No olvidemos, por ejemplo, a los paisajistas del Rococó francés quienes pintan estos fantásticos escenarios de altos y tupidos bosques, tan sólo para servir de fondo a las prácticas amorosas de jóvenes que han buscado refugio en la permisiva naturaleza.

Esta referencia no es tan gratuita como pudiera pensarse, pues veo en la obra de Pettersson una serie de citas o si se prefiere de guiños a la historia de la pintura en particular y del arte en general. Pero vayamos por partes. Casi saldría de más afirmarlo pero debe tenerse presente que su obra es producto, lo mismo, de una muy cuidada y desarrollada habilidad dibujística, entrenada meticulosamente en el grabado, y de un conocimiento acerca de la percepción de la pintura  (forma, color, profundidad, etc.), como de lo ya dicho, del estudio de la historia de la pintura y del arte, todo mezclado inteligentemente, para ofrecer una obra rica, sofisticada, elegante, atractiva.

Estas obras de Pettersson  se resuelven a dos niveles pero visualmente podríamos hablar de hasta cuatro o más. Dibujo y pintura comparten el espacio pictórico, el dibujo realizado al pastel o por incisiones en la madera, en los primeros planos; la pintura para los fondos. Hay que sumar, además, que el fondo literal de la pintura, el soporte de lino, se convierte en el color de los primeros planos; y, como cuarto nivel, que sobre lo pintado y lo dibujado e incluso sobre lo grabado, aparecen o se incrustan recortes geométricos que bien podrían ser las huellas del Suprematismo que gusta citar Pettersson en sus trabajos, que recordatorios de que lo que vemos es una pintura y además plana; cabe la posibilidad también de que sean simples elementos decorativos.

Digamos además, que con esos primeros planos, en dónde realmente se explota el color del lino (diversos pero siempre obscuros) o del fondo del bastidor de madera (pintado de negro), y que son tratados a la manera negra (a la Mezzotinta), es decir en donde se obtienen las luces (los blancos) —para dar forma a la imagen— a partir del fondo negro, Pettersson crea una muy atractiva imagen en primer plano que se destaca contra los segundos y terceros pintados con colores matizados y en contraste con los obscuros. Si los primeros planos son por lo general retorcidos y añosos árboles, más allá de ellos, de entre la bruma o el enceguecedor color de un contraluz, se extienden siluetas de hermosos paisajes casi selváticos, casi boscosos, y si digo casi, a pesar de que por aquí asoma el perfil de una pirámide maya, y por allá la figura de un mono, es porque son la imagen de los jardines y parques del XVIII.

Así como la obra material de Pettersson es una especie de híbrido que puede recorrerse como un laberinto, también su contenido es diverso. Su insistencia en títulos con alusiones a la filosofía (filósofo, filosófico), puede entenderse como un recordatorio de que la apreciación, el goce de la pintura como de cualquier otra manifestación artística no depende únicamente de los sentidos, sino de su reflexión racional. Nueva referencia al siglo XVIII, el Siglo de las Luces, pero también a una imagen de la época: en las alegorías de la pintura, al lado de una joven mujer aparece un mandril y un espejo, dando a entender que  pintar como si se copiara el reflejo de un espejo es tan  simple que hasta un chango  puede hacerlo, pintar es una  arte liberal, en donde son más  importantes las ideas que la  sola habilidad manual. Qué  mejor ejemplo de lo acertado  de este simbolismo que la obra  de Patrick Pettersson.

Publicado originalmente por Milenio Diario

lunes, 8 de octubre de 2012

Los viajes ilustran (VI)

 
Así como hemos dicho que al viajar se fotografía o lo muy conocido o lo absolutamente extraño, y que incluso esta fue una de la razones de por qué a lo largo del siglo XIX la antropología se desarrolló de la mano de la fotografía, no debemos olvidar que por un buen tiempo nuestro país y nosotros mismos hemos sido objeto de tal curiosidad. Si pudieran parecernos ajenos, por ejemplo, los usos y costumbre del oriente, hay otras sociedades y culturas que igualmente nos han mirado con extrañeza; viajar a México era ir al encuentro con lo otro, aun dentro de los países occidentales. Tal es el caso de las empresas arqueo-antropológicas registradas por el francés Désiré Charnay (1828-1915). Aquí vemos, por ejemplo, al Palacio de Nonnes en Chichen-Itzá en 1859. Ver su imagen explica perfectamente la sorpresa, el asombro, que debieron causar las ruinas mayas en el espíritu no sólo de los exploradores sino de un público más amplio que con razón estaba hambriento de novedades. Viajes e imágenes extraordinarias que aún en ese entonces ofrecían un sin fin de emociones y que esta globalización ha terminado por encapsularlas en parques temáticos. Buen motivo para meditar al cierre de esta serie dedicada a los viajes y sus fotografías.
 

domingo, 7 de octubre de 2012

Los viajes ilustran (V)

 
Entre las muchas motivaciones que podemos tener para hacer fotografías mientras viajamos, una de las principales debe ser el querer capturar la imagen del otro que resulta a tal grado diferente, y en consecuencia atractivo o amenazador, que hay que fotografiarlo como testimonio de su existencia y su relación conmigo. Algo semejante debió ser lo que llevó, en el siglo pasado, a tantos viajeros europeos que recorrían el mundo é iban descubriendo a los demás, a los otros, a acompañerse de una cámara fotográfica. Veamos esta hermosa imagen de Autor no Identificado, Cerezos en flor en las orillas del Koganei, c. 1890, e imaginemos el arrobo que debió sentir ante esta escena que finalmente decidió hacer su retrato. Sólo quien descubre la belleza en lo extraño o recién conocido, es capaz de detenerse a captar para la posteridad imágenes como esta.
 
(Imagen: www.rosphoto.org)

sábado, 6 de octubre de 2012

Los viajes ilustran (4)

Múltiples pueden ser las razones de por qué tomar fotografías en los viajes que realizas, desde demostrar fehacientemente que ahí estuviste, que has visto aquello no sólo con tus propios ojos sino a través de la mirilla (hoy pantalla) de tu cámara, hasta atrapar, conservar, preservar aquello que te maravilló o llamó poderosamente la atención. Pero también hay otro tipo de imágenes que no siendo estrictamente de viaje sí te instan a hacer maletas y salir en pos de lo que está fotografiado. Tal sería el caso de las hermosas imágenes del portugués José Miguel Ferreira (n. 1972) tomadas, entre el 2008 y el 2010, a lo largo del cauce el río Douro en el norte de Portugal e impresas al Paladio sobre papel algodón. Si en cada viaje que se hace se lograra regresar con por lo menos una fotografía que reflejara lo que éstas, este mundo, por lo menos lo que toca a la iconósfera que nos ahoga, se encontraría menos contaminado y sería, sin duda, más bello.

(Imagen: www.photo4.fr)

viernes, 5 de octubre de 2012

Los viajes ilustran (3)

 
Ni medio, ni motivo, ni sitio especifico se necesita para para viajar. El viaje, incluso, es una metáfora de la vida; cómo la vivas, cómo la veas, cómo la entiendas y qué hagas con ella son condiciones que definen la calidad, propósito e intensidad del viaje. De ahí que trabajos tan desapasionados como el de William Eggleston (1939) resulten significativos de ese trayecto. Aquí una visión transitoria, despreocupada, de algún suburbio de la ciudad de Atlanta, Georgia. tal y como lucía en los ochentas. El auto, ¿detenido o en movimiento?, la ciudad, ¿lejana o a punto de llegar?, la carretera ¿a dónde lleva?, el cielo impasible y la abrupta interrupción del poste y los cables de luz, dan esa imagen de indolencia que sólo una vida sin compromisos puede tener.
 

jueves, 4 de octubre de 2012

Los viajes ilustran (2)

 
No todos los viajes suelen ser tan extremos como el emprendido por el norteamericano Richard E. Byrd (1888-1957) hacia la Antártica en 1933; en la imagen lo vemos guiando uno de los famosos trineos que son jalados por los no menos famosos perros esquimales. Esfuerzos como el de Byrd, no sólo por viajar hasta aquellas remotas regiones, sino por documentar fotográficamente las incidencias del mismo, son los que le dieron prestigio a este género de fotografías. Por supuesto no es lo mismo esta clase de viajes y los que hoy día emprendemos aún hasta aquéllas tierras con todas las comodidades, adelantos y seguridad que brinda la tecnología aplicada a su realización.
 
(Imagen: www.geh.org)

miércoles, 3 de octubre de 2012

Los vajes ilustran (1)

 
 
Con esta imagen del norteamericano Ferenck Berko (1916-2000) obtenida en Rawalpindi, India, en 1946, damos inicio a la serie de esta semana dedicada a la fotografía de viaje. Aunque hoy más que nunca se cumple la sentencia MacLuhiana de la aldea global, en realidad todos nos hemos convertido en sus turistas gracias, entre otras cosas, a las facilidades que nos brindan las modernas cámaras digitales y su relativa accesibilidad económica. Y si todos somos los nuevos turistas, todo en el mundo se convierte en presa del álbum de viaje convertido en FaceBook, Tumbler o Twitter. Qué tan diferentes son las fotografías de viaje cuando hacerlo -viajar- representaba una aventura a hoy día que todo se encuentra a horas de distancia; cuáles eran las intenciones entonces y qué se persigue hoy, y muchos otros temas que se dan en torno a este género, son algunos de los puntos que estaremos explorando a partir de este día y hasta el próximo lunes.
 
(Imagen: www.geh.org)

martes, 2 de octubre de 2012

Fotografía Parisina

 

Hay que traer a la memoria que fue el Mayo Francés el momento en el que culminó el siglo XX e inició la preparación para el arribo de éste. Como la Revolución Francesa, lo sucedido en ese mes es el antecedente de muchos otros movimientos de protesta a lo largo del mundo, incluido, por supuesto nuestro 2 de octubre, que no se olvida.

     Relacionada con esta memoria, se encuentra, sin duda, Yolanda Andrade (1950), fotógrafa mexicana que recientemente recibió la Medalla al Mérito Fotográfico que otorga el INAH y que le fue conferida en el mismo evento en que se reconoció, de la misma manera, a nuestra Fototeca. Andrade presenta una parte de su serie intitulada Una mexicana en París, en la sala de exposiciones de la Alianza Francesa de San Pedro.

     1968 No es lo único que nos une con la capital gala, de hecho, mucho antes que el mundo se norteamericanizara, Francia, hay que recordarlo, era el núcleo cultural del que dimanaban las principales corrientes del mundo intelectual; allá se formaron nuestros mejores hombres, de allá tomamos las conductas y gustos de una burguesía  ilustrada; hablar francés era símbolo de distinción, y el  viaje a Francia era imprescindible en la formación de mujeres y hombres.

     No hay quien haya viajado a la ciudad luz y no haya sentido el impulso de tomar fotografías; me atrevería a decir que París es la ciudad fotogénica por excelencia en un doble sentido, en el más obvio, porque muchos de sus monumentos se han convertido en íconos del turismo mundial, viajar hasta allá y no fotografiar(te) la Torre Eiffel, es equivalente a no haber estado ahí en realidad. Y, dos, la ciudad en sí, sus calles, parques, comercios, arquitectura, cafés, mercados, habitantes y visitantes, etc., es digna no de una, sino de muchas fotografías.

     No sabría cuál de las más de veinte que presenta Andrade en esta muestra me gusta más, obviamente están las impresas en Blanco y Negro, pero también me dejo seducir por trabajos a color como Dibujos sobre cristal; otras me cierran el ojo como Ex Sho o El jardín de Manet, en fin, Distrito XI, Los Navegantes o A orillas del Sena, no sólo son buenas fotografías sino que dejan ver la perfecta combinación entre el deambular de la fotógrafa y su programa de trabajo, que tal y como ella misma lo dice es un tanto azaroso, permitiendo que la calle la lleve, deteniéndose ante lo que llama su atención, siguiendo a la gente, se trata de un programa no común que revela otra ciudad, la que registra la cámara de Andrade.

     He dicho que la mayoría de los que han pasado por esta ciudad no se resisten a la tentación de hacer fotografías, y algunos, los más conocedores del medio y/o los más conocedores de la ciudad, buscarán hacer otro tipo de tomas, incluso de los mismos motivos que aquí muestra Yolanda Andrade, así pues, una pregunta válida sería ¿qué diferencia mis fotografías de viaje de las de ella?

     No hay respuesta sencilla ni rápida a esta cuestión. Independientemente del oficio, la trayectoria, el ojo mismo entrenado para y por la fotografía, desde mi punto de vista contestaría que, entre muchos otros, hay tres aspectos que permiten tal diferenciación, sin por ello negar que cualquier fotografía de viaje pueda convertirse en algo más. Primero, Andrade está consciente de que hay que evitar todo motivo que sirva para “romantizar” la ciudad. Dos, la ciudad, por decirlo de alguna manera, no le interesa, está más bien atenta a lo que sucede en la ciudad, por eso fotografía los bares, mercados, metro, salas de exposición, calles, porque ahí sucede algo. Y, tres, sus fotografías no han sido producidas para mostrarnos que ahí estuvo, sino que forman parte de intereses más amplios que se conectan con otros proyectos y su propia trayectoria.

     No obstante, el principal mérito de Una mexicana en París, es el permitirnos ver a través de su cámara una de las mil caras que hacen de París la ciudad más hermosa del mundo.

Publicado originalmente por Milenio Diario

lunes, 1 de octubre de 2012

Photo-Paisaje VI

 
Nada mejor para concluir con esta serie que un paisaje clásico. Virginia tears. Yosemite Valley, c. 1870-1880, del fotógrafo norteamericano Isaiah West Taber (1830-1930), miembro de una prestigiada familia de fotógrafos de la costa este. No está por demás señalar que fueron imágenes como esta las que jugaron un papel determinante en el ansia por conquistar el oeste del territorio norteamericano. La idealización de la tierra virgen, de la abundancia de la naturaleza y el magnífico espectáculo que ofrecía, fueron podersos estímulos que llevaron a muchos a cumplir con el famoso destino manifiesto de los norteamericanos. Así pues el paisaje, sea o no intervenido, será siempre un recurso valioso a través del cual se pueda dar a conocer mucho más que la sola apariencia de un pais,
 
(Imagen: htt://bassange/de)