Claustro. 2002
Pocos escultores hay en este momento en México que tengan la personalidad y trayectoria que posee Gerardo Azcúnaga. Dueño de una temática, técnicas, procesos y propuestas que quizás le deben más a la literatura que a la propia escultura, Azcúnaga ha explorado facetas, dimensiones, formas, que la estética tradicional con que se trabaja la escultura había preferido poner de lado para lanzarse por los caminos del hedonismo y el facilismo conceptual.
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