martes, 12 de agosto de 2014

Ni con 100 años


Quiero tratar, aunque sea superficialmente, dos temas relacionados entre sí. En común tienen el centenario del inicio de la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (28 de julio de 1914) mismo que, como no habrá pasado desapercibido, se conmemoró hace unos días.
         El simple hecho de señalar que entre este momento y aquellos acontecimientos median 100 años, los hace aparecer como algo no sólo verdaderamente viejo, sino muy lejano a nuestra cotidianidad. La verdad, más bien, y desde mi modo de ver, parece que es exactamente al revés, es decir lo sucedido hace 100 años en Europa ni es viejo, ni extraño a lo que pasa hoy día.
         La Gran Guerra fue, como episodio bélico, única en tanto que nunca se había visto algo semejante, ni en su tiempo, ni 100 años después. Y eso que la califica tan bien, lo inédito, lo extraordinario, lo nunca antes concebido, su novedad en pocas palabras, es lo que la convierte en una manifestación del espíritu no sólo de su época sino de todo el siglo XX. No hay campo del conocimiento, de la producción y la tecnología, de las humanidades, del arte, de la sociedad y su gobierno, que esos primeros 20 años del siglo no hayan tocado con el mismo espíritu, el de lo nunca antes visto. Tomemos en cuenta que para 1914 ya se había pintado las Señoritas de Avignon (1907), Kandinski había abierto las puertas de la abstracción (1910), el Dadaísmo había iniciado (1916) lo mismo que el Cubismo (1907) y el Futurismo (1909), la Revolución Rusa iniciaría en el ‘17, siete años después de la nuestra, y en el ’18, año en que cesan las hostilidades, el mundo viviría una muestra de lo que puede ser una plaga moderna con la Gripe Española que mató a más personas que la misma guerra.


         Soy incapaz de agregar algo más a lo expuesto por Susan Sontag sobre la fotografía de guerra (Ante el dolor de los demás, 2003), lo que sí puedo decir es que si hubiera que seleccionar algún momento en que la fotografía se convirtió verdaderamente en un instrumento democrático (popular ya lo era desde su aparición en 1839), muy probablemente escogería este del que venimos hablando, 1914, la Primera Guerra Mundial. Aunque, como se sabe, la tendencia a implementar cámaras más sencillas de emplear y de llevar, de hacerlas portátiles, venía de tiempo atrás, fue ahora que terminan por imponerse sus ventajas, a lo que en mucho contribuyó la aparición, precisamente en 1914, de la cámara Leica. El oportunismo de George Eastman lo llevó a lanzar el modelo que llegó a conocerse como la cámara del soldado, del cual vendió, literalmente, millones (sin hablar de su participación en el desarrollo de la fotografía aérea). A su iniciativa le siguieron otras armadoras, como su competidora, la Ansco, que tuvo un éxito similar con sus modelos para el frente de batalla. Si puede afirmarse que la Gran Guerra puso en manos de cada soldado (francés, americano, alemán, ruso o australiano) una cámara fotográfica, lo mismo puede decirse respecto a la circulación de imágenes, nunca antes habían ido y venido tantas fotografías como a partir de estos eventos pues no sólo los diarios y las revistas demandaban más fotografías que mostraran los sucesos bélicos, sino también las familias y amistades de los combatientes; era la novedad.
         De hace 100 años a la fecha ¿entendemos mejor el arte que a lo largo de este lapso se ha producido; reconocemos la herencia e influencia que sigue ejerciendo aquella mítica vanguardia? Y si la novedad sorprendió a todos ¿qué hemos hecho para salir bien librados del asombro?, ¿o es que 100 años no son suficientes para asimilar tanto cambio?, ¿o ni con 100 años somos capaces de aprender y aprehender de y lo que ha sucedido a partir de entonces?
Imaginemos cuántas imágenes fotográficas (dejando incluso fuera a las digitales) se han generado a lo largo de 100 años, ¿entendemos mejor la imagen y sus efectos?, ¿han servido de algo, además del empleo primario de informar?, ¿la democratización en la producción de fotografías nos ha llevado a la tiranía de la imagen?
Aunque luctuoso, el centenario de la Primera Guerra Mundial, también debe recordarnos que nuestra cultura viene directamente de lo que ahí se hizo y se dijo, somos, como tantas otras cosas, su consecuencia.

Publicado originalmente en Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: www.taringa.net
www.jotdown.es


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