Rufino Tamayo. Hombre con una guitarra. 1959
Las dos últimas semanas las he dedicado a hablar sobre la pintura y lo que creo es una buena pintura. A lo largo de lo dicho, he procurado evitar a toda costa la palabra Arte, pues lo más sencillo es identificar uno y otro término: una buena pintura es arte y arte es una buena pintura, cuando en realidad se trata de dos temas claramente diferenciados, una buena pintura no forzosamente es arte, ni todo objeto llamado de arte es, no digamos una buena pintura, sino simple y llanamente una pintura. Y si me preocupo por no entrar en estos terrenos es porque creo que su discusión ya está superada, llevamos más de 100 años preguntando si esto o aquello debe, merece ser considerado como Arte, o peleando para que se admita dentro del sistema Arte a esta o aquella manifestación, expresión u objeto. Lo más confuso de todo no es el derrotero que la producción de objetos simbólicos ha tomado a lo largo del tiempo, sino que el nivel de la discusión sobre ellos no ha variado, es más, se ha vuelto frecuente el bajo nivel con que se tratan estos temas, siendo la burla, la descalificación, la personalización, el falso populismo y la moral ambigua y acomodaticia, los argumentos empleados al referirse a uno u otro bando.
Como despedida de estos temas, a los que esperamos no volver en mucho tiempo, esta semana la dedicaremos a subir imágenes de pinturas, de pinturas, que independientemente de sus características temáticas y de contenido, sean simple y sencillamente, buenas pinturas. Esperemos coincidir con ustedes.
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