Saskia Juárez. LLuvia lejana. 2008
Puedo entender que temas como la identidad cultural del noreste (o cualquier otro semejante) haya ido desvaneciéndose conforme la realidad de la sociedad global u occidentalizada se ha impuesto como la única posible, o la principal de ellas, a la que es deseable -y hasta necesario- incorporarse so pena de abrir aún más la brecha que separa a los países occidentalizados de los que no lo son (antes del primer y tercer mundo, centrales y periféricos, desarrollados y en vías de desarrollo, dominantes y emergentes, etc., etc.) Lo que me resulta más complicado explicar es cómo el tema dejó de interesar a los productores, cuando aún en el último cuarto del siglo XX hubo una serie de exposiciones que buscaban explorar si no el tema directamente (la identidad cultural) sí aspectos que tenían que ver con la relación del productor, su medio nativo, el medio global, y su obra; pienso, por ejemplo, en Mito y Magia del MARCO, Le Magiciens de la terre del Pompidou, o Primitivism in 20th. Century Art del MOMA. Esta clase de relación fue la que alimentaba o alimenta obras como la de Saskia Juárez (al margen del gusto o aprecio que nos pueda despertar), la arquitectura de Tadao Ando, la fotografía de Robert Frank o Lee Friedlander. ¿Habrá dejado de importarnos entender qué le debemos a nuestro(s) medio(s), en qué tanto son y/o han sido coparticipes, responsables, de nuestro quehacer? ¿Será hoy día más imprtante la homogeneidad, la unidad, la identidad global, que el sabernos individuales y producto de historias particulares?
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