No hace mucho dije aquí mismo que mal empieza la semana para
quien ahorcan el lunes; lo peor que te puede pasar es comprobarlo.
El pasado
miércoles 7 se inauguró en el museo El Centenario de San Pedro, Garza García, la
muestra colectiva San
Pedro-PULSO-Revisión 01, conformada por pinturas, esculturas y fotografía
de más o menos 30 productores. Este juego de palabras es atractivo, le da un
toque de contemporaneidad al asunto, lo mismo que mezclar en un texto palabras
en otros idiomas, pareciera que somos cosmopolitas, además el mundo corre y no
hay tiempo para reflexionar, para planear, para organizar, lo tomas o lo dejas
porque la vida no te espera. El juego de palabras, el lenguaje, puede
justificarlo todo, puede hacer congruente lo que carece de sentido, puede hacer
aparecer lo hueco como si estuviera lleno, las apariencias como si fueran
realidad. No me cabe duda, el título de esta muestra es bonito, ingenioso,
contemporáneo, pero ¿qué hay detrás de él?
Nadie espera de
una muestra colectiva congruencia formal, temática o propositiva, pero sí que
se pueda arrancar de ella una lectura,
un propósito, una postura, una declaración, se supone que esa es la diferencia
entre colgar pinturas en una tienda de
decoración y exhibir en una galería. Por supuesto, como en toda miscelánea hay
trabajos destacados, el de Mauricio Gattás, o Sulamit Elizondo, pero otro buen
número, la mayoría, es aburridísimo; sabemos de la calidad de los trabajos de
Juan Rodrigo Llaguno y Roberto Ortiz Giacomán, pero ¿qué hacen ahí con la obra
de siempre?
No creo que el PULSO-Revisión haya tenido tan mala
leche como para plantarnos frente a la contundente evidencia de la dispareja
calidad de los trabajos que ahí exhiben. Como no puedo creer en esta
posibilidad entonces pienso que lo que se trató de hacer fue una especie de censo,
sí, el censo de los que en San Pedro se dedican a la producción de objetos
artísticos, eso... ¿y como para qué? La presencia de estas tres decenas de
productores ¿es resultado de alguna política municipal de atracción a los
artistas; en qué se beneficia el municipio con ellos? ¿O será que van a
implementar una política similar a la aplicada, por ejemplo, en la zona del
Bowery en Nueva York? Fuera de estas posibilidades, no veo como entender la
exhibición de los resultados de un censo, a menos que se quiera insinuar que
los productores “de arte” prefieren San Pedro, por las razones que fuere, para
vivir, para trabajar, para hacer ahí su vida social, antes que cualquier otra zona
en la ciudad. Si este fuera el caso, pésima política pública pues ¿qué
pensarían los que no viven ni producen en San Pedro; el vivir en ese municipio
otorga un extra a sus personas, a sus obras?
Por último. Olvidemos
todo lo dicho y concentrémonos de nuevo en el título de la muestra. Supongamos
que en verdad a través de ella medimos el pulso de la producción de objetos
simbólicos en San Pedro, que hacemos una revisión de la misma, ¿con qué fin?,
¿qué se desprende de ella; cuáles las conclusiones?, ¿o es que simple y
sencillamente se trata de mostrar, de exhibir, lo que un grupo de habitantes
del municipio hace? Perfecto, pero me gustaría conocer lo que también hacen
otros grupos del mismo lugar, con que otros productos se identifican, les son
significativos.
Salvo el cambio de administración
municipal, hay que admitirlo, no hay nada que justifique esta exposición, a
menos, claro está que sea una especia de cobro de piso para futuras
exposiciones.
Qué curioso que
mal se re-inauguró el Centro Cultural Plaza Fátima con una exposición de
Enrique Canales que no llegó ni a las dos semanas de exhibición, se continúan
destrozando los camellones de calzada San Pedro, siguiendo un proyecto que no
es de esta administración, y ahora se abren muestras como si se tratara de una
botica. No sólo empieza mal la semana para quien ahorcan el lunes, sino que
continuará mal para el que dejan pegado en el cadalso.
Publicado originalmente por Milenio Diario.
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