martes, 14 de enero de 2014

Don Octavio



No recuerdo si primero se lo escuché a mi padre y después a Raquel Tibol o fue a la inversa, en todo caso lo importantes es que ambos reconocía que en ese momento (el lejano siglo XX) no había mejor crítico de arte en México que Octavio Paz. Inicio estas líneas con ese recuerdo ya que como se sabe este año se estará festejando el centenario del nacimiento (1914) de nuestro premio Nobel.
         Con seguridad en los siguiente meses habremos de volver varias veces al tema de Paz y más importante aun, a sus escritos. Por lo pronto, en este primer texto quiero hacer una presentación general de Paz como crítico de arte. Lo primero que habría que decir es que del momento en que Paz fallece (1998), incluso desde que escuché la aseveración de más arriba, a nuestros días, no sólo los objetos artísticos han cambiado, sino también nuestra concepción del arte, y ya no digamos la del crítico de arte, figura que a pesar de que se le quiera resucitar, hoy díe es prácticamente inexistente. Y es que el crítico al que se refería Tibol o la concepción que el propio Paz tenía de esta actividad, es una muy distinta a lo que hoy se entiende. El crítico era quien poseía la información, el conocimiento suficiente sobre el arte, tanto como para desentrañar su misterio y explicarlo a los demás, más que puente entre la obra y el público el crítico es el elemento complementario de la fórmula productor-obra-público, es, diríamos, quien opera o hace funcionar este sistema.
         Podemos estar de acuerdo o no con esta manera de entender la crítica de arte, podemos incluso, citar muchas otras quizás más pertinentes, pero no olvidemos que Octavio Paz, perteneció, por generación y pasión, a un selecto grupo de intelectuales del siglo XX que continuaban o, más bien, que hicieron todo lo posible por mantener vigente el proyecto Moderno, al menos en los que a la cultura se refiere. Lo que diferencia a Paz del resto de sus compañeros, es la independencia de su actitud (correcta o no) respecto a posturas definidas como si fueran eternas o únicas ya fuera en el plano estético, ya en el ideológico y político.
         De entre las características de su pensamiento, destaco, pues, dos de ellas, una su conocimiento profundo, íntimo del proyecto Moderno lo que le permitía ejercer sobre él una crítica implacable con el fin de redimirlo; y, dos, la libertad de pensamiento que siempre ejerció, aunque según sus enemigos, esta independencia acabó vendiéndola al poder en México a fin de convertirse en una especie de mandarín de la cultura (no olvidar que en su concepción original el CONACULTA fue una creación de Paz y sus allegados).
         Dejo para otra ocasión el señalamiento de los yerros y pecados de Octavio Paz, para regresar a la identidad o identificación del pensador con la Modernidad. Habría que recordar, por ejemplo, sus escritos sobre Breton y los surrealistas (él mismo surrealista alguna vez), la profundidad con que comprendió a Duchamp, lo que dijo sobre Miró, Picasso, Dali, y por supuesto sus reflexiones, críticas y discusiones sobre el arte moderno de nuestro país. De entre todo ese material destaco el texto que leyera en el coloquio “Las vanguardias cumplen 100 años” organizado por el Museo Picasso de Barcelona en 1994 y que lleva por título Rupturas y restauraciones. Si bien no se trata de una teoría en sí sobre las Vanguardias Históricas, si es una explicación razonada y fundamentada de sus principales propósitos, logros y fracasos. Si se quiere conocer el corazón de estos movimientos, su razón de ser, y la manera en que engarzan con la Modernidad, hay que regresar una y otra vez a este esclarecedor texto.
         Hubo un tiempo en que no se podía escribir algo en México sin citar a Paz, su autoridad, aunque mellada al final de sus días, era incuestionable. Hoy día a penas y se le conoce, las nuevas generaciones poco saben de él y menos aún es una lectura recomendada. Esperemos que los festejos por su centenario logren restaurar tan importante figura, pensamiento como el suyo siempre es necesario para crecer.

Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
Imagen: Octavio Paz. Juan Rodrigo Llaguno

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