martes, 1 de febrero de 2011

Beuys/Rangel Faz I


Prólogo
Como se sabe el pasado día 28 se inauguró en el MARCO Beuys y más allá. El enseñar como arte, una exposición armada por el Deustche Bank con material (el de los alemanes) de su propia colección que como ya hemos visto en este mismo recinto, es vasta y rica. Como parte de su propuesta curatorial, la exposición se complementa con trabajos del mexicano Mario Rangel Faz. Esta propuesta consiste, rápidamente dicho, en mostrar trabajos de Joseph Beuys (1921-1986) junto a ejemplos de lo hecho por 6 de sus alumnos, y como su contraparte mexicana obras de Mario Rangel Faz (1956-2009) quien como Beuys fue maestro de amplia influencia entre sus estudiantes.
Hasta aquí podría pensarse que se trata de una muestra amplia y generosa, múltiple en los ejemplos que exhibe, pero no es así, resulta más bien breve si tomamos en  cuenta lo que busca mostrar. No obstante, lo que no logra en cantidad, sí que lo hace, no podemos decir que en calidad (el adjetivo no aplica en este caso), pero sí en insinuaciones, lecciones sobre la producción artística actual.
Así pues, y de acuerdo a esto último, dividiré en tres partes mi comentario a fin de corresponder con la riqueza de la exposición. Procuraré que aun siendo apuntes sobre la misma muestra, estos puedan leerse individualmente  sin tener que depender de su(s) antecedente(s).
Arte a revisión
No me cabe duda de que una de las interrogantes que le surgirán a quienes visiten esta exhibición, es la relativa a la naturaleza de los trabajos que la componen, es decir, si resulta correcto llamarlos arte y por qué razón, toda vez que su apariencia resulta prácticamente antagónica con otras obras que conocemos y hemos aprendido a apreciar como “arte”.  Esta es, justamente diría yo, una de las claves posibles para enfrentar la muestra, su naturaleza antagónica. No se trata de ver y apreciar “obras de arte” en un sentido tradicional, el del cuadro colgado o la escultura al centro de la sala, sino todo lo contrario, todas y cada una de estas piezas tiene, desde su concepción hasta su realización material, el carácter subversivo que modificó radicalmente la producción, circulación y consumo de la obra de arte en la segunda mitad del siglo XX. Este carácter subversivo lo encontramos desde la selección de los soportes, en donde el lienzo o el papel hecho a mano, es substituido por plásticos, lonas, papel comercial, cartón, etc., es decir, materiales considerados no sólo pobres sino inapropiados para el “arte”. Lo mismo podríamos decir de las técnicas empleadas (mixtas todas ellas, pero en el sentido de híbridos más que en el que comúnmente se emplea este término), la insistencia en el dibujo o mejor dicho en el acto de dibujar, y/o su apariencia de diagrama industrial o tecnológico, un  ánimo vivo por explicar y   aprehender una realidad compleja.
 Esta es una de las ideas  que se encuentran tras estos  trabajos, tras su espíritu de  confrontación. Me explico, el esfuerzo de Beuys y otros, en el momento en que están produciendo (a Rangel Faz le queda más lejos aunque también comulga con ellos), es hacer transitar al Arte de un Arte-pasivo-contemplativo a un Arte-activo-participativo, en otras palabras, el objeto de arte nos debe mover a la interacción con él mismo a fin de comprender aspectos de la realidad sobre la cual debemos, por otra parte, actuar a fin de transformarla. El arte como vehículo para el conocimiento y la modificación de la sociedad, lo cual exige no la contemplación, sino la participación activa al lado de la obra.
La exposición, por tanto, nos ofrece una visión de uno de los centro más activos -en su momento- en esta transformación del Arte, y así es como hay que recorrerla, tratando de ver en cada pieza ese intento por darle al arte una nueva dimensión, por encontrarle otras facetas, por darle un nuevo fin, por renovarlo al igual que la sociedad en la que estaba naciendo.

Publicado originalmente por Milenio Diario

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