A continuación, una de las muchas lecturas que pueden
hacerse a la exposición retrospectiva de Oscar Muñoz, abierta al público el
pasado 28 de febrero, en el MARCO.
No es esta la
primera vez que recibimos obra de Muñoz en la ciudad aunque siempre en muestras
colectivas, por lo que ésta es un buena oportunidad para apreciar, en lo
individual, su quehacer a lo largo de casi 30 años, una producción, que, entre
otras cualidades, es pasmosa por su congruencia.
Las líneas que
siguen están divididas en tres apartados: la imagen y el soporte; el tiempo; y
la pesadilla. Para iniciar, creo que el interés de Muñoz por la fotografía se
puede dividir, al menos, en dos partes, la imagen en sí misma y su soporte. La
fotografía como posibilidad de fijar y retener una figura (un retrato), un acto
o más bien el resultado de una operación semejante a nuestra memoria; en tanto
que el soporte es el material deleznable que sufre los embates de la
naturaleza, es el soporte y no la imagen lo que desaparece al someterse a las
inclemencias del medio, el soporte puede desparecer pero la imagen permanece en
la memoria. Si nos fijamos bien, una instalación como Biografías, del 2002, nos habla precisamente en este sentido, la
imagen en el agua va y viene porque el líquido, que en este caso va sobre,
cubre el soporte, se cuela por el drenaje, no la imagen que una vez que ha sido
fijada por un negativo permanece refugiada en él, lo que le permite regresar
una y otra vez. Por tanto, creo que Oscar Muñoz no sólo cuestiona la imagen
fotográfica por su supuesta objetividad, o su relativo valor testimonial, sino también
por la fragilidad de los soportes en que ha aparecido y que la hacen vulnerable
al paso del tempo.
Re/trato
El tiempo es,
precisamente, el segundo apartado en el que pueden acomodarse diversos
comentarios acerca de la obra de Muñoz, ya sean relativos a su paso, su
transcurrir, o a sus efectos sobre personas y cosas. Y creo que este
inteligente productor ha encontrado una manera casi idónea de representar, simultáneamente,
el devenir en sí mismo, y sus efectos, me refiero al agua. Ya sea gota a gota o
bien corriente, el fluir del agua nos remite al paso del tiempo, rápido,
furioso, plácido, tormentosamente lento, en cualquier caso, sus efectos son desastrosos,
destruye tarde o temprano, el soporte que puede prestar a la imagen o en el que
va la imagen. Por goteo, evaporación, dilución o escurrimiento, el resultado
siempre es el mismo, la imagen desaparece. Pero no lo hace simplemente, si así
fuera no tendríamos evidencia del tiempo transcurrido; al irse destruyendo, la
imagen original, sufre distorsiones, se deforma y acaba siendo incomprensible e
irreconocible, tal y como sucede con nuestra memoria. Re/trato, del 2004 o Proyecto
para un memorial, de un año después, ejemplifican perfectamente esta
característica en el trabajo de Muñoz.
Proyecto para un memorial.
Finalmente,
este retener imágenes para luego verlas desaparecer por la finitud de sus
soportes, su vuelve una pesadilla no sólo porque las imágenes se construyen y
reconstruyen al infinito como si se tratara del castigo a Sísifo impidiendo
tener recuerdos fijos pero tampoco olvidarlos, sino porque tiene una versión
más cruel en Sedimentaciones, 2011,
en la que a la desaparición de las imágenes le sigue su reconstrucción como
hemos visto, pero en ese volver a formarse la imagen, ésta ya no corresponde a
la que originalmente fue disuelta sino que el transcurrir del tiempo nos
devuelve otra, ni siquiera un sucedáneo, simplemente una representación
distinta, con lo que el nivel de confusión y angustia aumenta al máximo,
provocando no el olvido, sino la obliteración de la memoria, puesto que ya no
cumple con función alguna.
Una exposición
tan rica como la presente, no podía estar completa sin una última gran obra, un
regalo a la ciudad y a los visitantes del MARCO, la instalación Eclipse, una serie de pequeños espejos
cóncavos que proyectan sobre el muro interior del museo la agitada vida de
afuera; versión múltiple de la cámara lúcida que nos ofrece un magnífico
ejemplo de la imagen, su durabilidad y el transcurrir del tiempo.
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