En el pasado reciente, razón suficiente para ganarse una
crítica adversa, ser mal visto por los pares y hasta acusado de acomodaticio,
era el dejar, aun por un momento, la pintura (o la escultura o el grabado) para
abordar un nuevo trabajo mediante, digamos, la fotografía, u olvidarse por un rato
de la escultura para realizar grabados o a la inversa, el chiste era que si te
habías dado a conocer pintor, pintor debías permanecer; razones, que no veremos
aquí, las había para pensar de esta forma y a pesar de ellas, hoy día lo que
priva es lo contrario, que los productores migren de uno a otro medio o soporte
buscando aquel que se ajuste a las necesidades e ideas de un proyecto en
particular. Para hacer más evidente esta contraposición, anteriormente se
auguraba que el buen pintor sería un mal escultor o un buen dibujante un mal
fotógrafo, etc., en la actualidad nadie repara en tales consideraciones pues lo
que importa, se supone, no es tanto el medio, la forma, como la idea que se
expresa. A pesar de todo, como veremos en seguida, no siempre es tan sencillo,
como tampoco basta con ser un productor actual para transitar exitosa y libremente
entre los muchos medios que se hayan a disposición
de cualquiera hoy día.
El pasado 30
de enero se inauguró en el Centro Cultural Plaza Fátima (que por sí mismo es un
tema que deberíamos abordar) la muestra intitulada Inside Space de Héctor Falcón. Como se sabe, este productor logró
notoriedad internacional al realizar una serie de intervenciones en y con su
propio cuerpo a través de las cuales cuestionaba conceptos caros para la
sociedad occidental simple y sencillamente porque la publicidad, los medios,
así nos los han vendido. Tales trabajos llegaron, incluso, a poner en riesgo su
propio bienestar, razón me imagino, por la que dejó de practicarlos (lo que no
quiere decir que haya abandonado esta estrategia de trabajo). Si bien es cierto
que desde las filas del Dadaismo empieza haber ejemplos del uso del propio
cuerpo o el de otros como soporte para ejecutar una obra, lo de Falcón no
dejaba de tener su interés al llevar al extremo la evidencia de su denuncia o
crítica.
Pues bien, nada de esto permanece en Inside Space, un conjunto de trabajos realizados con base a la
superposición de telas pintadas y después horadadas por cortes circulares
realizados con equipo laser, de tal suerte que se puede ver, dependiendo del
diámetro del círculo superior parte de lo pintado por debajo. Para ser breve,
se trata de un procedimiento muy cercano al Decollage,
pero realizado con telas (pinturas) y rayo laser en lugar de papel, navajas,
espátulas o el simple rasgado.
Desgraciadamente el resultado de
tan complicada operación es una serie de “objetos-pintura” monótona y
repetitiva, carente de interés. El texto de sala que presenta la exposición,
habla de estas obras como de las de William Burroughs obtenidas mediante el
método del “cut-out” a través del cual buscaba introducir en sus textos el
elemento azaroso, sorprendente, todo lo contrario a lo que vemos en estas piezas
de Falcón. Un poco más interesantes resultan las “cajas” Extracción constructiva A y F,
por semejar el interior de mecanismos de reloj, o las intervenciones sobre
libros Kandinsky y Pure Beauty, aunque remiten
inmediatamente a las obras de José Luis Díaz, por solo mencionar a un productor
local, infinitamente más atrevidas y provocadoras. Y ya que estamos asociando,
recuerdo ahora unas telas de Gabriel Macotela en las que igualmente jugaba con
un delante y un atrás pensando en la planitud de la pintura y por tanto
incorporadas a un problema secular de la cultura occidental.
Me parece más que lógico que
después de las obras realizadas sobre su propio cuerpo, ahora Falcón trabaje en
el polo opuesto, con objetos racionales, fríos, poco emotivos, sin embargo y
ante lo expuesto, quizás los antiguos no estaban tan errados al exigir un conjunto
de obra uniforme y congruente antes que variopinto, pues más vale una colorada
que…
Publicado originalmente por Milenio Diario.
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
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