Fernando Tognis. Anclao en la ensenada. Barra de Valizas, Uruguay. 2010
El mundo de las imágenes estenopeicas es, como el de cualquier otro tipo de imagen es este momento, ancho y a la alza. Uno no deja de sorprenderse de la variedad y riqueza de la imnvestigación y cantidad de imágenes producidas mediante este pobre y primitivo sistema. No obstante, me parece que al margen de la pulsión escópica que los humanos tenemos, las estenopeicas poseen un lugar muy especial. Contra las cuasi perfectas digitales, que logran captar y reproducir sobre albas superficies todo lo que cae delante y más allá de sus potentes lentes, estas, las estenopeicas, poseen en su imperfección, en su rudimentario proceso, en el tiempo que requiere su exposición, algo no sólo de nostálgico que es su rasgo más notable, sino de humano, en ese sentido se acercan más a la pintura o al dibujo que a la fotografía. Quizás si Benjamin las hubiera tenido prsesentes, se hubiera contenido al decir que las imágenes fotográficas carecen de aura; la reproducción de una cierta aura es precisamente lo que sostiene la práctica y consumo de las estenopeicas.
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