El pasado 20 de noviembre se inauguró en la Fototeca del
Centro de las Artes, la muestra PFC 12,
el Programa de Fotografía Contemporánea que la institución lleva a cabo, por
segundo año consecutivo, como parte de sus programas educativos y de
capacitación. “La exposición que se presenta hoy —al decir de su curador,
Javier Ramírez Limón— en la Fototeca es una especie de corte
en un proceso de trabajo... Es punto de partida, no de llegada.”, se trata,
entonces, de proyectos que entiendo según lo dicho, seguirán desarrollándose
(depende de lo que cada uno de los involucrados decida por supuesto), por lo
que considero importante poner a su consideración, una de las preguntas que me surgen
a partir de la visita a la exposición. En este, como en cualquier otro caso,
sólo el diálogo, serio y respetuoso,
puede ser de utilidad para alguien.
El término
contemporáneo puede ser entendido de dos maneras, una, como un momento
histórico siempre coincidente, entre ciertos lapsos, con el presente. No
obstante, desde hace unos 20 o 25 años también designa, un estilo o una
tendencia que se manifiesta en prácticamente todas las esferas de la vida cultural,
por lo que afecta a la mayor parte de la producción de objetos simbólicos. A fuerza de sintetizar, diría que, entre otras, hay tres características que nos permiten identificar lo contemporáneo: El desplazamiento de la forma hacia el
significado; la disolución de los límites entre los medios; y, tercera, el
abandono progresivo de la obra única por
la serie, de lo unitario por el
fragmento. Obviamente su presencia no es ni buena ni mala; como no podemos detenernos
a explicar cada una quizás nos sirva el siguiente ejemplo para entender la
diferencia fundamental entre estas características y las que prevalecían en el
pasado reciente. Según André Malraux el productor no está interesado, en principio, por lo real o por la vida, el pintor es alguien
que lo primero que ama es la pintura, como el escritor ama la poesía o el
fotógrafo, antes que otra cosa, ama las fotografías. Hoy en día, me parece, se
ha olvidado esta lección y antes que a la práctica que nos da los objetos que
amamos, se elige, sobre cualquier otra cosa, al sujeto productor; se entenderá
entonces, porque se han generado estos cambios.
Siempre de acuerdo
con Ramírez Limón el modelo del PFC “... se estructuró con base en el discurso:
todo proyecto desarrollado debía tener una dimensión discursiva. Esto que
parece casi una obviedad no siempre es establecido en el medio. Quiere decir
que todo elemento de la imagen debe —en principio— subordinarse a la esfera del
significado.” Más adelante apunta que como posible consecuencia de este
compromiso se da la posibilidad de que la imagen fotográfica se expanda y
mezcle con otros medios. Creo que, efectivamente, ambas condiciones se cumplen
en todo lo exhibido y aunque soy de los que piensa que el significado último lo
da el observador y no el productor, por tratarse de uno de los objetivos
centrales del proceso, creo que es pertinente el que cada participante explique
públicamente su proyecto.
Ahora bien, dentro
de este ámbito de lo contemporáneo, es bien poco lo que se les puede decir a
los participantes en esta anualidad del PFC, lo que a mi me preocupa o llama la
atención es quién se hará cargo de la fotografía a secas, porque es falso decir
que hacer fotografía es accionar un aparato mediante el cual se captan u
obtienen imágenes; no es lo mismo, en otras palabras, una imagen que una
fotografía. Por supuesto que entre los expositores hay por lo menos 6 o 7 que
muestran un gusto, una preferencia, una cultura fotográfica, mas he dicho que
una de las características de lo contemporáneo es la erradicación de las
barreras entre los medios, Ramírez Limón nos lo advierte igualmente como una
consecuencia de este programa, así pues y por lo visto, quizás asistimos finalmente
a la desaparición de la fotografía tal y como se concibió en sus inicios.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
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