Me gusta esta imagen de Héctor García porque me remite a muchas otras obras, por ejemplo de O'Gorman o de Leopoldo Méndez, pero en especial la veo como la cara anversa de La buena fama durmiendo de Manuel Álvarez Bravo. Mientras que aquella representa al México profundo, ancestral, telúrico, esta es su opuesto, es el México ligero que se transforma permanentemente, que está creciendo, que es optimista, que se siente Moderno y se sabe poseedor de un futuro, que en ese momento, como se ve, se creía venturoso. Una buena imagen para concluir la idea que expresamos hace seis día en el sentido de que Héctor García, como lo han señalado muchos otros, es el puente entre las generaciones de productores influidas por la ideología nacionalista-revolucionaria, y las siguientes que ya son priistas, desarrolistas, cosmopolitas. Una buena imagen, pues, para retratar a García y concluir con este rapidísimo recorrido por algunas de sus obras más conocidas.
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