martes, 2 de octubre de 2012

Fotografía Parisina

 

Hay que traer a la memoria que fue el Mayo Francés el momento en el que culminó el siglo XX e inició la preparación para el arribo de éste. Como la Revolución Francesa, lo sucedido en ese mes es el antecedente de muchos otros movimientos de protesta a lo largo del mundo, incluido, por supuesto nuestro 2 de octubre, que no se olvida.

     Relacionada con esta memoria, se encuentra, sin duda, Yolanda Andrade (1950), fotógrafa mexicana que recientemente recibió la Medalla al Mérito Fotográfico que otorga el INAH y que le fue conferida en el mismo evento en que se reconoció, de la misma manera, a nuestra Fototeca. Andrade presenta una parte de su serie intitulada Una mexicana en París, en la sala de exposiciones de la Alianza Francesa de San Pedro.

     1968 No es lo único que nos une con la capital gala, de hecho, mucho antes que el mundo se norteamericanizara, Francia, hay que recordarlo, era el núcleo cultural del que dimanaban las principales corrientes del mundo intelectual; allá se formaron nuestros mejores hombres, de allá tomamos las conductas y gustos de una burguesía  ilustrada; hablar francés era símbolo de distinción, y el  viaje a Francia era imprescindible en la formación de mujeres y hombres.

     No hay quien haya viajado a la ciudad luz y no haya sentido el impulso de tomar fotografías; me atrevería a decir que París es la ciudad fotogénica por excelencia en un doble sentido, en el más obvio, porque muchos de sus monumentos se han convertido en íconos del turismo mundial, viajar hasta allá y no fotografiar(te) la Torre Eiffel, es equivalente a no haber estado ahí en realidad. Y, dos, la ciudad en sí, sus calles, parques, comercios, arquitectura, cafés, mercados, habitantes y visitantes, etc., es digna no de una, sino de muchas fotografías.

     No sabría cuál de las más de veinte que presenta Andrade en esta muestra me gusta más, obviamente están las impresas en Blanco y Negro, pero también me dejo seducir por trabajos a color como Dibujos sobre cristal; otras me cierran el ojo como Ex Sho o El jardín de Manet, en fin, Distrito XI, Los Navegantes o A orillas del Sena, no sólo son buenas fotografías sino que dejan ver la perfecta combinación entre el deambular de la fotógrafa y su programa de trabajo, que tal y como ella misma lo dice es un tanto azaroso, permitiendo que la calle la lleve, deteniéndose ante lo que llama su atención, siguiendo a la gente, se trata de un programa no común que revela otra ciudad, la que registra la cámara de Andrade.

     He dicho que la mayoría de los que han pasado por esta ciudad no se resisten a la tentación de hacer fotografías, y algunos, los más conocedores del medio y/o los más conocedores de la ciudad, buscarán hacer otro tipo de tomas, incluso de los mismos motivos que aquí muestra Yolanda Andrade, así pues, una pregunta válida sería ¿qué diferencia mis fotografías de viaje de las de ella?

     No hay respuesta sencilla ni rápida a esta cuestión. Independientemente del oficio, la trayectoria, el ojo mismo entrenado para y por la fotografía, desde mi punto de vista contestaría que, entre muchos otros, hay tres aspectos que permiten tal diferenciación, sin por ello negar que cualquier fotografía de viaje pueda convertirse en algo más. Primero, Andrade está consciente de que hay que evitar todo motivo que sirva para “romantizar” la ciudad. Dos, la ciudad, por decirlo de alguna manera, no le interesa, está más bien atenta a lo que sucede en la ciudad, por eso fotografía los bares, mercados, metro, salas de exposición, calles, porque ahí sucede algo. Y, tres, sus fotografías no han sido producidas para mostrarnos que ahí estuvo, sino que forman parte de intereses más amplios que se conectan con otros proyectos y su propia trayectoria.

     No obstante, el principal mérito de Una mexicana en París, es el permitirnos ver a través de su cámara una de las mil caras que hacen de París la ciudad más hermosa del mundo.

Publicado originalmente por Milenio Diario

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