martes, 10 de diciembre de 2013

Un apunte sobre el arte actual

Por diversas razones y a través de diferentes recomendaciones, he tenido la oportunidad de ver recientemente dos películas similares, no sólo porque sus argumentos sean semejantes sino porque el tema que abordan lo hacen desde la misma perspectiva. Se trata de la argentina El artista y la norteamericana Untitled, ambas del 2009, a un año de haber iniciado una de las crisis económicas más serias de Occidente, lo que explica, me parece, por qué se realizaron. Ambas cintas las encuentra fácilmente en Internet, y no está por demás advertirle, que aunque ninguna de ellas ganará un Oscar u obtendrá algún reconocimiento internacional, sí le harán pasar un buen rato y, lo más importante, le harán meditar sobre lo que llamamos arte contemporáneo, algo sobre lo usted mismo se habrá preguntado, y puede que dé, a través de ambas cintas, con algunas respuestas que le permitan disipar sus dudas.

         El punto central, o mejor dicho, aquel que me interesa destacar aquí, es la caricaturesca imagen que en las dos películas se hace de esos agentes comerciales que en el campo del arte llamamos galeristas, y la sobredimensión que hacen acerca de lo que venden.  A  fin de justificar a los productores que eligen y los precios en que los ofrecen, van elaborando un  discurso cada vez más confuso e  incomprensible, incluso para los  propios creadores que no tienen  más opción que seguir el juego so  pena de perder el único apoyo  económico con el que cuentan. Las  películas, a pesar de que hacen una  blanda denuncia de esta situación, o  vuelven evidentes los intereses   extra-artísticos que se persiguen,  terminan volviendo a poner las  cosas en su lugar: siempre habrá  productores dispuestos a dejarse  llevar por sus vendedores; siempre  habrá galeristas que creen descubrir  al próximo genio del siglo XXI en los  balbuceos de cualquier alienado, y siempre habrá quienes, por cualquier razón, están dispuestos a gastar sus millones en lo que les presenten como la última maravilla del arte, por supuesto, contemporáneo. Un final feliz puesto que todo sigue, a pesar de los pesares, igual, y más  importante aún, todos los  involucrados terminan   beneficiándose de la situación, aún  aquellos que estuvieron en su contra.

         Que se rueden películas de esta naturaleza no me sorprende, de hecho creo que deben existir muchas otras con el acento puesto en estos u otros personajes de la escena cultural. Lo mismo apunto respecto al tratamiento que hacen del tema, ¿cuándo ha sido comprensible el arte que es contemporáneo al que juzga? Giotto debió parecer a sus contemporáneos, además de incomprensible, un sacrílego, y lo mismo le sucedió a Turner y a Delacroix, a Gauguin y a tantos otros que a juicio de sus coetáneos no merecían mejor suerte que la de ser atados al palo mayor.

         No obstante, el que aparezcan películas como estas, documentales o cortos en los que se exponga, de manera irónica o cínica,  la situación del arte actual (cualquiera que sea esta, o mejor dicho, cualquiera que creamos es la que mejor lo caracteriza) debe ser una llamada de atención para quienes estamos involucrados en este medio. Antes que criticar (y no es crítica en su mejor sentido, lo que hacen estas películas) hay que explicar, antes de condenar hay que revisar los juicios que se aplicarán, antes de ver la paja en el ojo ajeno hay que ver la viga en el propio, más que descalificar se trata de educar.

         Pero parece que nadie está preocupado por hacer esta tarea, quizás porque es más difícil construir que destruir, o tal vez porque la naturaleza del arte actual es tal que somos más los confundidos que los iluminados y, por desgracia, los que dicen saber sólo desconciertan más. Da la impresión, efectivamente, de que a nadie le interesa esta situación, que todos nos encontramos cómodos con ella, y que si no nos esforzamos por educar y orientar al gran público no sólo es porque carece de interés hacerlo, sino porque a nadie conviene.

         Hace un momento mencioné a Gauguin y compañía, hoy día nos son totalmente transparentes, ojalá no tengamos que esperar tanto para reconocer, hoy, a quienes realmente lo merezcan.
 
Publicado originalmente en Milenio Diario.
 


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