Javier Beres. Xio. 2007
Existe una extraña relación entre la figura humana y la fotografía estenopeica. Obviamente no es el mismo efecto que provoca con las imágenes de paisaje o con los objetos, a todos estos los cubre con el velo de la nostalgia, como si viéramos el mundo a través de una lente que invariablemente nos remite al pasado (¿pero no toda fotografía es un recuerdo de lo pasado?). En el caso de la figura humana, no sólo le presta la distorsión provocada por la ausencia de lente, la corta profundidad de campo y lo indefinido del enfoque, sino que por los tiempos de exposición se permite que estas imágenes expresen algo más, quizás un halo de vida que le está negado a las demás imágenes. Sabemos, porque así lo hemos convenido, que las personas que vemos en las fotografías están, en su gran mayoría, vivas, pero, ¿hay una verdadera certeza de que sí lo estén, o de que realmente se trate de cuerpos humanos vivos? Los retratos estenopeicos o aquellas imágenes de este tipo en las que aparecen seres humanos parecen regresarnos esa seguridad, más bien reproducen formas fantasmales que nos hablan de la vida presente en esos cuerpos que quedan atrapados para siempre en la fotografía.
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