Con el nombramiento de Carmen Junco al frente del CONARTE, se puso fin a meses de especulación, cabildeos, cobro de favores y otras tantas variables que intervienen en este tipo de decisiones. Por fortuna, la designación de Junco no deja lugar a dudas y no creo que haya quien cuestione su capacidad profesional y administrativa.
No obstante, prácticamente al día siguiente de hacer público quién sería la nueva presidenta del CONARTE, se anunció que se esperaba un recorte de 55 millones de pesos para el organismo, esto es, se propone regresarlo a los niveles de hace 10 años, con lo cual, hoy día, volvería a quedar amarrado de manos para gestionar y echar a andar sus propios proyectos. Sin duda será grave este recorte si es que llega a concretarse, pero hay otros puntos que me preocupan más por estar relacionados directamente con la nueva dirección del CONARTE.
Uno de ellos, por desgracia, tiene que ver con los dineros y se refiere a la consolidación del Centro de las Artes tal y como está planeado, o sea, con las naves generadores y sopladores integradas a los trabajos regulares del Centro así como la escuela Carlos Prieto, que bien podría convertirse en la sede del Taller de Experimentación Plástica (TEP) ampliado a otras manifestaciones y/o actividades.
Tener un Centro de las Artes fuerte y en funcionamiento pleno nos conviene a todos, no sólo porque ayudaría en la definición de la vocación del Parque Fundidora, sino porque le permitiría al gobierno del estado proponer y mantener una oferta cultural sin paralelo ni en la ciudad o en cualquier otro estado del país.
Me preocupa igualmente un tema que estuve exteriorizando tanto durante las campañas políticas como al ser conocido Rodrigo Medina como nuevo gobernador. Si como he dicho creo que Carmen Junco fue el mejor candidato para ocupar la presidencia del CONARTE, por lo pronto no podemos decir nada respecto a quiénes formarán su equipo de trabajo, simplemente porque aún no han sido dados a conocer, pero tan importante como la presidenta serán quienes la acompañen. Espero, sinceramente, que el buen juicio del que siempre ha hecho gala Junco, se imponga una vez más y procure rodearse de quienes en verdad la auxilien y tengan un verdadero interés por el desarrollo cultural del estado y sepan cómo provocarlo.
Finalmente, a pesar de todo lo que se ha escrito, de los foros que se han hecho, y de las menciones que una y otra vez se repiten, seguimos sin tener políticas públicas que tengan como objetivo la actividad cultural y artística en el estado. Paradójicamente, desde la creación del CONARTE, en el gobierno de Sócrates Rizo, no ha vuelto a haber ninguna administración estatal interesada en el tema, y por lo visto, el actual gobierno no será la excepción.
Prefiero pensar que seguiremos ayunos de políticas culturales a creer que la expresión de un deseo, o de un gesto de buena voluntad puede convertirse en guía del quehacer cultural en el estado. Me refiero a eso de “popularizar” la cultura, o hacer que esta deje de ser “elitista” para que todos alcancen sus beneficios. Eso, con todo respecto, es puro populismo.
No es lo mismo procurar o legislar a favor de que el acceso a las manifestaciones artísticas sea universal, sin distingo de edad, preferencias religiosas, políticas, sexuales o de cualquier otro tipo, que pretender que esas mismas manifestaciones sean para todos. El arte, hay que decirlo con todas sus letras, no es para todos; si ni siquiera el futbol lo es, menos lo que llamamos arte. No se trata, como parecen indicar las declaraciones del gobernador, de llevar al arte al pueblo (fórmula más que gastada), sino más bien de educar, sensibilizar, de proponer actividades artísticas a las mayorías para que, libremente, se vayan acercando a otras manifestaciones distintas en su complejidad, con otra clase de sofisticaciones, con otros significados con los que pueden complementar el enriquecimiento de sus vidas.
Requerimos de políticas culturales claras y explícitas, pues sólo así será posible evaluar realmente las acciones del CONARTE. Esta nueva administración, creo que, de entrada, es lo menos que merece.
Publicado originalmente en Milenio Diario
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