Juan Rodrigo Llaguno. Romelia Domene de Rangel. 2004
La tarde del pasado martes 22, llegó, firmada por Arte,
A.C., la nota en que se daba cuenta de la muerte de Romelia Domene de Rangel
(1914-2013). La comunicación tuvo eco inmediato de tal manera que para cuando apareció
la noticia en los principales diarios de la ciudad al día siguiente, todos los
que de una u otra manera tuvimos relación con ella cercana o no, de amistad o
trabajo, por compromiso o solidaridad, por trato personal o institucional,
estábamos ya enterados de tan sensible pérdida.
Tuve el gusto
de conocer a Romelia Domene de Rangel, a Rome como muchos le decíamos, hace
años, cuando aún estaba viva Doña Rosario Garza Sada de Zambrano, y el
entrañable maestro Alfredo Gracia Vicente, otra época, otro momento en el
desarrollo cultural de esta ciudad. De los tres escuché, una y otra vez, cómo y
por qué se fundó Arte, A.C., y las condiciones que en ese entonces presentaba
Monterrey como para arriesgarse a emprender una aventura de este tipo, porque, efectivamente,
en los 50’s, era toda una aventura pensar que la ciudad merecía urgentemente
actividades culturales que terminaran por esculpir el perfil que debía tener quien
había logrado convertirse en la capital industrial del país (en este panorama hay que hacer la honrosa excepción de
la entonces aún Universidad de Nuevo León y su DASU, Departamento de Acción
Social Universitaria. El local que abrió el Sr. Gracia y que funcionó también como galería —la segunda comercial en la
ciudad—, la Librería Cosmos, se abrió pocos
meses después de Arte, A.C. —que fue la primera—) La metáfora de esculpir el perfil no es ociosa
pues como se sabe fue durante los cursos de escultura que dictaba Adolfo
Laubner en el Tecnológico de Monterrey, a los que acudían en calidad de alumnas
Doña Rosario y Romelia, que nació la idea e iniciativa de fundar Arte, A.C.
En aquellas
pláticas, tanto Doña Rosario como el maestro Gracia coincidían en que había
sido el empeño, tesón y personalidad de Romelia lo que siempre había sacado
adelante a la institución, ello a pesar de los muchos pesares que tuvo que
enfrentar (en especial a la muerte de Doña Rosario en 1994).
Hoy día es muy
difícil imaginar que pudo pasar por la mente de estas mujeres para tomar la
decisión de crear una institución como Arte, A.C. A la casi inexistente
actividad cultural que había en la ciudad, hay que sumarle su condición de
mujer en un momento en que apenas se les acababa de conceder el voto, es decir
el reconocimiento a su condición de ciudadanos de primera, ciudadanos adultos.
Sumemos, que en ambos casos, fundaron sus propias familias y cumplieron
crecidamente con su papel de esposas y madres. El campo laboral destinado a las
mujeres era estrecho y lleno de prejuicios por no hacer mención a los acosos
que de siempre han sufrido, por lo que incursionar en un campo tan poco
explorado en la ciudad debió parecerle a más de uno, una excentricidad o
capricho que pronto llegaría a su fin.
58 años
después le dan la razón a Rome y a quienes la apoyaron y siguieron a lo largo
de los años. A la lista que encabeza, la sigue por fortuna, una miríada de
mujeres que ya no tendrá fin, y que de una u otra manera, continúan y
continuarán su obra. Sin ellas, como en su momento lo fue Rome, la cultura de
esta ciudad no sería lo que es, no porque aporten algo diferente a lo de sus
colegas varones, sino simple y sencillamente porque es igual de necesaria su
presencia y porque quizás de no haber sido una mujer la que dio ese primer paso
nadie más lo hubiera hecho, o se hubieran tardado más en hacerlo, ya que los
hombres se encontraban demasiado ocupados atendiendo “otras tareas” en
apariencia “más importantes”.
Rome no fue
perfecta ni creo que alguien quiera pensarla o recordarla de esa manera; sus
virtudes se convirtieron, al paso del tiempo, en sus defectos más notorios,
pero eso también forma parte de la cultura y del legado que hereda a la ciudad.
Es un fragmento importante del mito en que se irá convirtiendo y que es,
precisamente, lo que la convierte en un personaje modélico.
Espero,
sinceramente, que donde quiera que esté Rome conserve conciencia de lo
agradecida que está la ciudad con ella y de lo mucho que se le echará de
menos... adiós Rome, descansa en paz.
Publicado originalmente en Milenio Diario.
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
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