Todo este trabajo, que es el que alcanzamos a ver, ha tenido ya, como se ha dicho reiteradamente, logros importantes y que destacan a esta Bienal de sus antecesores; ya sea por el número récord de participantes, el que se haya cubierto a todos los estados del país, el contar por vez primera, con productores invitados y de estos extranjeros no sólo nacionales, haber involucrado a los alumnos de las Universidades locales, o por la calidad obtenida en la muestra final, esta IX Bienal será, casi sin lugar a dudas, un parteaguas para todos, la empresa patrocinadora, los organizadores, sus asesores, jurados futuros y participantes.
Para que esto se cumpla es menester la participación de todos y sobretodo el convencimiento de que es un evento que hay que cultivar para que en cada edición se vuelva más de la ciudad. Si bien el papel principal que debemos jugar la mayoría es el de convertirnos en el público que visite la exposición, a otros nos tocará el comentarla y señalar sus yerros y aciertos pues sólo así se puede mejorar. Los participantes y quienes no quedaron seleccionados, antes que maldecir, bien harán en prestar atención a las lecciones que se puede sacar de lo expuesto y corregir lo que haya que corregir y/o confirmar lo que ya se tiene y se sabe.
Por mi parte, me gustaría señalar un par de aspectos que me saltan de inmediato al contemplar el salón. En primer lugar hay una innegable supremacía del trabajo basado en la imagen fotográfica. A diferencia de lo que he dicho en otras ocasiones de que este desplazamiento es posible que se deba al facilismo que comporta hoy día la producción de imágenes fotográficas, las que aquí se exponen han sido trabajadas más allá del azar, la ocurrencia o la moda. Por su parte las pinturas seleccionadas, salvo mejor opinión, no son, como conjunto, malas, quizás para que fueran representativas de lo que se hace en el país faltaron más figurativismos, pero aún reconociendo esto, la impresión que me dejan es de agotamiento, de haber llegado a un límite que ni interesa ni pueden rebasar.
En este mismo sentido va el segundo aspecto que me quisiera destacar. Ya se trate de fotografías o de pinturas e incluso piezas tridimensionales, como conjunto, me parece que los contenidos han pasado a ser un asunto de tercera o cuarta preocupación. Dicho de otra manera, creo que, insisto como conjunto, la muestra nos deja ver preocupaciones formalistas, individualistas, subjetivas e irracionalistas. No critico estas posturas, reconozco en ellas un valor y una representatividad generacional y épocal, pero echo de menos las piezas que me cuenten historias que tienen o pueden llegar a tener un sentido para la colectividad, tal y como lo sería la pieza ganadora en la categoría bidimensional.
Concluyo en dos sentidos, uno respecto al evento en sí mismo, el otro sobre lo expuesto. Del primero pienso que los responsables de la Bienal tendrán que seguir trabajando para lograr una liga mucho más estrecha entre la comunidad y el certamen, y al decir comunidad me refiero tanto a los demás estados como a esta ciudad. Del salón me quedo con la idea de que hay trabajos muy bien realizados, interesantes incluso, al borde del delirio esteticista pero, en general, poco emocionantes, poco propositivos; quizás esta sea la imagen del momento, quizás tan sólo sea el resultado del proceso seguido en esta Bienal.
Publicado orginalmente en Milenio Diario.
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