martes, 9 de febrero de 2010

Fotografía y belleza

(Perdón por la repetición de la imagen, pero sin ella no tendría sentido el texto que sigue a continuación).

Decidí utilizar este título porque la fotografía a la que me voy a referir es una de las más bellas que he visto recientemente. El pasado domingo puse en mi blog una imagen de la que dije no tener mayor información y prometí que en estas líneas intentaría revertir mi fallo.



A pesar de que aquí no aparezca, creo que puede ser conocida ya que se trata de una imagen que a lo largo del año pasado fue muy difundida, es más se utilizó como imagen institucional de la promoción que acompañó el lanzamiento de la remasterización de todas las piezas ejecutadas y compuestas por el grupo inglés The Beatles. Se trata de una de las tantas fotografías que se tomaron para acompañar y publicitar el llamado Álbum Blanco de 1968. Es pues, una de las fotografías que se tomaron en el estudio de Thomson House, el 28 de julio del ’68, durante el llamado Mad Day Out. Para esta ocasión y buscando proyectar una imagen distinta del conjunto, se contrató al también inglés Don McCullin, un destacado fotógrafo de guerra que había cubierto conflictos como los de Biafra, Vietnam o Irlanda del Norte. Con él estuvieron los fotógrafos Tom Murray, Tony Bramwell, Ronald Fitzgibbon y Stephen Goldblatt. McCullin cobró por la sesión completa 200 libras esterlinas que incluían, además de las tomas en el estudio, locaciones en el teatro Mercury, en el cementerio de Highgate, en la estación del metro Old Srteet, en la iglesia de San Pancras, los muelles y la casa del propio Paul MacCartney.


La fotografía a la que me refiero es una imagen del grupo, de busto, en la que los cuatro miran hacia la izquierda aunque las direcciones no sean las mismas. Hay un ventilador que les revuelve el cabello hacia atrás. Ringo está en primer plano, mientras que John, Paul y George (en ese orden) se encuentran un poco más atrás. Ringo tiene entrecerrados los ojos así como la boca entreabierta y es el único que parece estar viendo un punto fijo. La mirada y el gesto de los otros tres miembros del grupo se encuentran perdidas en el infinito y hay un halo de melancolía en su rostro, ensimismados no están atentos a lo que pasa y sus pensamientos divagan lejos de ahí. ¿Qué tiene de especial esta imagen?


Al tratar de contestar a esta interrogante me doy cuenta de que más allá de la descripción que he hecho y a la que podría agregar que se trata de una fotografía en blanco y negro, plata sobre gelatina y que habiendo sido tomada en estudio es muy probable que el formato del negativo sea de 8x10”, no hay mucho más que aportar en cuanto a su “ser” fotográfico. Es decir, lo que diga sobre ella será producto más de mi subjetividad que de mi lectura sobre la fotografía en particular, y si pudiera hacer mención a aspectos como su composición, el manejo de los planos y la profundidad, más se lo debería al conocimiento que tengo de la pintura que a lo que como fotografía me puede enseñar. En resumen, al tratar de hablar de esta fotografía, una vez agotados los datos y descripciones técnicos, me encuentro con que no hay un lenguaje específico a través del cual pueda referirme a la fotografía en cuanto fotografía y no como un excedente de la pintura o como un conjunto de signos que demandan mi saber semiótico.


Esta deficiencia —que por supuesto se puede deber a mi ignorancia sobre el tema— me indica algo sobre la propia fotografía. Me revela la ambigüedad de su estatuto entre las formas de reproducción de imágenes. Qué distinto resulta si hablamos del cine o del video que sí tienen su propia manera de hablar sobre sí mismos; se puede hablar de un video sin necesidad de echar mano a conocimientos de cualquier otro sistema de imágenes. La fotografía es tan cosa de todos los días que no nos hemos dado cuenta de lo desconocida que resulta, de lo poco que hemos hecho por comprenderla.


Respecto a la belleza de esta foto quiero tomar prestado de Susan Sontag (Un argumento sobre la belleza, 2003) el derecho de juzgar y expresar pública y libremente el resultado de mis juicios. Esta imagen de los Beatles, me parece bella precisamente porque es una fotografía y sólo como fotografía sería capaz de permitirme ver exactamente cómo es un instante irrepetible, eso es la belleza.
Publicado originalmente por Milenio Diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario