sábado, 30 de abril de 2011

El futuro 4

Ilustración para las maquetas de Metropolis,
el famoso film de Fritz Lang de 1927.
Como en el caso anterior la acción se
desarrolla en el lejano año 2027.

viernes, 29 de abril de 2011

El futuro 3

Fotograma de la película Soylent Green de 1973,
diriguida por Richard Fleisher,
 sobre una novela de Harry Harrison de 1966.
Novela y pelicula se ubican en el entonces
muy lejano año del 2022.

jueves, 28 de abril de 2011

El Futuro 2

Nam June Paik (1932-2006). Electronic Superhighway.
Continental US, Alaska, Hawaii. 1995

(Imagen: americanart.si.edu)

miércoles, 27 de abril de 2011

El futuro 1


A partir de este día y hasta la próxima semana, continuando con esta idea de seguir al artículo publicado por Milenio Diario (y luego aquí mismo -ver más abajo- y en http://www.artes2010.wordpress.com/), con entregas que lo ilustren o continúen su tema central, estaremos subiendo imágenes y comentarios que se muevan en el incierto espacio del futuro. ¿Cómo conciben los artistas el futuro? Podría llamarse esta serie, un futuro, por otra parte que nunca sabremos si llegó y fue rebasado, o si nunca llegará y lo que hoy imaginamos no tendrá nada que ver con las formas, las manifestaciones que tendrá ese mañana. Empezamos pues con Antonio Sant’Elia (1888-1916) el sagrado arquitecto de los futuristas que vio su joven vida cegada durante la Primer Guerra Mundial. Aquí uno de los muchos bocetos de lo que el imaginaba sería la Cittá Nuvoa (1913-1914), la Nueva Ciudad que, obviamente, no llegó a ver, pero que, de alguna manera, forma parte del perfil actual de nuestras megaciudades.

martes, 26 de abril de 2011

Siglo XXI


La semana anterior hablé de uno de los fenómenos que, según me parece, irán conformando la cultura de este nuevo siglo. Para muchos parecerá un tema pasado de moda pues ¿cómo hablar de lo que será la cultura del siglo XXI cuando ya hemos vivido su primera década?
Es verdad que incluso hubo quienes desde fines del siglo XX vislumbraron lo que podría ser la cultura de ahora, pero me parece que es hasta después de esa primera década que se pueden ver las tendencias con más claridad y, sobre todo, percibirlas en y a cada momento de nuestra vida cotidiana. Lo que a fines del pasado siglo era extraordinario o exclusivo y se veía tan solo como una posibilidad a futuro, hoy día, es algo común, inserto en nuestra vida diaria, participando de nuestra decisiones, es decir, dejó de ser una tendencia, y se convirtió en una más de las muchas presencias culturales en las que nos sumergimos día a día.
Por otra parte, las diferencias entre mi generación, por ejemplo, y la de mi padre, me hacen entender que el paso de una a otra fue más bien de continuidad, la culminación quizás de la cultura Moderna y su transmutación en Contemporánea, en cambio las diferencias entre mi generación y la de mi hijo adolescente son tan profundas que me llevan a ver sino una ruptura como fue la del mundo moderno con el Ancien Régime, sí la formación de una nueva etapa en la civilización humana.
El elemento central de esta nueva cultura, como sabrán, es la aplicación exponencial de la tecnología a los medios de comunicación, lo que ha hecho, entre otras muchas cosas, que la transmisión de mensajes —por escrito o visuales— se vuelva prácticamente instantánea. Esta idea de hacer más eficiente la comunicación personalizada,  obliga a que permanentemente se estén superando los emisores y receptores, lo que a su vez afecta otras áreas y así sucesivamente (de su cocina a la última invasión a un país árabe).
Difícilmente encontraremos a quien no se haya beneficiado por esta tendencia (incluso sin saberlo) o a alguien que seriamente se oponga a su desarrollo, por supuesto que hay importantes señalamientos desde los campos de la ecología, de la economía, incluso desde el punto de vista ético, pero me parece que todos son superables sobretodo habiendo voluntad de hacerlo. Por mi parte, el punto que me inquieta, por sus consecuencias, pero también porque no veo que tenga mucha crítica, es la paulatina substitución de la realidad material por su doble virtual ¿llegará el momento en que en lugar de asomarnos por una ventana para ver caer la lluvia, lo hagamos a través de un monitor, de una pantalla HD?, ¿llegará el momento que en lugar de sentir sobre la piel el golpeteo de las gotas de lluvia, lo hagamos por medio de una interface que nos proporcionará  la sensación pero permaneceremos secos?
Aplicaciones en este rango prometen ojos para los ciegos y sensaciones de todo tipo para quienes padecen de otras limitaciones y sin duda serán de gran ayuda en otras tantas áreas, pero me temo que iremos dejando atrás lo que hasta ahora nos había permitido construir, bien o mal, una cultura que se debatía entre diferentes concepciones sobre la realidad que después se convertían en religión —o su ausencia—, economía, política, educación, arte.
Aunque siempre exista el riesgo del pulso electromagnético (vulgo quema súbita de todos los aparatos eléctricos), supongamos por un momento que nos mantendremos por siempre abastecidos de la energía necesaria para que nuestras máquinas funcionen permanentemente, entonces quizás a lo que nos estemos acercando no sea sólo a la nueva cultura del siglo XXI, sino a una nueva etapa en la evolución de los humanos; si una vez ya fuimos capaces de bajarnos del árbol ¿por qué ahora no habríamos de hacerlo, dejando la difícil tarea de obtener información por medio de los sentidos, a una máquina? Bienvenidos, en efecto, al siglo XXI.
Publicado originalmente por Milenio Diario
(Imagen: www.zonaarroba.com)

domingo, 24 de abril de 2011

sábado, 23 de abril de 2011

miércoles, 20 de abril de 2011

Semana Santa I

Lorenzo Ghiberti (1378-1455). El bautismo de Cristo. 1427

Contrario a lo que hemos venido haciendo las últimas semanas que una vez que aparece el artículo de fondo dedicamos las siguientes entregas a un tema que lo continúa o es su extensión, a partir de este día y hasta el siguiente lunes, nuestras siguientes entregas estarán relacionadas con el tema mayor de la Semana Santa, presentando obras que han ilustrado los acontecimientos de la Pasión de Jesucristo, pasando así a formar parte de un imaginario que aún hoy en día continúa teniendo vigencia entre una buena parte de la población.En la imagen de hoy uno de los famosos paneles que Lorenzo Ghiberti produjo (en este caso para la iglesia de San Giovani, en Siena, Italia)y en los cuales plasmó los principios geométricos de la perspectiva central, el revolucionario procedimiento del arte renacentista que vendría a modificar la práctica de la pintura y la escultura en los siguientes seis o siete siglos.

martes, 19 de abril de 2011

Para bien o para mal

La pausa de Semana Santa que originalmente estaba destinada a la reflexión, la meditación y el arrepentimiento, puede servirnos para mirar hacia otros temas que en el trajín de lo cotidiano pueden pasar desapercibidos o son siempre pospuestos, aún y cuando algunos de ellos pudieran ser de la mayor importancia. Aprovecho pues que no hay nada nuevo que comentar sobre la escena local, para hablar de un fenómeno que no me explico cómo es que no ha hecho más ruido entre nosotros.
Hace unos días, la Escuela de Fotografía y Centro de Imagen (EFTI) de Madrid, España, inauguró en sus instalaciones la Segunda Muestra Internacional de Eyephoneography, lo que ellos llaman la fotografía móvil. En efecto la Eyephoneography no es otra cosa que las imágenes captadas y puestas en circulación o exhibición a través de las redes sociales o páginas del Internet. El movimiento ha cobrado tanta fuerza que, incluso, sus adeptos se distribuyen entre aficionados y profesionales, y, en ambas categorías, cuentan, como es de  suponerse, con miles de asociados, aunque es cierto, no todos participan con el mismo entusiasmo ni tienen el mismo interés en el hacerlo.
El advenimiento de la fotografía supuso la democratización de la imagen; la incorporación de la fotografía a los medios de comunicación (primero a la prensa, después a la T.V. etc), la masificó. La irrupción del medio electrónico y digital en la fotografía, “instantaneizó” a la imagen, y lo hizo tanto en su producción como en su circulación y consumo, es decir, hoy día, no sólo se producen instantáneamente las imágenes —entre otras cosas por el acceso a herramientas como los teléfonos móviles— sino que también, con la misma velocidad, empiezan a circular y ser vistan por públicos que lo más probable es que jamás se conozcan por otros medios.
Eyephoneography, actividad, práctica, a la que estoy seguro muchos de nosotros le debe dedicar un buen tiempo, se presenta, según los organizadores de esta segunda muestra, como un ejemplo de los usos de las aplicaciones que vienen con todos los smartphones; de la configuración del mundo en imágenes que van de las más pequeñas e intrascendentes a las de mayor impacto y oportunidad, pero también como un ejercicio de comunicación social, en donde, a través de compartir imágenes, las distancias se acortan, las diferencias se desvanecen y las similitudes afloran.
La Eyephoneography se encuentra inserta dentro de un campo de cambios mucho mayor que está dando forma a la cultura del siglo XXI. Así como esta práctica alterará permanentemente las formas de hacer, promover, difundir y hasta mercar las imágenes (cualesquiera que sean estas), así muchas otras áreas de nuestra vida cotidiana se irán viendo modificadas. Por lo pronto debemos estar atentos a lo que sucede con este fenómeno, tanto en cómo se va extendiendo (si es que lo hace) como con los trabajos con que se va alimentando.
En lo personal tengo más dudas que respuestas sobre estos movimientos. Por ejemplo, no sé siquiera si a estas imágenes se les debe continuar llamando fotografías; más allá del elemento tecnológico (que comparten con muchas otras aplicaciones) no encuentro cuál puede ser el concepto específico que las constituya como imágenes singulares (como lo es la fotografía, el dibujo, la pintura), y no hablemos por supuesto de temas ligados al juicio que merecen, o más aún, cuáles son las bases o puntos sobre los cuales se pueden discriminar unas de otras (sin ninguna consideración extra ¿qué diferencia hay entre una de estas imágenes móviles y otra, igualmente digital y puesta en la red, pero capturada por una cámara, no un teléfono?).
Para bien o para mal, fenómenos con el de la Eyephoneography, ya están entre nosotros y más vale que nos vayamos acostumbrando a su presencia pues llegará el día en que se vuelvan mayoritarios o por lo menos dominantes. Bienvenidos seamos a la cultura del siglo XXI.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Imagen: Matt Burrows. Have a seat. s/f. http://eyephoneography.com

miércoles, 13 de abril de 2011

De pintores 1

Nadar. Auguste Manet (1832-1883). 1874

Mujer arreglándose. 1875

Con el artículo de esta semana despedimos a dos buenos amigos, a dos pintores, por tanto, siguiendo la tendencia con que venimos haciendo las entradas diarias, esta semana la dedicaremos a los pintores que nos han precedido. Traer acá su retrato es tanto un acto de justicia como un ejercicio de memoria, un recordatorio de que sin ellos y su trabajo, nosotros no estaríamos aquí. Como a la mayoría de quienes aparecerán en este espacio no tuvimos oportunidad de conocer personalmente, sino a través de sus obras, en el mejor de los casos, vale la pena asomarnos a su fisonomía, quizás en los ojos, la nariz o el gesto, reconozcamos al amigo, al compañero, al colega, el vecino, rostros que se han hecho tan familiares que siempre los tenemos presentes.

martes, 12 de abril de 2011

Relevos

Marzo no fue un buen mes, en menos de seis días fallecieron dos buenos amigos, dos miembros importantes de las artes visuales en el estado, dos artistas que dejan para las siguientes generaciones su obra, la historia de su vida, su participación en la construcción de una ciudad con rostro más amable, una ciudad a la que le enseñaron el gusto por el arte.
Primero fue Jorge Rangel Guerra (1926-2011), alumno original del mítico Taller de Artes Plásticas de la UANL, que recibió instrucción directa de la no menos legendaria Carmen Cortes a la que luego substituyó en la dirección del taller una vez que la pintora catalana la abandonara resultado de un arranque de rabia, en el que quizás tuvo mucho que ver el propio Rangel Guerra.
El 30 de marzo, le siguió Raúl Oscar Martínez (1941-2011), uno de esos pintores que sin hacer ruido van labrando una trayectoria ascendente al grado de convertirse en uno de los nombres no sólo más apreciados en el medio, sino en una presencia insustituible al momento de hablar de las artes plásticas en Monterrey. Las particularidades de su paleta, de la fidelidad a su estilo se debieron a sus estancias en el extranjero pues fue uno de nuestros(as) pintores(as) que siguió su formación más allá de las fronteras, quedando marcados de por siempre por tal experiencia.
En otros tiempos la presencia de los artistas desaparecidos quedaba asegurada en la obra de quienes habían sido sus alumnos o ayudantes, en  nuestro caso ni Rangel Guerra, ni Raúl Oscar hicieron escuela o tuvieron alumnos. El primero de ellos, a pesar de su estrecha vinculación con la Universidad y otros centros educativos, decidió ser un pintor más que en solitario, para colmar sus propias expectativas, para ver plasmados sus gustos, preferencias, conceptos que sobre el arte y la pintura en particular tuvo. Tan fue así que a la vuelta del día decidió abandonar toda actividad plástica pública para dedicarse a su otra pasión, la música y de ella a la opera de la cual fue un experto sobresaliente.
Por su parte Raúl Oscar tampoco formó a quienes pudieran continuar con su trabajo por la simple y sencilla razón de estar completamente concentrado en él, teniendo poco o nada de tiempo para dedicarlo a la enseñanza. Además, tomemos en cuenta que hasta que no se formaron en las universidades locales (UDEM 1991, UANL 1983) las carreras de Artes, la enseñanza de estas prácticas continuaba siendo decimonónica, muy ajena al espíritu cosmopolita y moderno de Raúl Oscar.
Nada más natural que el relevo generacional, es la garantía de la continuidad y cambio en las ideas, el hacer, el comprender, mas uno de los factores fundamentales en este relevo es la memoria, sin ella se trunca la continuidad, no se sabe hacia dónde crecer, cuál es la dirección a seguir, o si esta debe ser modificada. La manera de evitar esta confusión es, precisamente, asegurando la presencia del pasado en el presente, de la obra de aquellos que ya no están entre nosotros, convirtiéndolos en los nutrientes, en el alimento de hoy, en la raíz que permite alcanzar cotas más altas, de mayor calidad, de mayor trascendencia.
Si ni Jorge Rangel Guerra, ni Raúl Oscar Martínez dejaron alumnos ( por lo menos visibles en este momento), es deber de todos los demás ponerlos a disposición de quienes ahora serán sus relevos naturales, haciéndoles comprender que por más diferencias que existan entre ellos y quienes les precedieron, hoy no estarían en la posición que tienen de no haber sido por el esfuerzo, la entrega y obra de quienes antes, en el pasado, creyeron en hacer una carrera, un nombre, una trayectoria, en el complicado mundo del arte.
Habremos otros que simplemente los echaremos de menos, que recordaremos con cariño, con gusto, las pláticas, los sucesos, los incidentes que compartimos, mientras esperamos que el relevo se siga cumpliendo.
Publicado originalmente por Milenio Diario
(Imagen: Fijaciones. s/f http://artelista.com)

viernes, 8 de abril de 2011

Escultores (C)

Autor desconocido. Jean Arp. 1926 (Retrato que apareció en la revista De Stijl volúmen 7, 73/74 de enero de ese año.
Tomada de: www.moreeuw.com
- Crecimiento. 1938 (Imagen: www.dailyartfix.com)

miércoles, 6 de abril de 2011

Escultores (A)

Autor no conocido. Eduardo Chillida (1928-2002). s/f

Autor no conocido. Elogio del horizonte. s/f

Imágenes: Para el retrato del escultor:
Para la escultura: www.artespain.com


Una vez más la entrega del día de ayer (ver más abajo) vuelve a dictar el tema de las siguientes, que en verdad no serán otra cosa que la continuación de lo que hemos venido haciendo, es decir, presentar escultores y un ejemplo de su trabajo. Obviamente el tema resulta inagotable y entre más se indaga más retratos, principalmente, van apareciendo. Lo que sí es una desgracia y esta no es la primera vez que lo denunciamos es que la mayor parte de las imágenes aparezcan sin crédito; de no tratarse de un fotógrafo de renombre, todos los demás pasan por ignorados o simple y sencillamente se les escamotea el reconocimiento que merecen. Debería hacerse el mayor de los esfuerzos por citar al autor de las imágenes que se difundan, a menos, claro está, que se haya pedido expresamente el anonimato o se desconozca por completo la fuente de la que procede. Dígase lo mismo, aunque no es tan grave, de fechar la documentación que se da a conocer, de poco o nada sirve si no sabemos de qué momento en el tiempo proceden imágenes y documentos. Malas prácticas, malos manejos de los materiales, falta de rigor y seriedad, de honestidad intelectual, parecen ser los males que, como remoras, acompañan estos espacios públicos.

martes, 5 de abril de 2011

Epílogo involuntario


Las dos semanas anteriores me ocupé de la muestra del escultor australiano Ron Mueck que actualmente se presenta en el MARCO. Sin relación alguna, el pasado 24 de marzo se inauguró en el Museo El Centenario la exposición intitulada devas armada con esculturas de Leonora Carrington, así, sin quererlo, la presencia de ambas exhibiciones me permite escribir este epílogo dedicado al tema de sus esculturas.
Pudiera no parecerlo a primera vista, pero creo que el trabajo de estos productores se encuentra próximo uno del otro, o si se prefiere, comparten ciertos elementos que nos permiten relacionarlos. No sólo se trata de muestras relativamente pequeñas (11 piezas en el caso de Mueck, 17 en el de Carrington), sino que ambas pueden ser vistas como bordes, límites, que llega a tocar  u ocupar una cierta idea de escultura, la antropomorfa. Pero también son el producto de una tecnología y del trabajo no de una sola persona sino de un grupo, de un equipo que ha de conocer al detalle su oficio para poder responder a las expectativas o demandas del productor; mucho del éxito de Mueck, y ahora podemos decir que de las esculturas de Carrington también, depende del expertise del equipo con que trabajan.
Antes de continuar, quisiera largar un par de ideas sobre la exhibición de Carrington en particular. Debo confesar que nunca he sido fanático de su obra, como tampoco lo soy de la de Varo, Dalí u Oscar Domínguez, desde mi punto de vista representan el peor de los Surrealismos posibles, todas vez que lo identifican con la pintura fantástica, la cual, a su vez, es interpretada como lo máximo en pintura ya que da forma a personajes y situaciones que pareciera surgen como el fin último del arte.
Las esculturas de la Carrington impresionan o gustan, porque “qué imaginación”, “cómo se le ocurren estas cosas”, “en qué estaría pensando”, “así ha de soñar”, y claro si a la forma redonda de un plato le pongo ojitos, pies humanos, cola de perro (por atrás por supuesto), le esgrafío algunos símbolos, y le título La visita de mi madre la noche de mi cumpleaños, hago que el espectador desprevenido se preocupe más por encontrar qué es lo quise hacer o decir, que por lo que realmente le comunica la pieza, algo así como lo que hace Mueck al alterar las dimensiones de sus piezas, nos preocupamos tanto por la impresionante fidelidad del detalle que olvidamos preguntarnos por lo que nos comunican las piezas.
En lo particular no tengo ningún problema en imaginar una pieza híbrida entre estos dos productores y no me cuesta trabajo porque ya la he visto en el cine, de El Señor de los Anillos al Laberinto del Fauno pasando por Harry Potter y Residen Evil, y no está mal, son como lo dije hace un momento el límite superior al que puede llegar la representación del cuerpo humano y sus variantes (por cierto que si de cuerpos surrealistas se trata, más valdría citar y quedarnos con los modelos del Dr. von Hagens), ¿qué les falta a las piezas de Mueck? Que se levanten y nos hablen, ¿a las de Carrington?, que sean como en nuestros sueños, no de frío e impersonal bronce, sino de carne y hueso, todo lo demás ya lo tienen, quiero decir nuestra atención y firme convicción de que producir este tipo de piezas es el papel del arte.
No es sino hasta ahora que veo con claridad que así como hablamos de la crisis por la que atravesó o atraviesa la pintura, es necesario hacerlo también de la crisis de la escultura, un estado quizás más profundo, complicado y difícil de superar que el de la propia pintura. Y no es que no haya ahora extraordinarios representantes del quehacer artístico tridimensional, Anish Kapoor y Anthony Gormley, por poner un ejemplo, no me dejan mentir, pero a su izquierda y derecha se encuentran muchos muecks y carringtons representantes de una idea de escultura cuyo único chiste es que se ajustan a la descripción que se hacía de ellas en otros tiempos, que son de bulto.
Publicado originalmente por Milenio Diario

lunes, 4 de abril de 2011