En la medida en que la sociedad se fue secularizando los temas religiosos fueron abandonándose por lógicas razones. Los encontramos, es cierto, de vez en vez dentro de la trayectoria de tal o cual productor, pero, por lo general, muy lejos de ser el centro o encargo principal de su quehacer. Igualmente aparecen, como el de la Navidad, asociados a movimientos que ven en el pasado, en la tradición, en los orígenes, las claves para comprender y enmendar el presente, tal y como sería el caso del Pre-Rafaelismo. Aquí un tríptico de Dante Daniel Rossetti, La semilla de David, 1858-1864. Fuera de estos casos, no deja de ser curioso que la producción simbólica destinada a los cultos religiosos, por lo menos los tradicionales, haya decaído tanto, cuando hace un par de siglos era la médula del quehacer cultural.
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