Miguel Fernández. Fin del camino I. 2011
Marianna Dellenkamp. Artist. 2011
(Primera de tres partes)
Hace 20 años fue inaugurada la primera Bienal Monterrey-FEMSA. En aquel entonces un grupo encabezado por Maye Rangel de Milmo y Jorge García Murillo tuvieron no sólo la feliz idea de organizarla, sino el talento necesario para promoverla entre los directivos de FEMSA, impulsarla, darle forma y presentarla al público. Hoy llega, en plenitud, a su décimo aniversario, como una auténtica sobreviviente... pero de eso iremos hablando a lo largo de las siguientes tres entregas. Esta primera la dedicaré a comentar sobre el concurso y ganadores de la X edición; la semana entrante, me centraré en la exhibición que se ha preparado con productores invitados; y, por último, revisaré los premios de las anteriores bi-anualidades para hacer, desde mi perspectiva, un balance de lo que ha sido este, que sin duda se ha convertido en el concurso de mayor importancia y popularidad en el país.
En un gesto sin antecedentes MARCO, el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, ha facilitado sus salas para la presentación de la bienal con sus tres exhibiciones. Me parece se sentirá honrado al ser el anfitrión de un evento nacional de este calibre. FEMSA, por su parte, debe estar más que agradecida por esta deferencia; demuestran así, ambas instituciones, que sumar, en lugar de dividir, siempre dará más y mejores resultados.
El pasado 14 de junio se inauguró formalmente la X Bienal Monterrey-FEMSA. Consta como ya se ha dicho de tres muestras: la que propiamente pertenece al concurso de la X edición del evento; la que exhibe los premios de las nueve bienales anteriores, y la intitulada Sextaniqatsi: Desorden habitable, conformada por 11 artistas latinoamericanos invitados para esta ocasión. Mi primera impresión ese día fue que se trataba de un concurso extraño, no sólo con relación a los anteriores, sino con otras muestras colectivas locales o nacionales. Hoy que regreso a verla con la calma necesaria para comentarla, se confirma mi impresión, pero, ¿no es verdad que el arte o lo que solemos llamar arte se vuelve cada día más extraño?
Las 82 piezas exhibidas (69 bidimensionales y 13 tridimensionales) y que fueron seleccionadas por el jurado me llevan a esta conclusión. A fuerza de ser breve menciono un par de aspectos que creo son representativos: uno, que prevalece la obra gráfica y digital (base dibujo; fotografía y video) sobre la pictórica (de las pinturas sólo rescataría las de Javier Areán); y dos, que por lo menos en esta clase de concurso la escultura o el trabajo escultórico se encuentra en crisis, ha dejado de ser una práctica significativa para los productores contemporáneos.
Siendo la extrañeza el atributo principal del concurso, no podría dejar de mencionar los premios. El de Marianna Dellenkamp, Artist, en la categoría tridimensional, y el de Miguel Fernández, Fin del camino I, en la de dos dimensiones. En lo personal me encanta que se premie a la fotografía, pero me parece que hay que hacer demasiadas aclaraciones en este caso para explicar el por qué hayan ganado. Llamar tridimensional a la obra de Dellemkamp es sólo una formalidad pues su lectura es frontal; y la imagen de Fernández funciona mejor como díptico, pero no como fotografía sino como concepto (de hecho me parece que está mal presentada pues se confunde con las piezas que están a su lado).
Entre los puntos que valdría la pena discutir está el que tanto el salón como sus ganadores nada tienen que ver con FEMSA o el MARCO, sí con el jurado convocado que funciona a nivel de termómetro, esto es, simplemente registra, da cuenta, de lo que proviene del envío recibido, y si esto es lo que perciben es porque este es el estado en que se encuentra la producción actual. Tema sobre el que hay que reflexionar y comentar pues quizás estemos frente a uno de esos quiebres en los que la producción define las rutas, las vías, por las que habrá de transitar en los siguientes años.
Publicado originalmente por Milenio Diario
(Ver también: www.artes2010.wordpress.com)
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