Este año, la Bienal presenta una serie de innovaciones de las cuales menciono dos, las que a mi juicio tendrán más consecuencias positivas para el evento. La primera de ellas, que debe ser entendida como un primer paso en un largo camino que está por construirse, se refiere a tener artistas invitados al lado de los que siguen el procedimiento normal de la Bienal. En esta ocasión se han invitado a cinco productores nacionales e igual número de brasileños. La obra de estos diez creadores fue curada por Oswaldo Sánchez y Agnaldo Farias, respectivamente.
La segunda novedad es la de hacer “oficial” la invitación a alumnos de las universidades locales (UDEM, UANL, Arte, A.C., CEDIM) a que participen en las labores propias del montaje de una muestra como esta: desde el desembalaje de las piezas que se vayan recibiendo, hasta el servir de edecanes para los visitantes la noche de la inauguración. Este tipo de acciones no sólo subrayan la vinculación de la Bienal con su comunidad, sino que trabajan para el futuro, es decir, preparan a quienes el día de mañana serán los responsables de la operación de estas tareas.
El resultado de estos cambios, desde este momento, no podría ser más alentador. Como nunca antes en su historia, este año se recibió un número récord de obras, 3,605, de 1,314 productores; de las cuales quedaron seleccionadas 95 de 81 autores. Además, también por primera vez, se tienen la representación de todos los estados de la república.
Si estas cifras son importantes y hablan de la aceptación y poder de convocatoria que tiene la Bienal Monterrey-FEMSA, más aún lo será que el tiempo que dure su exhibición en las salas del Centro de las Artes I y II se vean colmadas de visitantes.
Preparado originalmente para la Agenda Cultural del CONARTE No. de Novembre
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