martes, 13 de agosto de 2013

Tres de todo

 
 

     Uno. Está en circulación un video o clip musical de un tal J.C. intitulado Baby Picasso, quizás por eso me lo mandaron. Lo que me llamó la atención fue que en él aparece insistente y protagónicamente Marina Abramovic. Al terminar la canción o lo que sea, aparecen los créditos de otras personas que también ahí interactúa con el Sr. J.C., lo curioso que es todos son galeros, art-dealers, artistas, escritores, músicos, etc., es decir gente —y no precisamente todos jóvenes— involucrada en la escena artística.

Al día siguiente me entero, por otros medios, de un video más, este bajo el encabezado de “Lady Gaga se desnuda para Abramovic”; en efecto, en este otro aparece la Lady desnuda por bosques y ríos o abrazando un enorme cuarzo en posición fetal. Se trata, sin que se diga, de un video de promoción a un instituto que quiere abrir la Abramvic en el que enseñará, me imagino Performance aunque sus pretensiones son más amplias, casi terapéuticas. Si el primer video me dio tristeza por ver a Abramovic en una situación que no es lo suyo y que además no tiene necesidad de hacerlo, este segundo me pone en alerta sobre una bien planeada red de “artistas haciendo dinero con otros artistas”. Eso no es problema, ni la primera vez que se  hace, lo grave, según yo, es que no se diga,  desde un principio, cuáles son las   intenciones que se persiguen y se  haga creer que Abramavic es   fanática del Rap o que Lady Gaga se   toma tan en serio su carrera que  acude con una “especialista” para  que la ayude en la preparación de  sus presentaciones (por cierto Lady  Gaga sacará en breve un nuevo  disco por lo que cualquier publicidad   le viene como anillo al dedo: hoy por ti, mañana por mí). No se vale porque eso es embaucar a las  personas y porque antes de que  usted termine de leer estas líneas  ya estaremos celebrando la promoción comercial como una nueva forma de hacer arte. Hace mucho, Eduardo  Ramírez proponía que en las bolsas del súper aparecieran leyendas como “Octavio Paz aquí compra sus  verduras” o “Francisco Toledo viene  acá por el pan”, por lo menos era más ingenioso que aparecer bailando Rap o correteando en cueros entre pinos y animalitos del bosque.

         Dos. Si se hizo formalmente no recuerdo haberlo visto; me refiero al aviso del cambio de sede del CONARTE. No ha sido sino hasta el fin de semana pasado que se ha vuelto a tocar el tema junto con la lamentable decisión de recortar aún más los ya de por sí exiguos presupuestos con que se pretende funcione, y funcione bien, la institución responsable de la cultura en el estado. Según se ha dicho, este mismo mes el CONARTE dejará sus oficinas en el llamado Palacio Federal para ocupar un piso en la mal habida torre administrativa. Entiendo que la función de este inmueble —la torre— fue, desde un principio,  ahorrar en rentas, lo cual es correcto, pero ¿el Palacio Federal no fue cedido desde hace tiempo al gobierno del estado?, ¿qué renta paga entonces? Si alguna dependencia puede ocupar un edificio que además sea emblemático de la ciudad sin que pierda sus características, ese es el CONARTE; edificio y dependencia se funden en un sólo símbolo que habla de la preocupación o interés del estado por la cultura,  etc. ¿Ahora cuál podrá ser su destino? No faltará quien ahí vea en lugar de un viejo e inútil edificio, un buen predio para un funcional e imprescindible estacionamiento.

         Tres. Si es triste ver que una institución como el CONARTE tiene que abandonar su espacio (con el que estaba y era identificado) por razones que no son muy claras (más allá de las económicas por supuesto), más triste es asistir a las discusiones acerca del destino final del Planetario Alfa. Entiendo también que un proyecto de esa envergadura y su permanente actualización, resulte demasiado oneroso para una sola empresa, pero, en los 30 o más o menos años que tiene de existencia ¿no se le pudo haber previsto e implementado otra forma de supervivencia?

         Tenemos pues tres casos en que argumentos económicos se imponen sobre cualquier otro. Supongamos que está bien ya que vivimos tiempos difíciles ¿pero en verdad alguien ha pensado en el público, en los usuarios; le interesan a alguien?
 
Publicado originalmente por Milenio Diario

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