martes, 14 de mayo de 2013

Snapshot

George Eastman (1854-1932)
 
 Hace un par de semanas me prestaron una novela que obtuvo en el 2012 Mención Honorífica en el Premio Letras Nuevas que organiza la mega editorial Grupo Planeta. Se trata de Snapshot de Gerardo Gutiérrez Cham, editada en México por Joaquín Mortiz. Por el título se podrán dar una idea de por qué me sugirieron leerla, se trata, en efecto, de una novela que tiene como personaje central a la fotografía o mejor dicho, una parte de la historia de la fotografía, cuando ésta apenas empezaba a alcanzar la popularidad de la que goza hoy día.

         Un par de detalles sobre el argumento que desarrolla Gutiérrez Cham. La historia gira en torno a dos personajes, uno de los cuales es George Eastman en el momento en que empieza a lograr su éxito comercial a través de la película de nitrato y sobre todo gracias a la introducción en el mercado de los primeros modelos de la cámara Kodak. El otro es un pintor de poca monta obsesionado por lograr el retrato perfecto de su amante, y que, por azares del destino, siente a la fotografía, no como su competidora, sino como aquel invento que vendrá a destruir al verdadero arte, a la pintura.

         Hasta aquí lo relativo a la novela, sobre sus méritos ya se habrán pronunciado los críticos de literatura que es a quienes corresponde juzgarla.

         Lo que me llamó la atención del texto son los argumentos empleados para referirse, en boca del pintor y otros personajes de la época, a la fotografía y sus posibles efectos sobre la pintura, ello a pesar de que en la novela hay dos tiempos superpuestos, aquel en que se dio a conocer que ya era posible fijar de manera permanente imágenes obtenidas a través de la cámara obscura, 1839, y la presencia de Eastman en el mundo fotográfico cuyos inicios podemos señalar, cuando muy temprano, en 1889, con la fundación de la Eastman Dry Plate Company, es decir 50 años después. En ese lapso, a nivel de la historia de la fotografía, sucedieron muchísimas cosas, lo que me hace suponer que para entonces los primeros comentarios y lamentos que despertaron el Daguerrotipo y los Calotipos de Talbot, si bien aún no desaparecían por completo (de hecho no han desaparecido del todo), sí se habrían atenuado o, por lo menos, ya habrían perdido entre el público en general, el impacto que pudieran haber tenido en su momento.

         Independientemente de este traslape de tiempos que al fin y al cabo para eso existe la licencia poética, lo interesante de estos argumentos es, por ejemplo, que al hablar de la fotografía lo hacen negándole su capacidad artística, por una parte, por otra, denunciando su perfecta analogía con la realidad, y, finalmente, condenando su versatilidad y tiempo de ejecución y obtención de resultados. Quiero pensar que, en un momento dado, todos ellos no sólo sonaron lógicos y justos, sino suficientes como para solicitar una intervención (de quién sabe quién) que pusiera orden a esta nueva profusión de imágenes sin ton ni son desde el momento en que cualquiera las podía obtener.

         ¿No suena esto demasiado contemporáneo?, ¿No nos vemos ahí retratados cuando hablamos de las nuevas imágenes digitales? Como hace 175 años la reacción puede ser, efectivamente lógica, pues como entonces carecemos de un marco de referencia ya establecido y consensuado contra el cual podamos entender y calificar la nueva producción; además no hay nada más amenazante que la presencia, no solicitada, de un nuevo producto que rápidamente gana popularidad sin poder explicar a qué se debe. En este sentido creo que deberemos hacer un esfuerzo más serio, prolongado y profundo al momento de tener que enfrentarnos con estas nuevas imágenes si es que no queremos caer y repetir los mismos errores o falta de visión que tuvieron quienes condenaron a la fotografía en sus inicios.

         Novela, ensayo, biografía, no importa lo que uno lea; si es bueno o malo ya lo juzgará cada quien, lo importante es no dejar de hacerlo, pues en ella, en la lectura, están contenidas las preguntas y las respuestas a todas nuestras inquietudes.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario

 

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