martes, 26 de julio de 2011

Sí, fatal


A menos de un mes de haberse inaugurado (julio 6,) el aspecto que presenta la exposición colectiva Fan Fatal en el Centro Cultural Plaza Fátima, es, en efecto, fatal. Nada me gustaría más que el estado de desolación y abandono en que se encuentra fuera parte de la propuesta de quien la haya organizado, así por lo menos tendríamos algo de qué conversar (sobre la decadencia de occidente por ejemplo). Pero mucho me temo que el estado calamitoso en que se encuentra se debe a los mismos productores que han retirado ya las piezas con que participaron (es la única explicación que encuentro a los vacíos que hay entre las obras, y las cédulas que no pertenecen a nadie), y al desinterés del propio Centro no sólo por permitirlo sino también por mantener abierta una exhibición que ya está muerta.
Quisiera olvidarme de lo dicho y tratar de hacer algunas otras observaciones sobre lo que aún se encuentra en exhibición. El ingenioso título de la muestra (que cualquiera lee como Femme Fatale, Mujer Fatal) se apropia del título de una canción del grupo Los de Abajo, remasterizada por Alaska y Dinarama quienes la han vuelto popular. En otras palabras, el título anunciaba o daba a entender que se trataba de una colectiva, si no alternativa, sí con un ánimo más de ¿vanguardia? Desgraciadamente eso nunca lo sabremos, o por lo menos yo que no alcance a ver la muestra completa y si tomo por ejemplo lo que queda montado, pues muy, muy lejos está de ser siquiera algo serio.
Llama más la atención cuando se revisa la nómina de los 24 productores que fueron invitados, entre otros, Francisco Larios, Pilar de la Fuente, Alejandra Quintanilla, Benjamín Sierra, Adrián Procel, Jésica López, todos ellos con un nombre y una trayectoria que les da presencia y representatividad, luego entonces ¿qué hacen en muestras como esta?
Estoy convencido de que lo único permanente es el cambio, si así es en la vida cuanto más en el terreno de la producción artística o cómo se le quiera entender. Renovar estas prácticas no sólo supone hacerlo en los medios tradicionales o incorporando nuevos, sino también modificando lo que es la exhibición misma, de ahí la importancia que ha tomado la curaduría. Pero para hacerlo debemos ser mucho más exigentes, lo mismo con los productores que con los curadores; creo que ya no es posible organizar exposiciones sin objetivo alguno, hacer malas copias de lo que se acaba de ver en las galerías del extranjero, o engañar diciendo que se trata de una muestra cuando sólo se tiene un puñado de malas obras que no se sostienen en ningún otro lugar.
Y ya que menciono la competencia a la que se ven sometidos nuestros productores y sus curadores, ¿alguien me podría decir porqué aquí todos los textos son en inglés? Cualquiera que entra al recinto y se encuentra con nombres latinos y a su lado frases en inglés creería que se encuentra en una sala de exposiciones en El Paso, o Brownsville, Texas. Entiendo el rollo de la globalización y que el Face Book obliga al uso del inglés como lengua universal cuando uno se conecta con conocidos al derredor del mundo, pero ¿habrán reflexionado estos productores en qué otras consecuencias traen consigo esta clase de acciones? ¿Alguno habrá escuchado del colonialismo cultural y lo que representa? ¿Sabrán de la inmensa riqueza de nuestro idioma sobre muchos otros, en particular del inglés? Si algo puede rescatarlos como productores frente a la competencia global, es precisamente el trabajo en una identidad independiente, propia, histórica, etc.
Como siempre, hay aves que no manchan su plumaje aunque vuelen por el pantano, tal sería el caso de la pieza de Francisco Larios, los dibujos de Ricardo Castro García, o las fotografías (¿) de Mayra Silva. Por cierto, ¿por qué se insiste en poner videos, o instalaciones con base a aparatos digitales, simplemente eléctricos, o de pilas cuando estos dejan de funcionar al día siguiente de la inauguración?
Publicado originalmente en Milenio Diario.


No hay comentarios:

Publicar un comentario