martes, 16 de febrero de 2010

Los otros momentos

Pieter Brueghel. Juegos de niños. 1560

Hay un sinnúmero de factores que hicieron de la fotografía la práctica más popular, más extendida, para la reproducción de imágenes. De entre ellas menciono dos: el abaratamiento del aparato en sí mismo, la película y el proceso de revelado, y la portabilidad de la cámara, a lo cual contribuyó la aparición de la película de 35 mm (1892, William Dickson y Thomas Alva Edison la desarrollaron tomando como punto de partida material proporcionado por George Eastman). Del mundo de las ideas, me parece que el personaje más influyente en este sentido —la popularización de la fotografía— lo ha sido Henri Cartier-Bresson (1908-2004) al exponer y difundir su filosofía de trabajo. Básicamente insiste en un puñado de ideas entre las que destacan dos. La primera de ellas la convicción de que todo vale la pena ser fotografiado o, en otras palabras, el mundo que nos circunda y por el cual transitamos nos ofrece un sinfín de tomas fotográficas que ahí están a la espera del fotógrafo con ojo bien entrenado. La segunda de estas ideas es que de todas esas imágenes que potencialmente pueden convertirse en fotografía, las más importantes, las más valiosas, son aquellas que se hacen justo en el “momento decisivo”, esto es, las que logran captar un segundo, el instante en que se congela el tiempo, en que deja de ser pasado y no se convierte aún en futuro, en que es sólo presente.



Independientemente de que estas ideas, junto con otras más, sean las responsables de tanta y tan mala fotografía que tenemos, me gustaría reflexionar sobre esta propiedad o capacidad de la fotografía de convertir en discontinuo algo que de hecho es un permanente devenir. ¿Será que hasta el advenimiento de la fotografía pudimos tener acceso visual a este tipo de información?, ¿qué hay de la pintura, del grabado, del dibujo e incluso de la escultura, nunca concibieron esta clase de ideas, no se interesaron por estas posibilidades?


Veamos, la intención primaria de desarrollar la fotografía no fue, ni cercanamente, la que hemos expuesto aquí, su meta más bien estuvo encaminada a lograr la permanencia de las imágenes que la cámara obscura arrojaba y, posteriormente, a la reproductibilidad, teóricamente sin fin, de esas imágenes. No creo que tampoco haya estado esta búsqueda entre los objetivos de Muybridge o Marey por contradictorio que parezca, pues en sus análisis del movimiento su selección de temas que lo ilustran es más bien banal y tendiente a la seriación, no a retratar un momento único. Tampoco los Futuristas pudieron estar interesados en él porque es la antítesis del dinamismo, del movimiento que deseaban representar. Quizás entre los Surrealistas pudiéramos hallar apuntes que sugieran la recuperación o reconstrucción de esos momentos, pero por fines muy diferentes a los del maestro francés.


Pareciera entonces que en verdad es gracias a la fotografía que podemos pensar en la existencia de estos momentos fundamentalmente porque nos los muestra y al hacerlo hace comprensible que nuestra realidad está compuesta por un número infinito de “momentos decisivos” como si de una película de cine se tratara (una sucesión interminable de fotogramas). En lo personal no me parece así pues estas ideas o similares ya las encontramos en filósofos griegos como el famoso Heráclito, luego entonces no es por la fotografía que hemos tenido acceso a ellas. Tampoco creo que sea el primer medio en haber mostrado esos momentos, ni que sea el único interesado en ellos.


Me parece que al hablar de la fotografía y de sus logros, dejamos a un lado la tradición visual que le antecede. Supongamos por un momento que en efecto se haya logrado independizar de la pintura u otras formas de representación visual, pero eso es una cosa y otra muy distinta el que no tenga la misma herencia, el mismo DNA que esos otros medios y que, por tanto, comparta sus objetivos, ¿qué no la pintura ha sido desde sus más remotos orígenes una plasmación de esos momentos, los decisivos? De no ser así ¿qué importancia podrían tener los millones de imágenes previas a la fotografía, para qué haberlas generado? Porque sabemos del valor de estos momentos es que desarrollamos las artes.

Publicado originalmente por Milenio Diario

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