Mas no ocuparemos este espacio
para discutir sobre qué medio es más “surrealista”, sino que mejor lo
aprovecharemos para esbozar un par de ideas que aparecen tras la visita a la
exposición La danza de los espectros,
inaugurada en el MARCO el pasado día 7. La
danza... reúne, si bien de manera desigual, la obra de 5 productores
europeos quienes durante o luego de la Segunda Guerra Mundial, por una u otra
razón, decidieron radicar en nuestro país (de manera permanente o temporal),
productores que, igualmente, por causas diversas estuvieron ligados al movimiento
surrealista de la época; hablamos de los españoles Remedios Varo y José Horna,
la francesa Alice Rahon y su esposo, el alemán Wolfgang Paalen, y la inglesa
Leonora Carrington.
ANI.Remedios Varo. s/f
Acerca de su
incorporación al arte mexicano, su posible o nula influencia en sus colegas de
México, la participación de éstos en el movimiento surrealista y en particular
en la pintura, y, en síntesis, para citar el lugar común, si México es o no un
país surrealista, ya se realizó la extraordinaria exposición Los surrealistas en México en 1986 en el
MUNAL de la Ciudad de México y, aquí, en el añorado Museo de Monterrey. Así que
obviemos esta parte (aunque siempre son buenas y necesarias las revisiones a
temas que se creen conclusos) y tratemos de ir más allá.
Para muchos
visitantes, las piezas que componen esta muestra representan uno de los
momentos cumbre del arte occidental pues a la vez que cumplen con un
naturalismo que las hace transparentes o de fácil identificación, se les unen
un contenido siempre atractivo pues permite y hasta invita a ser interpretado,
leído, e incluso a creer que se da con la “clave secreta” que abre de par en
par su “mensaje”. De aquí que el “surrealismo” sea siempre un éxito de taquilla
y el favorito de todos.
Y es que con
extrema facilidad se confunden con el término genérico de surrealismo la
pintura fantástica (más antigua que el mismo Surrealismo) y el realismo mágico,
que si bien podrían ser veneros de los que se alimenta el Surrealismo, no lo
agotan ni lo representan por completo. Esto podría explicar también porque son
tan diferentes los trabajos de estos 5 productores, cómo es que pasar de la
ilustración (Varo) a la abstracción (Paalen) puede ser, todo, Surrealismo.
La exposición
del MARCO tiene el gran acierto de incluir obra sobre papel (dibujo y gráfica),
lo que ofrece la posibilidad de ver otras maneras en que se manifiestan las
ideas y procesos de los productores. Gracias a esta incorporación es que puedo
revalorar a Remedios Varo, no tanto por su obra terminada, sino por su
asiduidad al trabajo y su permanente experimentación técnica (ver al respecto Títeres vegetales del 1931 y Guajolote navideño, 1959).
ANI. Wolfgang Paalen. c. 1942
Me parece que
ella junto con Wolfgang Paalen, son las grandes estrellas de esta exhibición.
Curiosamente, como señalo arriba, ambos representan extremos en la producción
simbólica asociada al Surrealismo. El trabajo de Varo, meticuloso, delicado,
sutil, es más bien la ilustración de ideas fantásticas que algún día imaginamos
cómo se verían. El de Paalen, por el contrario, mucho más cercano a la pintura
surrealista de la posguerra, se balancea entre Tanguy y su propia versión del
Expresionismo Abstracto (desde mi punto de vista la única pintura surrealista)
sin la brutalidad de los norteamericanos.
Independientemente
de si se trata o no de otra exposición del Surrealismo, lo importante, me
parece, es que constituye una oportunidad para ver y apreciar lo que en otro
momento se ha hecho en nuestro país; sólo así dejaremos de pensar que lo
moderno es de reciente invención.
Publicado originalmente en Milenio Diario.
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: www.listal.com; http://blogs.getty.edu
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