martes, 5 de marzo de 2013

Del diseño

 
El pasado fin de semana la Nave Generadores del Centro de las Artes en el Parque Fundidora, abrió sus puertas bajo su nueva vocación: albergar, mostrar, difundir, las manifestaciones emanadas de la arquitectura y el diseño. Ayer mismo, la Universidad de Monterrey, la UDEM, dio inicio a su evento UDESIGN destinado a ofrecer una visión integral del diseño. De hecho, la construcción del Centro Roberto Garza Sada (CRGS) para las Artes, Arquitectura y Diseño, es una muestra de la importancia que la institución concede a estas actividades y una apuesta a su aún mayor relevancia en el futuro inmediato. ¿Cómo fue que el diseño se convirtió en una manifestación cultural central en la mayoría de las sociedades globalizadas?

         Diseño es una palabra muy antigua (Disegno) y en sus orígenes se refería más bien a la posibilidad de plasmar ideas, comunicarlas, mostrarlas, por medios plásticos (dibujo, pintura, escultura, etc.), con el paso del tiempo se fue confinando al dibujo por su portabilidad, inmediatez y adaptabilidad en la ejemplificación de distintas ideas. El Disegno, ya convertido en dibujo, empieza su carrera ascendente en la medida que a través de él se pueden comunicar las ideas de uno a muchos, con lo que se logró, entre otras cosas, unificar criterios de producción de un gran número de objetos, así un par de zapatos de Venecia eran los mismos que en Buenos Aires.

         La aplicación de normas, criterios y medidas en la producción lo mismo en el par de zapatos que en la página de un diario, hizo del diseño una herramienta a través de la cual se podrían regular las mejoras, evolución o cambio de tales objetos (o también su obsolescencia como sabemos se hace hoy en una amplia gama de productos). El último y decisivo paso que dio el diseño para lograr su centralidad actual fue su aplicación, ya no con fines de mejorar usos o eficientizar la producción, sino para marcar diferencias. Ahora, lo que diferencia un par de zapatos producido en León y otro en Panamá, es el diseño y esa diferencia se traduce en precio, en símbolo, en influencia y/o poder.

         Hasta aquí no hemos hecho más que describir el modo de producción de mercado que se ha venido imponiendo desde los albores de la modernidad.  Ha sido la aplicación del diseño como  instrumento efectivo de comunicación lo que le permitió convertirse en la palanca de cambio que necesitaba el capitalismo para imponerse como esquema global de producción, y que hoy día, gracias al mismo saber, el diseño, puede incluso disputar a las artes, su lugar en la producción de significados para la cultura global que vivimos.

         Ya sabemos, pues, que el diseño puede generar estas diferencias, el reto es saber si somos capaces de arrancarlo de las manos del mercado y convertirlo en un medio de desarrollo social más justo y equilibrado, esto es, hacer que deje de servir en exclusiva a los productores y empiece a ser útil para los consumidores. Se trataría de pasar del empleo del diseño para hacer consumir y por tanto vender comida chatarra por ejemplo, a crear conciencia acerca de la calidad alimenticia que se le está ofreciendo al público, y lo mismo se podría decir de prácticamente cualquier producto de un bolso para dama, a una lámpara, a un juego de blancos, de un batidor a un auto, a un par de zapatos, etc.

         Las diferencias que una buena parte del diseño es capaz de generar hoy día, se refieren casi exclusivamente a motivos de reconocimiento social, de prestigio por su posesión y uso, de sofisticación (lo que antes lograban las artes), ¿qué tan conscientes son nuestros diseñadores de esta situación; de qué sólo sirven al mercado sin hacer otra clase de aportación (que están en capacidad de hacerlo, por supuesto)? Creo que en la medida en que se discutan públicamente estos temas se podrá sacar mejor provecho de espacios como la Nave Generadores o del CRGS, nuestra sociedad bien merece ser alcanzada en su totalidad por los beneficios del diseño.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario

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