martes, 3 de diciembre de 2013

El nuevo traje del emperador

A Times Goes By (variación). 2003
 
        Cuando se dice que una de las tareas más importantes e inaplazables que tienen las instituciones (públicas y privadas, de educación formal e informal, etc.) involucradas en el campo cultural es la formación de públicos, a lo que se hace referencia, entre otras cosas, es a la necesidad de difundir y sensibilizar acerca de la existencia de nuevas opciones en la producción artística; más concretamente, que la idea de lo que es o debe ser el Arte ha cambiado, que ya no es la misma con la que crecieron generaciones anteriores, y que por lo menos desde los años 80 del siglo pasado, lo que entendíamos por arte ya no es lo mismo, mucho menos si lo comparamos con lo producido siglos atrás.
         Sólo cuando se tiene consciencia de esta situación es posible visitar satisfactoriamente exposiciones como la inaugurada el pasado 28 de noviembre en el Centro de las Artes del Parque Fundidora.  Aunque primero pensé que se trataba de una exhibición internacional por el título, Possibility of Disaster, al llegar me topé con que en realidad es una “medio retrospectiva” del tapatío Gonzalo Lebrija, aunque parece que lo más importante es que se trata de un proyecto curado por un señor de nombre Humberto Moro. (Sigo sin entender por qué emplear títulos en inglés, como si el español no fuera lo suficientemente  rico como para poder expresar —y quizás mucho mejor— cualquier concepto. Si de universalidad se trata, creo que esta  viene en la obra y no se obtiene por  el título, y si para el mercado es  más sencillo leer en inglés que en  cualquier otro idioma, entonces son  trabajos más apropiados para una  galería que para un centro como el  del CONARTE).
         La muestra de Lebrija está compuesta por 32 piezas y según se dice es la más completa o una de las más completas que se hayan montado hasta ahora. Se trata de trabajos que el productor ha emprendido desde los años 90 del siglo pasado hasta la actualidad. A lo largo del recorrido –que ocupa toda la planta baja y una parte del mezzanine del segundo piso— es inevitable percibir, aquí y allá, guiños de Pistolleto, Manzoni, Ferrari y hasta Warhol, por no mencionar a los mexicanos Mario García Torres, Cruzvillegas, Ortega, Cueva, Ismael Merla, entre otros tantos que engrosan el contingente de productores más preocupados por la exposición y difusión de ciertas ideas o posturas que por las formas o los medios a través de los cuales los dan a conocer.
         No soy yo quien va a definir qué es arte o qué no lo es, es más no creo que haya en este momento alguien capaz de hacerlo; lo que sí creo y es algo que todos deberíamos poder hacer, es expresar libremente nuestros juicios acerca de lo que vemos, finalmente es a nosotros, al público, a quien debe complacer la obra y/o la exhibición, no a los mercaderes, no a los curadores, no a los coleccionistas. Y este sentido, creo que el llamado arte contemporáneo empieza a ser repetitivo, cuando no aburrido. Los dadaistas ya lo sabían, cuando repites un gesto pierde su fuerza y significado. Seguir produciendo obra para demostrar cómo se han gastado esos gestos o el proyecto Moderno si se prefiere, me parece falto de imaginación.
         Con todo, hay por lo menos 4 piezas de Lebrija que me resultan interesantes por estar más cerca del trabajo alegórico que enriquece al concepto, que de la idea desnuda, As Time Goes By (variación), del 2003, Asterion del 2006 y del 2013 Who Knows Where the Time Goes, y 750,000,000 de años.
         Sin duda, el tránsito de un siglo a otro modificó en más de un sentido nuestras vidas y creencias acerca de ellas. En este tiempo se ha venido elaborando una nueva idea acerca de cómo ha de ser la producción simbólica (el arte) que le de significado tanto a los cambios sufridos como a los escenarios que van surgiendo de ellos. Sin duda, también, trabajos como los de Gonzalo Lebrija son indispensables en la formación de estos nuevos conceptos, apuntan hacia ellos, pero únicamente una pequeña porción de estas obras será la que llegue a ocupar un sitio al lado de la  producción de antaño. Mientras tanto, demos al público las  herramientas necesarias para que se acerque es estas obras y exprese su parecer.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario.
Imagen: Centro de las Artes, CONARTE, Mty. N.L.


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