Chris Marker. La Jetée. 1963
Como a miles, me gusta ir al cine. Habría que subrayar que
el resultado que se aprecia de esta experiencia es el de la operación completa,
es decir, el de ir al cine y ver la película. Por eso es que sólo cuando no hay
otra alternativa veo películas en casa, o peor aún a través de la pantalla de
un ordenador. Estoy muy lejos de ser un experto en cine, ni siquiera un mediano
conocedor, tengo pésima memoria para retener nombres de actores, directores o
títulos de películas, y no podría presumir de tener un gusto sofisticado o
educado al respecto, antes al contrario, veo todo o casi todo género de
películas, así como de la nacionalidad que sean, al final no distingo ni una
cosa de la otra, ni entiendo por qué me atraen o las rechazo.
Con tales
antecedente se entenderá que estas líneas no pueden ni pretenden referirse al
cine tal y como se entiende comúnmente, más bien hablaré de la imagen en
movimiento y aunque esta es la esencia del cine y es el futuro, casi inevitable,
de toda producción de imágenes, me interesa más en cuanto a las implicaciones
culturales, simbólicas, sociales, que supone su producción —la de las imágenes—
y que estas simulen (cine) o reproduzcan tal cual el movimiento (T.V., video).
Dzinga Vertov. Man with a Movie Camera. 1929
No hace mucho,
comentando con amigos, se hablaba de la difusión que tienen ciertos movimientos
artísticos, y en especial de la atención que concentran las manifestaciones más
contemporáneas; pero se decía que, curiosamente, pocas veces se habla de cómo
el cine ha participado en la conformación de lo que genéricamente llamamos arte
contemporáneo, es más ¿cuál es el cine contemporáneo? No hablo de sus
manifestaciones comerciales, que también son cine contemporáneo y que incluso
pudieran llegar a tener excelentes representantes, sino más bien de aquellas
producciones que se inscriben en algo que pudiéramos llamar, también
genéricamente y a fin de distinguir géneros, cine de autor (no de director que
sería, a su vez, otro género, etc.)
Así, dejamos fuera
trabajos y saberes tan valiosos para la comprensión
y apreciación de nuestra actual iconósfera, como el famoso Man with a Movie Camera (1929) de Vertov, los más desconocidos
trabajos de Marcel Duchamp, Anemic cinema de 1926, de Fernad Leger o
Alexander Calder, Man Ray, o los generados por maestros y alumnos de la
Bauhaus, antecedentes de películas tan destacadas como La Jetée (1963) de Chris Marker, o de entre los más contemporáneos
los filmes del sudafricano William Kentridge. Estos y muchos otros trabajos
exploran, a través del cine, la naturaleza, valor y funciones de la imagen,
aunque muy probablemente debiéramos hablar mejor de la imagen reproducida
técnicamente, o simplemente de la imagen técnica, para distinguirla de aquellas
otras obtenidas manualmente o bajo regímenes mixtos (la estampación en
cualquiera de sus modalidades por ejemplo).
Marcel Duchamp. Anemic Cinema. 1926
La
reproducción técnica de imágenes (creación, circulación y consumo) convierte a
éstas, como nunca antes en la historia, en un fenómeno masivo (característica
distintiva de la Modernidad), pero no se trata de la imagen fija que siempre
tendrá un número limitado de espectadores, sino de la imagen en movimiento, del
cine, donde una sola pieza (la película) puede ser vista simultáneamente por
una multitud; como se sabe, hoy día, este mismo tipo de imágenes pueden ser proyectadas,
por el Internet, a públicos cuyo tamaño resulta inimaginable. Fenómeno previsto
por W. Benjamin al señalar al cine como el arte del futuro, el arte de las
masas.
Pero la
imagen, sea pictórica, fotográfica o digital, siempre es la misma, igualmente
si es fija o en movimiento, lo que cambia, el elemento que introduce una
diferencia esencial y que es intrínseco
al movimiento, es la percepción del tiempo que provocan, mientras que una
pintura o una fotografía son eternas, una película es, como cualquiera de
nosotros, fugaz, perecedera. Es pues el
contacto con la finitud de estas imágenes, lo que acaba por seducirnos, lo que
logra haya una identificación y preferencia sin precedentes.
Publicado originalmente por Milenio Diario.
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: www.criterion.com
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