Por la mañana de este día, leí, debo confesar que con cierto apuro y pena, que el CONARTE había tomado la decisión se suspender su relación laboral con 40 de los que hasta la fecha de ayer habían sido sus empleados. Mi reacción, además de ser provocada por una pésima administración federal los últimos 12 o 18 años, la puedo concretar en los siguientes tres puntos:
1. Me sorprende, me ofende, la poca atención que el nuevo gobierno ha puesto al sector de la cultura. No es sólo la dilación para definir su status y/o nuevo rumbo de acuerdo a las políticas públicas que se quieran aplicar en él, sino que se le ponga a la cabeza de los reajustes, confirmando, una vez más, que la Cultura no es un sector, ya no digamos prioritario, sino simplemente importante para este o cualquier otro gobierno. Y, lo peor, cuando parece que se le prestará especial atención, como en la caso del gobierno anterior, es sólo para favorecer, por quién sabe qué méritos, a los amigos, los compadres, los compromisos adquiridos, etc.
2. La situación económica en la que se encuentra el país y que es atribuible en un gran porcentaje a los malos manejos de gobiernos federales, estatales y municipales, deja sin protección alguna a los compañeros que han sido despedidos, mientras que diputados (locales y federales), partidos políticos, sindicatos, siguen sirviéndose con la cuchara grande. Con esta crisis a cuestas, ¿quién empleará a los que pasan a engrosar el número de desempleados?, ¿quién se preocupó por su futuro, quién se preocupará por ellos?
3. Dudo mucho que para lograr una mayor eficiencia en las acciones de gobierno se tenga que liquidar a parte de la planta laboral. Y lo dudo porque, por lo menos en el caso del CONARTE, quienes se han visto afectados por esta decisión, eran los que precisamente sacaban adelante la chamba, los que hacían la talacha del día a día, los que están detrás de los reflectores pero sin cuyo concurso las cosas no marchan, o no marchan como debiera. Todos sabemos de los muchos aviadores que medran del presupuesto estatal y del que puedan hincarle el diente, esos son los que debieran ser tachados de las nóminas, nos los trabajadores víctimas de una crisis en la que nada tienen que ver; sin embargo, como sabemos, los vividores del gobierno, son, para la politiquería que impera en el país, pieza clave para seguir aprovechándose del poder.
Si difíciles fueron los últimos dos años del CONARTE, principalmente por el robo que sufrieron de su presupuesto, si con el personal completo fueron cuestionadas sus acciones y alcances, si con el ojo del gobernador sobre su hombro se vieron obligados a cumplir caprichos, ¿qué será ahora de ellos -de nuestra institución encargada de la política cultural del estado- que ni el saludo reciben?
Con acciones como estas no sólo se victima a 40 personas, sino a toda la comunidad.
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