martes, 23 de febrero de 2010

Las influencias

Thomas Hart Benton. America hoy. 1931
(Entre los muchos artistas norteamericanos que fueron influidos por el muralismo mexicano, se encuentra Benton, artista poco difundido, conocido y apreciado en su propio país. Quizás lo notorio de sus "influecias" ha sido demasiado para la historia y la crítica norteamericanas).

Debe ser más o menos obvio que hoy día, en términos generales, nadie queda exento de las influencias. Desde la presión de los grupos de pares hasta cuestiones más sofisticadas como las prácticas artísticas, pasando por el mundo de la piratería, es un hecho que lo que sabemos, hacemos, conocemos, comentamos, proponemos, etc., se lo debemos a alguien más, a menos, claro está, de que estemos frente a un fenómeno cosa que no se da desde Aristóteles (384-322 a.C.) o si le parece muy exagerado, desde Leonardo da Vinci (1452-1519).



Usamos el término “influencias” de manera genérica; influir en sentido estricto es tener algún efecto sobre otra persona (si hablamos en este terreno), un predominio o fuerza moral sobre los otros, llevar a otro u otros a hacer lo que a uno le interesa. Sin negar esta opción, cuando en el campo de las prácticas artísticas o en el mundo intelectual se habla de influencias más bien se quiere decir que hay una fuente, un origen del cual se toma o simplemente se repite un concepto, una forma, una acción.


Ya en otras ocasiones me he referido al papel de las influencias y cómo es que éstas son importantes en el quehacer artístico, ya por lo recomendado por Picasso (“el plagio está permitido si va acompañado de inmediato por el parricidio”), como porque en cualquier situación de este tipo siempre hay quien influye y quien es influenciado, el establecimiento de esta relación lleva consigo una aceptación voluntaria; así pues, dejarse influenciar implica querer hacer las cosas de una manera en particular y el inicio en la definición de un estilo, y sólo se influye al que busca esa afinidad, nunca a los contrarios o detractores. Sin este compromiso que lleva a aceptar ambos papeles, sería muy complicada la educación artística, pues como sabemos no existe la creación espontánea o in nuce.


Por otra parte, una de las actividades que debe llevar a cabo la crítica de arte, consiste, precisamente, en poder establecer, digamos, las líneas genealógicas —vulgo influencias—, de donde proceden las imágenes, pictóricas, escultóricas, dibujísticas o de cualquier otro tipo que tengamos en frente. Otra tarea es, una vez establecida la genealogía, detectar de donde proceden las formas, el tratamiento, el uso de esas y no otras. Esto es, el trabajo de la crítica en este sentido, tiene como primer asignación el trazar los antecedentes del tema y de la forma, al hacerlo devela las influencias de tal o cual productor y pone en evidencia el acuerdo al que nos hemos referido líneas arriba.


La segunda encomienda de la crítica respecto a las influencias, consiste en que una vez que haya logrado establecer la procedencia de los temas y las formas, hay que mostrar qué se hace con ellas: si sólo se repiten, si han sido mal interpretadas, si se emplean con fines diferentes a los históricos, si se enriquece con nuevas fuentes, etc. Trazado así el panorama tendríamos a la vista las influencias y lo que con ellas se hace al aceptarlas. Si nos fijamos bien, este incompleto y brevísimo análisis sobre las influencias nos lleva al centro mismo de la transmisión y renovación de las tradiciones o si se prefiere, de la cultura en general, en donde la correa de transmisión sería precisamente el acuerdo entre influenciar y ser influenciado.


Podría haber un caso más en esto de las influencias y que también involucra los quehaceres de la crítica de arte. Me refiero a evidenciar la inexistencia de las influencias. Así como es posible encontrar los antecedentes, también es posible demostrar una falsa línea familiar y dar una atribución correcta. Muchas veces se dan casos en que se dice tener influencias de tal o cual productor, escuela o corriente y en realidad, no sólo no se encuentran presentes en la(s) obra(s) del que se dice influenciado, sino que en su trabajo se reconocen otras por completo distintas. No se trata simplemente de tratar de falsificar con fines diversos, sino, por desgracia de algo peor, de la ignorancia con que actúan muchos productores.


Por último, más que seguir hablando de influencias, quizás debiéramos poner en el centro de la discusión algo más importante, la honestidad de reconocer que así como somos iguales a los demás, también dependemos de ellos para lo que hacemos.
Publicado originalmente por Milenio Diario

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