martes, 19 de abril de 2011

Para bien o para mal

La pausa de Semana Santa que originalmente estaba destinada a la reflexión, la meditación y el arrepentimiento, puede servirnos para mirar hacia otros temas que en el trajín de lo cotidiano pueden pasar desapercibidos o son siempre pospuestos, aún y cuando algunos de ellos pudieran ser de la mayor importancia. Aprovecho pues que no hay nada nuevo que comentar sobre la escena local, para hablar de un fenómeno que no me explico cómo es que no ha hecho más ruido entre nosotros.
Hace unos días, la Escuela de Fotografía y Centro de Imagen (EFTI) de Madrid, España, inauguró en sus instalaciones la Segunda Muestra Internacional de Eyephoneography, lo que ellos llaman la fotografía móvil. En efecto la Eyephoneography no es otra cosa que las imágenes captadas y puestas en circulación o exhibición a través de las redes sociales o páginas del Internet. El movimiento ha cobrado tanta fuerza que, incluso, sus adeptos se distribuyen entre aficionados y profesionales, y, en ambas categorías, cuentan, como es de  suponerse, con miles de asociados, aunque es cierto, no todos participan con el mismo entusiasmo ni tienen el mismo interés en el hacerlo.
El advenimiento de la fotografía supuso la democratización de la imagen; la incorporación de la fotografía a los medios de comunicación (primero a la prensa, después a la T.V. etc), la masificó. La irrupción del medio electrónico y digital en la fotografía, “instantaneizó” a la imagen, y lo hizo tanto en su producción como en su circulación y consumo, es decir, hoy día, no sólo se producen instantáneamente las imágenes —entre otras cosas por el acceso a herramientas como los teléfonos móviles— sino que también, con la misma velocidad, empiezan a circular y ser vistan por públicos que lo más probable es que jamás se conozcan por otros medios.
Eyephoneography, actividad, práctica, a la que estoy seguro muchos de nosotros le debe dedicar un buen tiempo, se presenta, según los organizadores de esta segunda muestra, como un ejemplo de los usos de las aplicaciones que vienen con todos los smartphones; de la configuración del mundo en imágenes que van de las más pequeñas e intrascendentes a las de mayor impacto y oportunidad, pero también como un ejercicio de comunicación social, en donde, a través de compartir imágenes, las distancias se acortan, las diferencias se desvanecen y las similitudes afloran.
La Eyephoneography se encuentra inserta dentro de un campo de cambios mucho mayor que está dando forma a la cultura del siglo XXI. Así como esta práctica alterará permanentemente las formas de hacer, promover, difundir y hasta mercar las imágenes (cualesquiera que sean estas), así muchas otras áreas de nuestra vida cotidiana se irán viendo modificadas. Por lo pronto debemos estar atentos a lo que sucede con este fenómeno, tanto en cómo se va extendiendo (si es que lo hace) como con los trabajos con que se va alimentando.
En lo personal tengo más dudas que respuestas sobre estos movimientos. Por ejemplo, no sé siquiera si a estas imágenes se les debe continuar llamando fotografías; más allá del elemento tecnológico (que comparten con muchas otras aplicaciones) no encuentro cuál puede ser el concepto específico que las constituya como imágenes singulares (como lo es la fotografía, el dibujo, la pintura), y no hablemos por supuesto de temas ligados al juicio que merecen, o más aún, cuáles son las bases o puntos sobre los cuales se pueden discriminar unas de otras (sin ninguna consideración extra ¿qué diferencia hay entre una de estas imágenes móviles y otra, igualmente digital y puesta en la red, pero capturada por una cámara, no un teléfono?).
Para bien o para mal, fenómenos con el de la Eyephoneography, ya están entre nosotros y más vale que nos vayamos acostumbrando a su presencia pues llegará el día en que se vuelvan mayoritarios o por lo menos dominantes. Bienvenidos seamos a la cultura del siglo XXI.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Imagen: Matt Burrows. Have a seat. s/f. http://eyephoneography.com

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