martes, 10 de septiembre de 2013

Lo que mal empieza...

     Es domingo 8 de septiembre; son aproximadamente las 12.30 del día; después de estacionarme y pagar religiosamente, me acerco cándidamente a la entrada del llamado pomposamente Museo Metropolitano de Monterrey, vulgo antiguo palacio municipal. Pegado a la improvisada mesa de información aparece escrito en una hoja de papel algo así como “cancelada la inauguración de la exposición FOTOUR por causas meteorológicas. Se avisará próximamente de nueva fecha”. A no ser por este mensaje y el amable guardia que me lo confirma y me avisa que a partir de este lunes (ayer) personal del municipio se estará comunicando con los interesados para informar de cuándo y cómo se hará, ahora sí, la inauguración, nada más se podría decir de ella, aun y cuando estaba programada, como se dice, para ser abierta al público el pasado viernes.

         Que causas meteorológicas detengan o impidan una inauguración es posible; que una marcha de docentes cavernícolas asuste al respetable y sus autoridades, es más que probable; que policías y ladrones hagan llover plomo al momento de la inauguración es también posible y motivo de cancelación a fin de evitar males mayores. Pero en todos estos casos, muy comprensibles y hasta aplaudibles en función del bien y la seguridad públicas, al día siguiente de la  contingencia las actividades deben  seguir su ruta normal; es decir, si el viernes por la noche por la razón que fuera se canceló la inauguración de esta exposición, no hay, o no alcanzamos a ver algo que impida se haya abierto al público al día siguiente, el sábado, el domingo y días sucesivos (salvo los de descanso) hasta el fin de su vigencia, o sea, debía estar a disposición de aquellos visitantes, que para eso, precisamente, se acercan al museo.

         Estoy hablando de la exhibición organizada, anunciada y cancelada por el municipio de Monterrey, en el Museo Metropolitano, intitulada FOTOUR (pésimo neologismo que pretende jugar con las palabras FOTO y el anglicismo TOUR (gira), lo que hace más confuso su nombre) una colectiva de fotografía con la participación de más de 30 productores locales: de Alfredo Salazar, por ejemplo, a Meme Gracia, o de Aristeo Jiménez a Malú Delgado, en donde aparecen nombres, ahora sí que mensajeros del pasado, como Mercedes Macías, Ingrid Silva o Julieta Leal, con los colados de siempre que no pierden oportunidad para aparecer aunque sea asesinando a su mejor amigo; evidentemente una verdadera ensalada que por serlo resultaba atractiva e interesante, con cierto valor, aunque también ya sabemos lo que sucede cuando se combina por combinar.

         Tengo los años necesarios en el medio como para decir que lo he visto todo, o casi todo, pues nunca me había tocado atestiguar que después de organizada y promocionada una exposición se cancelara su inauguración por “causas meteorológicas” y no se abriera al público al día siguiente. Me parece no sólo una falta de educación para con los productores que aceptaron la invitación, un menosprecio a su trabajo, sino la total ausencia de responsabilidad y atención para el público, que, en serio y más allá de toda retórica, es por lo único que vale la pena todo esto, obras, exposición, inauguración y hasta medallitas colgadas por organizar eventos culturales.

         Dicen las malas voces que circulan por las redes sociales que los organizadores no lograron juntar un mínimo de piezas para inaugurar la muestra. Independientemente de lo que significa esto de resultar cierto, hay algo que está por encima de todo lo demás, la obligación que se tiene con el público de presentarle, en tiempo y forma, aquello que ya le fue anunciado. No importa si se había logrado conjuntar a los más de treinta fotógrafos o si tan sólo se recibió obra de cinco de ellos, lo ético, lo correcto moralmente, era inaugurar.

         El respeto al público, a los productores, el actuar moral, éticamente, son términos, conductas y actitudes, que, por desgracias, cada vez cuentan menos; lo importante en todo caso era la foto de la Sra. Alcaldesa inaugurando una exitosa y multitudinaria muestra, lo demás sale sobrando.
 
Publicado originalmente en Milenio Diario


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