martes, 6 de agosto de 2013

Memoria, narración y fotografía

  
      Las líneas que siguen son un regreso a la exposición de Carlos Ballester en el Centro de las Artes. Dos motivos me llevan hacerlo, uno, explicar con mayor detenimiento lo que veo en su trabajo, y, dos, a partir de ahí, extender la misma argumentación a la fotografía; es decir, me parece que las obras que presenta Ballester en esta exhibición son equiparables a la fotografía en cuanto a cómo pueden ser entendidas, estas piezas y la fotografía en general.

         La semana pasada ligué las obras que se presentan en esta muestra a la narración oral pre-histórica; cada una de ellas encierra una historia diferente que se renueva no sólo con cada nuevo observador o público sino con cada vez que echemos mano de ellos —los trabajos— para recordar y narrar su contenido. En tal sentido las piezas producidas por Ballester serían una especie de recursos mnemotécnicos que auxilian a recordar, a armar, la historia que en ese momento será contada.

 

         Cada una de las “cajas” de Ballester, por ejemplo, encierra un conjunto particular de objetos que al quedar articulados dentro de ellas crean su propio universo. Leer estos universos, saber moverse dentro de ellos, conocer el código de qué va primero y qué después y cuál es la razón de su ubicación dentro de la  caja (arriba, abajo, primer plano, fondo, etc.), son las claves que van haciendo recordar, a quien las emplea para ello, la historia que desea comunicar.

         El procedimiento no es extraño (usar objetos para recordar) y desde la antigüedad se conocen y emplean, una variante de ellos es el llamado Ars Memoriae que ha llegado a nosotros a través de la obra de los oradores latinos Cicerón, Quintiliano y el texto Ad Herennium de autor desconocido (para más información consultar El arte de la memoria de F. A. Yates). Dos elementos son clave en el proceder recomendado por ellos, los llamados loci, o lugares, y las imagines, las imágenes. Así pues, para recordar con precisión el orden de los argumentos o preceptos que tenía que manejar un orador, este iniciaba, como mnemotécnica, por inventar lugares que pudiera reconocer fácilmente e inmediatamente formar las  imágenes de aquellas cosas que quisiera recordar y ubicarlas en tales lugares. Reconocer un lugar y ver las imágenes que lo pueblan es recordar las cosas a las que están ligados ambos, es decir los loci y las imagines.

Así es como funcionan las “cajas” de Ballester, cada una de ellas es un lugar que contiene sus propias imágenes, recorrerlo es ir recordando la historia de la que dependen. Sin embargo, esta –la historia— siempre es nueva, porque siempre es diferente el que recorre los lugares y contempla sus imágenes. Por eso son pre-históricos, porque sus contenidos no están escritos en ningún lado, no son letras, son imágenes, y cada vez que alguien las contempla empieza de nuevo la historia que cuentan.
 

 

         La fotografía, por otra parte, es en sí el loci de los oradores, hablo del objeto que contemplamos y que en sí mismo y por sí mismo es un espacio que contiene imágenes que al observarlas nos traen de la memoria historias que contar, es decir la fotografía como objeto es también un dispositivo mnemotécnico. Pero resulta, como en el caso de las impresiones hechas por Ballester sobre el naufragio y posterior rescate patagónico, que la imagen de la fotografía por sí sola no ofrece más información, o mejor dicho, esas imágenes no poseen una información única, objetiva, reconocible por todos, por el contrario, esas imágenes —y en eso radica las fascinación que ejercen sobre nosotros— son renovadas con cada observador, cada uno de nosotros las empleará para contar su propia historia tal y como lo ha hecho Carlos Ballester en este caso (por eso es que no las presenta únicamente como fotografías rescatadas), lo mismo sucede con cada fotografía que vemos.

         La imagen fotográfica en realidad es muda por lo que hay que asociarla a aquellos eventos que deseamos recordar. Una vez pasado el evento o cambiando de público, son como tablillas de arcilla sobre las cuales se puede volver a inscribir cualquier otra historia.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario


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