Otra imagen fotográfica de Tomás Montero Torres cuando acompañó al Dr. Atl al Paricutín en 1943. Las analogías entre las nubes, fumarolas del volcán, humo de la pipa y barba de este gauguinesco personaje son curiosas y nos remiten a un intento pictorialista influido, casi seguramente, por el retratado. Por cierto, vuelvo a llamar su atención sobre las muletas que ayudaban a Atl a desplazarse (lo que hace aún más heroico su testimonio sobre el nacimiento y crecimiento del volcán), pero ahora, en especial, sobre la cámara que cuelga de su hombro. Nada extraño, siendo hombre atento a los avances del mundo moderno, no podía desconocer los alcances y ventajas de la fotografía, pero además confirma lo que siempre se ha sabido pero que extrañamente se oculta o niega, el papel de las imágenes fotográficas como guía, como boceto, como primera aproximación, o simple recuerdo para lo que se convertirá más adelante en una pintura.
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