Aunque la fotografía de viajes suela confinarse al ámbito de lo familiar y banal, al deseo de hacer saber a los demás que se estuvo ahí a dónde otros quizás no podrán llegar, este género también presenta -como casi toda fotografía- aristas que resultan de gran utilidad. No digamos ya el valor histórico que puedan representar sino también para evaluar lo que hemos hecho con nuestro legado material. Véase, por ejemplo, esta imagen de Desiré Charnay de 1860. Se trata del Palacio del Gobernador en Uxmal, Yucatán. El estado de deterioro que en el siglo XIX presentaban estos tesoros, el saqueo y rapiña al que se habían sometido, contrasta con el rescate, restauración, consolidación y preservación con que hoy día se muestran. Nada de esto hubiera sido posible sin estas imágenes de viaje (lo que fueron originalmente) que nos permiten, hoy, reconocer el pasado.
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