domingo, 7 de octubre de 2012

Los viajes ilustran (V)

 
Entre las muchas motivaciones que podemos tener para hacer fotografías mientras viajamos, una de las principales debe ser el querer capturar la imagen del otro que resulta a tal grado diferente, y en consecuencia atractivo o amenazador, que hay que fotografiarlo como testimonio de su existencia y su relación conmigo. Algo semejante debió ser lo que llevó, en el siglo pasado, a tantos viajeros europeos que recorrían el mundo é iban descubriendo a los demás, a los otros, a acompañerse de una cámara fotográfica. Veamos esta hermosa imagen de Autor no Identificado, Cerezos en flor en las orillas del Koganei, c. 1890, e imaginemos el arrobo que debió sentir ante esta escena que finalmente decidió hacer su retrato. Sólo quien descubre la belleza en lo extraño o recién conocido, es capaz de detenerse a captar para la posteridad imágenes como esta.
 
(Imagen: www.rosphoto.org)

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